Un macro-informe de la Comisión de Oncología de la revista The Lancet –la más importante en medicina– advierte de las consecuencias para el cáncer de pensar que la pandemia ya ha pasado. Concretamente, los logros de los últimos 10 años en prevención, diagnóstico precoz y tratamiento se quedarían en nada, abocando a una epidemia de la enfermedad en la próxima década.
En el primer año de pandemia hubo 1,5 millones de pacientes de cáncer menos en toda Europa. Esto no quiere decir que la incidencia del cáncer bajó repentinamente sino que se trata de personas con cáncer que no fueron diagnosticadas. Un millón de personas tendría un tumor sin diagnosticar, según Mark Lawler, presidente de la Comisión.
Además, el uso de cirugía o quimioterapia se retrasó en uno de cada dos pacientes y se perdieron 100 millones de cribados. Retrasos en la detección, diagnóstico y tratamiento del cáncer que impactará notablemente en la salud de los europeos.
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No se trata únicamente de la pandemia. El Brexit ha cortado numerosos canales de comunicación y colaboración entre Reino Unido y la Unión Europea a nivel investigador. Por otro lado, la guerra de Ucrania ha paralizado la actividad de ensayos clínicos del país y, a su vez, influido negativamente en la de los estados limítrofes, ahuyentando a los laboratorios farmacéuticos.
Son dos rémoras a la investigación que deben de ser abordadas si se quiere conseguir el ambicioso objetivo que propone la Comisión: que haya un 70% de supervivencia al cáncer a diez años en toda Europa para 2035.
Doblar la inversión en investigación
La presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Enriqueta Felip, cree que la cifra es ambiciosa pero se puede lograr si se comienza a trabajar en ello ya. "La investigación en cáncer supone un esfuerzo colectivo inmenso y los avances aportan pequeños beneficios que se van sumando", comenta a EL ESPAÑOL. "En cambio, han bastado dos años de pandemia para perder mucho de lo que llevábamos ganado en la última década".
El informe de The Lancet pide doblar la inversión europea en investigación pública: si entre 2010 y 2019 esta fue de 26 euros por cada habitante, debería alcanzarse los 50 para el año 2030. Aún así, seguiría muy por detrás del presupuesto estadounidense para el mismo periodo: unos 234 euros al cambio.
Esto es una llamada de atención para nuestro país, cuya inversión investigadora (aproximadamente el 1,25% del producto interior bruto o PIB) total está por debajo de la media del 2,18% del PIB en la Unión Europea.
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El informe proporciona datos específicos para la investigación en cáncer. Reino Unido le dedicó más de 9.000 millones de euros entre 2010 y 2019. Francia y Países Bajos, más de 1.000 millones. Alemania tenía presupuestados un total de 900, aunque acabó dedicándole partidas adicionales superiores a los 2.000 millones. España, séptimo país en inversión, presupuestó 473,2 millones e incluyó unos 380 adicionales, muy por debajo de los mencionados.
"La investigación en España está infradotada en comparación con otros países vecinos de Europa", sostiene Felip, que hace un apunte: estamos formando investigadores que no pueden investigar y tienen que marcharse a otros países para hacerlo.
Pero no se trata solo de dinero. Aunque la investigación europea tiene un buen número de puntos fuertes (unos registros de pacientes potentes, la inmunoterapia, el diagnóstico con biomarcadores, etc.) hay áreas infradotadas.
Por ejemplo, la Comisión ve grandes huecos en la investigación en cirugía y oncología radioterápica. En el primer caso, y a pesar de que ocho de cada diez pacientes de cáncer en todo el mundo va a requerir en algún momento un procedimiento quirúrgico, la cirugía solo supone el 6,1% de todos los ensayos clínicos de cáncer.
La radioterapia, infrainvestigada
La situación de la radioterapia no es mucho mejor: "Supone tan solo el 5% de los ensayos clínicos que se ponen en marcha", explica Javier Serrano Andreu, oncólogo radioterápico de la Clínica Universidad de Navarra y director del IRAD, el Instituto de Investigación en Oncología Radioterápica de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica.
Ese porcentaje contrasta con que entre un 50-60% de los pacientes con un diagnostico de cáncer necesitarán en algún momento un tratamiento con radioterapia y que, para al menos el 40% de los pacientes que alcanzan la curación, resulta un tratamiento fundamental. Eso le lleva a Andreu a calificar la situación de la investigación en su campo como "paradójica".
La oncología radioterápica no resultó tan impactada por la pandemia. Frente al descenso general de un 20% en las nuevas consultas entre marzo y junio de 2020, en esta área solo fue del 5%, y de un 1% en el número de tratamientos diarios con radioterapia.
No obstante, la pandemia "obligó a acelerar y a poner en marcha nuevos protocolos de tratamiento, más intensivos y de mucha menor duración, que actuaron como un eficaz mecanismo de compensación ante tal situación de crisis", subraya. Por ejemplo, facilitar su acceso a pacientes en momentos difíciles para ofrecer otros tratamientos, además de reducir el tiempo de exposición al entorno hospitalario y, por tanto, el riesgo de infección.
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El jefe de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre, Luis Paz-Ares, explica que en su hospital el número de diagnóstico de cáncer disminuyó a la mitad durante muchos meses, "y no te digo ya el número de cirugías oncológicas". Señala que se han visto casos más avanzados de lo habitual, aunque no puede afirmarlo con datos fehacientes.
Además, recalca el impacto de la pandemia en los programas de cribado. "Yo creo que a día de hoy no tenemos la seguridad de que se hayan normalizado". Sin embargo, en un país donde las diferencias entre la cobertura de un cribado como el del cáncer de colon, "del 100% en algunas comunidades autónomas al 5% en otras", esto va más allá del impacto en la pandemia.
Paz-Ares, que también es presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (Aseica), hace especial hincapié en la necesidad de una investigación pública, académica, que cubra los huecos que deja la investigación promovida por la industria farmacéutica.
Así, nuestro país está en el top mundial de ensayos clínicos en cáncer, pero hay una "necesidad de invertir en la investigación con menos recursos, como la prevención y el diagnóstico precoz, que impactará de forma relevante en la población".
Apuntar al suelo
El informe de la Comisión de Oncología de The Lancet, firmando por medio centenar de investigadores, propone una estrategia 'Groundshot', que se traduciría algo así como 'disparar al suelo', frente a la estrategia 'Moonshot' ('disparar a la Luna') lanzada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a principios de este año.
El espíritu no es tanto hacer hincapié en las terapias de vanguardia sino en algo más terrenal: los huecos no cubiertos por la investigación médica. Así, pide aumentar un 50% la actividad investigadora en cánceres de alta mortalidad que están infra-investigados, como los de pulmón, páncreas, vejiga o estómago, así como en cirugía y radioterapia, pero también solventar las brechas entre Europa occidental y la central y del este en este campo.
También hace un llamamiento a disponer de un plan para los 20 millones de supervivientes europeos del cáncer, para abordar la desigualdad de género en la investigación (pasando del 35% al 45% de investigadoras senior para 2028), establecer los programas de cribado ya pactados hace 20 años y mejorar los lazos europeos de la investigación, entre otras recomendaciones.
"Aprendamos de las lecciones de la pandemia", propone Enriqueta Felip, presidenta de SEOM. "Aprovechemos el ejemplo que hemos tenido de capacidad para realizar tests masivos, de generar vacunas de ARN mensajero en un tiempo récord" y todas esas medidas que parecían imposibles de implantar en tan poco tiempo y que, con sus luces y sombras, han contribuido a controlar la Covid. "Quizás ahora sea un buen momento para centrar los esfuerzos en la investigación en cáncer", remata esperanzada.
Por su parte, el oncólogo Vicente Guillem, jefe de servicio en el Instituto Valenciano de Oncología y director de Relaciones Institucionales de la Fundación ECO, apunta que, a pesar de ser un "magnífico" informe, las recomendaciones son "poco realistas a la situación actual que vive Europa" y cree que debería haberse llegado a unas recomendaciones de mínimos.
También recuerda el impacto que han tenido no solo la pandemia, sino la guerra de Ucrania y el Brexit, en el devenir de la oncología española. "En España se han notado las consecuencias de estos grandes acontecimientos", explica: "Cierre de programas de diagnóstico precoz, quirófanos y laboratorios de investigación, personal asistencial dirigido a atender pacientes con Covid-19, etc. Probablemente por la gran resiliencia de la población española", continúa, "las consecuencias de la pandemia han sido menos graves".