El actor Chris Hemsworth anunció que se retiraba del cine la semana pasada. ¿El motivo? Se había sometido a una prueba con la cual había descubierto que tenía un alto riesgo de padecer alzhéimer, aunque aún no está diagnosticado. En el test genético que se realizó comprobaron que portaba dos copias del gen ApoE4, el gen que se asocia a esta enfermedad que en España afecta a 800.000 personas, según cifras de la Sociedad Española de Neurología (SEN). De esta forma, los aficionados a las películas de Thor se tendrán que 'conformar' con la última aparición en las pantallas del actor australiano. Aunque no se trata de una película de Marvel, sino de un documental en el que Hemsworth se 'enfrenta' a la longevidad.
Así es, Sin límites es el nombre que recibe el proyecto audiovisual con el que la estrella de Hollywood explora cómo combatir el envejecimiento. En cada uno de los seis capítulos, que ya están disponibles en Disney +, el actor se somete a distintas pruebas físicas y mentales que han diseñado expertos, científicos y médicos.
Nada más darle al play se puede ver a Hemsworth caminando por una grúa que sobresale del tejado de un rascacielos. No sabemos si esto sirve para prevenir el envejecimiento o no, pero los expertos reconocen en el documental que se trata de una buena fórmula para reducir el estrés.
Por si no fuera suficiente, el actor continúa realizando una de las pruebas más extremas a las que se haya podido someter: nadar 200 metros en el Ártico, junto a su hermano, el también actor Liam Hemsworth. "Pensé que si no salgo de aquella, no iba a haber episodio", reconocía entre bromas el actor que interpreta a Thor a National Geographic. Quien no tenía ninguna duda de lo conseguiría era el propio director, Darren Aronofsky: "No se me ocurrió mejor conejillo de indias que él".
Ciencia de la longevidad
Basta con echar un vistazo a cómo surge la idea de esta serie documental, que ha durado dos años debido a la Covid-19, para comprobar qué tipo de ciencia hay tras ella. Sin límites está basada en la película realizada por el neurocientífico Ari Handel, La fuente de la vida, que plantea la posibilidad de encontrar el legendario árbol de la vida que proporciona la inmortalidad. De hecho, en una de las escenas la protagonista, Izzi, asegura lo siguiente: "La muerte es una enfermedad, como cualquier otra. Y existe una cura que yo encontraré".
Más allá de la ciencia ficción, hay quienes están invirtiendo miles de millones de dólares en investigar acerca de la denominada ciencia de la longevidad. ¿En qué consiste? "Es aquella que se centra en las causas profundas del envejecimiento". Así lo define el doctor Ángel Durántez, especialista en medicina preventiva. En este campo, el propio Durántez entiende que existen dos vertientes: por un lado, los longevitistas; y por otro, los inmortalistas.
En su caso, si tuviera que quedarse con una de las dos sería la visión que promueve una mayor esperanza de vida —y no el fin de la muerte—: "Cada vez va a haber más gente que llegue a una esperanza de vida de más de 120 años". El problema que encuentra Durántez en este sentido es que muchas de las enfermedades que provocan muertes a día de hoy pueden prevenirse. "No hay que esperar a que aparezca el síntoma para tratar la enfermedad".
La ciencia de la longevidad será la encargada de que veamos el final de ciertas patologías. "No el tratamiento de los síntomas, sino la curación total de alguna enfermedad que hoy por hoy es incurable", aclara Durántez. El uso de fármacos, la utilización de suplementos protectores o la terapia regenerativa con células madres serían alguno de los tratamientos. Sin embargo, ninguno de ellos ha demostrado todavía que pueda ser efectivos. "No está claro que no se vaya a poder hacer. Esto no significa que no se vaya a conseguir".
Aunque este sea el objetivo de la medicina preventiva, las personas también pueden modificar sus hábitos diarios si pretenden alargar la calidad y la esperanza de vida. "Realizar ejercicio, llevar una alimentación sana o controlar los niveles de sueño y estrés". Estas son algunas de las recomendaciones de Durántez. Ahora bien, que aun sabiéndolo se quiera tomar la decisión de 'ponerse las pilas' o no ya es una cuestión distinta: "Todos sabemos cuáles son los pilares principales para alargar la vida. Pero muy pocos los cumplimos".
"¿Envejecer es una enfermedad?"
Uno de los que sí se ha propuesto cumplirlos —más si cabe— es el propio Chris Hemsworth. En el último capítulo de Sin límites (advertencia: spoiler) se enfunda un traje, aunque en esta ocasión no se trata del de Thor, sino de un diseño realizado expresamente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) para el actor. Con este traje, que le reduce la movilidad, la audición y la vista, acude a Sunset Pines, un recreado lugar de retiro para octogenarios. El creador de esta idea es el médico de cuidados paliativos BJ Miller, quien asegura en el documental que nos encontramos ante una epidemia del envejecimiento.
Pero entonces, ¿el envejecimiento es una enfermedad? "En sí, el envejecimiento no es una enfermedad", responde Durántez. Pero sí que considera que el paso del tiempo es la causa principal de algunas enfermedades crónicas. "Se trata de un debate más bien terminológico". Prueba de esto es la última Clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sustituyó el término "vejez" por el de "disminución de la capacidad intrínseca asociada al envejecimiento".
En este sentido, Durántez confiesa que en una de las publicaciones más reconocidas acerca del envejecimiento los autores —entre los que se encontraba el investigador español Carlos López Otín— hay partidarios de uno y otro 'bando'.
De todas formas, el propio Hemsworth es la muestra clara de que un estilo de vida saludable no garantiza la 'cura' del envejecimiento. Así, por más veces que nade en el Ártico, se quede colgado de una cuerda a gran altura o surfee en aguas heladas, la genética del actor ha conseguido acabar con la exitosa carrera cinematográfica del australiano. Y es que, como apunta Durántez, los hábitos diarios pueden avanzar hasta cierto punto el límite de vida. Pero también habrá que tener en cuenta la genética. Así, la combinación de ambos, conocida como epigenética, será la 'culpable' de que vivamos más o menos años.