Engancharse a hacer deporte al principio no es fácil: sabemos que gracias a él nos veremos más delgados, fuertes y, lo más importante, sanos, pero muchas veces nos vence la pereza. La actividad física no sólo puede ayudarnos a vivir más —algo que no le interesa a todo el mundo—, sino que tiene la capacidad de mejorar la calidad de nuestra vida y retrasar los efectos del envejecimiento. Pero, ¿y si para obtener los beneficios del deporte no hiciera falta ir todos los días al gimnasio?
Esto es lo que ha demostrado un equipo de científicos de la Universidad de Sidney, en Australia, utilizando wearables. Si no estás familiarizado con este palabro, un wearable es una tecnología que puedes llevar siempre encima y que aporta datos sobre tu cuerpo o, incluso, tu mente. Vamos, como los relojes inteligentes que cada vez lleva más gente y que son capaces de ofrecerte un montón de datos sobre la cantidad y la calidad de tu sueño, las pulsaciones que alcanzas haciendo ejercicio e, incluso, hacerte un electrocardiograma.
En este caso, han utilizado un acelerómetro para recoger datos de la actividad física de hasta 25.241 participantes que aseguraban que practicar deporte en tiempo de ocio no era lo suyo. A estas personas les propusieron llevar a cabo pequeños períodos de ejercicio al día —de entre uno y dos minutos—, pero muy intensos. Estos períodos fueron llamados VILPA, unas siglas en inglés que en español vienen a significar algo así como actividad física vigorosa e intermitente.
Menos mortalidad
El estudio ha sido publicado en la revista científica Nature Medicine y consistió en el seguimiento de esta población —perteneciente a la base de datos UK Biobank— durante un tiempo medio de 6,9 años, en los que se observaron sus datos de actividad física y de mortalidad. Durante el tiempo que duró el estudio, murieron 852 participantes, que tenían una media de edad de 61,8 años. Al final del trabajo, los científicos lograron trazar una relación entre la realización de VILPA y una menor probabilidad de morir por cualquier causa.
Concretamente, los científicos observaron que los participantes que habían realizado tres VILPA al día tenían entre un 38% y un 40% menos de probabilidad de morir de cáncer y entre un 48% y un 49% menos de morir de enfermedades cardiovasculares. Es decir, que realizar ejercicio todos los días de tres a seis minutos a una intensidad alta —como andar muy rápidamente, según explican en el estudio— ya tiene un efecto reductor de la mortalidad muy alto. Eso sí, este no fue el dato más curioso que observaron los autores.
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Según estos expertos, los beneficios que se observaron en estos 25.241 participantes —que realizaban poco ejercicio y afirmaban no practicarlo por gusto en su tiempo de ocio— eran similares a los que habían aportado otros 62.344 participantes del UK Biobank que sí hacían deporte durante el tiempo de ocio. Con estos resultados, los científicos animan a la población a que realicen más ejercicio: sus descubrimientos parecen indicar que no es necesario dedicar horas al ejercicio físico durante la semana para obtener beneficios.
La importancia del deporte
Los científicos llevan años buscando la dosis mínima de ejercicio para obtener sus beneficios para la salud. Es posible que, de esta manera, esta actividad se vuelva más popular y su efecto protector de la salud se reparta en mayor medida en la sociedad. Para lograr este objetivo, se han extendido algunos mitos y el más famoso de todos es, probablemente, el que afirma que para mantener la buena salud hay que andar todos los días 10.000 pasos. Pero, ¿de dónde viene esta creencia?
Durante las Olimpiadas de Japón de 1964 se llevó a cabo una campaña de márketing de un podómetro de origen nipón llamado Manpo-Kei. Literalmente, este nombre comercial quiere decir en español medidor de 10.000 pasos y su intención era acabar con el sedentarismo en este país. A raíz del producto se creó el mito y en los últimos años se han sucedido los estudios que lo han desmentido: en este artículo publicado en EL ESPAÑOL, se recogen algunos estudios que sugieren que la cantidad de pasos necesarios es menor.
En realidad, la única recomendación que repiten los médicos es que realicemos el ejercicio que más nos guste, para que no lo dejemos e, incluso, lo hagamos con regularidad. La actividad física no sólo reduce el riesgo de muerte, sino que mejora la calidad de vida: reduce los dolores musculares —sobre todo, en la espalda—, funciona como un ansiolítico natural que nos permite mantener la ansiedad a raya e, incluso, se trata de un hábito de vida saludable que puede reducir la incidencia de alzheimer.