La prevención es una de las grandes armas de la oncología. El cáncer de cérvix, también conocido como el de cuello del útero, cuenta con muchas cartas a su favor en este área, pues a día de hoy existen herramientas tanto para evitarlo como para su detección rápida. Por este motivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso alcanzar en 2030 el umbral de eliminación de este tumor. Sin embargo, parecer ser que no va a ser así.
Según publica un estudio editado en The Lancet Global Health, la incidencia del cáncer de cérvix sigue siendo muy alta en la mayoría de los países. Para la OMS, el umbral establecido para dejar de considerarlo un problema de salud pública es que afecte a cuatro de cada 100.000 mujeres. Tal y como constata la investigación, en 2020, la tasa mundial fue de 13 casos por cada 100.000. La de muertes también es mucho mayor: siete por cada 100.000.
Esto se traduce en que, en el mundo, hubo más de 600.000 nuevos casos de cáncer de cuello del útero y más de 340.000 muertes, unas cifras preocupantes dado que, como exponen los investigadores, este es un tumor que "se puede prevenir en gran medida". "Las mujeres de todo el mundo deberían estar libres de sufrir un cáncer que es prevenible", lamenta Deependra Singh, miembro de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).
La investigación constata que, de los 185 países analizados, 172 todavía superan el ratio fijado por la OMS. "La carga sigue siendo alta en muchos países de ingresos bajos y medios", reza el estudio, que aporta un dato todavía más alarmante, los aumentos recientes detectados en países de Europa del Este y África Subsahariana.
España también preocupa
En España, tal y como estima la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), este cáncer ha afectado a 2.480 nuevas mujeres, este año, lo que da una tasa de 10 por cada 100.000, muy lejos de las cifras de la OMS.
Asimismo, en 2020, acabó con la vida de 673 mujeres. El dato no es muy alto en comparación con otros tumores, pero aquí juega un gran papel la incidencia. Si se mira la supervivencia observada, la de cuello de útero se sitúa en un 63,4%, mientras que la de mama, por ejemplo, está en un 78,4%.
Otros países, sin embargo, están mucho mejor. "Australia podría convertirse en el primer país del mundo en erradicar el cáncer de cuello de útero provocado por el virus del papiloma humano gracias a su programa de vacunación", detallaba a EL ESPAÑOL Ana Rosa Lucena, ginecóloga y obstetra en Hospital Costa del Sol y Clínica Lacibis. De sus palabras, también da fe la investigación.
La doctora acaba de dar con una de las claves del porqué se pensaba que se podría acabar con el cáncer del cuello de útero, la vacunación del virus del papiloma humano (VPH). Esta enfermedad es una infección vírica del aparato reproductor que se transmite durante las relaciones sexuales. En el caso de las mujeres, se relaciona con el 80% de los cáncer de cérvix.
Fallos en la vacunación
Los problemas de la vacunación pasan, en países de ingresos medios y bajos, por la falta de acceso. En países con mayor desarrollo económico, están los fallos en la estrategia de su administración, como es el caso de España. Como denunciaba en este medio Valentín Pineda, doctor y miembro del Comité Asesor de Vacunas de la AEP, en nuestro país, los niños, a pesar de ser transmisores de la enfermedad, no tienen introducida esta vacuna en su calendario obligatorio.
Si bien, recientemente ha habido cambios y Sanidad ha dictaminado que hay que ampliar su administración a los varones. Esto se deberá ver cumplido antes de 2024 y ha sido, precisamente, la lección de Australia al mundo: vacunar a los hombres para proteger a las mujeres del cáncer.
Las inyecciones, como destacan los investigadores, son un factor vital en la lucha contra este cáncer. Los datos también lo avalan. Un estudio también publicado en The Lancet confirmaba que hasta un 87% de las mujeres que habían sido vacunadas cuando tenían entre 12 y 13 años habían desarrollado inmunidad.
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El problema es que en España, por ejemplo, se comenzó a vacunar en 2008 a chicas de 14 años y la inyección cubría las cepas oncogénicas del virus más peligrosas (16 y 18), pero no contra el resto que también lo son. Más tarde se amplió la cobertura a más cepas, pero sólo se ofrece en ciertas comunidades autónomas, otro dato más que explica por qué el cáncer de útero sigue siendo tan incidente.
Aquí es donde entra en juego el cribado. "Nuestro estudio encuentra una disminución [de cáncer de cérvix] alentadora en países que han implantado de forma exitosa programas de vacunación y detección del VPH, como en Suecia, Australia y el Reino Unido", apunta Singh.
Concienciar del cribado
El cribado del virus del papiloma humano se hace mediante la prueba del papanicolau, comúnmente conocida como citología. A pesar de que se recomienda su realización cada tres años, ginecólogos denuncian que una de cada cinco mujeres de 25 a 35 nunca se han hecho una citología. Y esto en países con un nivel alto económico. En países de ingresos medios y bajos, el acceso a estas pruebas es muy limitado.
Como reflexiona otra de las autoras del estudio, Valentina Lorenzoni, investigadora en la Universidad Scuola Superiore Sant'Anna (Italia), también está el hecho de que debido a la pandemia de la Covid, muchas mujeres dejaron de acudir a los cribados, frenando la estrategia de detección y dando a lugar a un aumento de casos.
La enfermedad cuenta con el hándicap de que en estadios tempranos, con frecuencia, cursa de forma asintomática, por lo que el cribado es una herramienta fundamental. Como señales de alarma, la SEOM enumera: sangrado genital anómalo, sangrado tras tener relaciones sexuales y tener un flujo con mal olor, aunque esto último puede ser indicativo de otros problemas.
Adhiriéndose a todos estos puntos, la eliminación del cáncer de cérvix puede ser una realidad. "Tenemos las herramientas. El tumor de cuello de útero puede ser algo prevenible en gran medida", termina Singh.