El pasado 29 de noviembre, China registraba 71.310 nuevos casos de Covid, récord diario de contagios de toda la pandemia. Al mismo tiempo, las protestas del folio en blanco llegaban a su punto álgido, lo que llevó a Xi Jinping a relajar su política de Covid cero. Que nadie piense que se trata de una nueva normalidad: tener una PCR negativa sigue siendo requisito necesario para entrar en algunos establecimientos, pero ya no en todos.
Los datos del portal de la Universidad de Oxford Our World in Data reflejan, desde entonces, una bajada de los contagios en el país asiático desde donde el SARS-CoV-2 se expandió al mundo.
Estas cifras podrían resultar una doble victoria para las autoridades chinas: se levantan las restricciones y, al mismo tiempo, bajarían los contagios. Sin embargo, nadie confía en que sean fiables, pues la puntilla a la política de Covid cero ha venido acompañada de una 'relajación' en la estadística oficial de contagios. La exención del test PCR continuo ha hecho que se dejen de reportar los casos asintomáticos, por ejemplo.
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La realidad parece estar siendo otra. En grandes ciudades, como Shanghai o Shenzhen se han agotado los medicamentos contra la fiebre y los tests en las farmacias. Un farmacéutico explicaba al Financial Times cómo los suministros no les están llegando, además, porque todos los conductores están dando positivo. Las colas ante los puestos de testado son ahora colas ante las farmacias la espera de tener algún alivio para los síntomas de la Covid.
El subdirector de la agencia china de salud pública, Xiaofeng Liang, ha explicado recientemente que en los próximos tres meses puede llegar a infectarse el 60% de la población, esto es, más de 800 millones de personas.
"Solo dos personas trabajando en la oficina del grupo The Economist en Beijing hoy, incluyendo yo misma", señalaba por Twitter la directora general para la región de la Gran China del grupo, Qian Liu, la semana pasada. "Parece como si la mitad de Beijing hubiera pillado la Covid en solo cinco días. Una ciudad de 23 millones de personas".
El pasado 2 de diciembre se anunciaron las primeras relajaciones en las estrictas medidas contra la Covid que han imperado en China en los anteriores dos años y medio. Si una persona daba positivo no tendría que aislarse en un centro ad hoc sino que podría hacerlo en su casa, y el edificio no entraría en cuarentena.
Tampoco se pedirían ya PCR negativas realizadas en las últimas 48 horas para entrar en, por ejemplo, establecimientos comerciales. Las medidas en el país asiático todavía son las más estrictas del mundo pero estos gestos ya hacían la vida de la gente un poco menos imposible.
Millón y medio de muertes
Las autoridades de Beijing se enfrentaban a un dilema: la escasa dotación de camas de cuidados intensivos del país (36 por cada millón de habitantes, cuando en Corea del Sur hay 106) y la baja cobertura de las dosis de refuerzo de las vacunas Covid, unido a un tipo de vacuna de menor eficacia que las occidentales, dejaban una población vulnerable ante un SARS-CoV-2 que no ha hecho más que afinar su capacidad expansiva en estos dos años.
Las nuevas variantes son mucho más contagiosas que los primeros virus salidos de Wuhan. La Comisión Nacional de Salud de China estima que el número R –la cantidad de personas que un solo infectado puede llegar a contagiar– de BF.7, la que se está imponiendo actualmente, es de 16, cuando el de la cepa original era de 2 o 3.
El alto grado de inmunidad conferido por las vacunas y las infecciones previas, sumado a la menor gravedad de la infección por ómicron, hizo que los gobiernos occidentales acabaran levantando restricciones una vez finalizado el último invierno, sabiendo que no quedaba más remedio que convivir con el virus. Esto era un lujo que China, con su política de Covid cero y la baja inmunidad poblacional, no podía permitirse.
De hecho, las proyecciones sobre el efecto que tendría levantar la política de Covid cero en la población arrojan unas cifras escalofriantes: 1,5 millones de muertes según un estudio publicado en Nature el pasado mayo; hasta 2,1 millones según la estimación de la consultora Airfinity del pasado noviembre.
El prestigioso Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud, perteneciente a la Universidad de Washington, proyecta que el próximo abril un tercio de la población china habrá pasado la Covid. La estimación que ha realizado el pasado día 16 de diciembre es de unas 322.000 muertes por aquel entonces y un millón al final de 2023.
Según los datos recogidos por Our World in Data, solo se habrían producido dos muertes por Covid en lo que llevamos de diciembre. No obstante, la agencia de noticias AFP reporta que los crematorios de la capital china están desbordados por la ola Covid actual.
Las cifras oficiales indican 1,89 millones de contagios a lo largo de toda la pandemia en el gigante asiático. La gran mayoría de ellos se han dado tras la llegada de ómicron, en 2022: antes solo se habían registrado 100.000 casos. La mitad del total se ha reportado en este otoño.
En el aspecto positivo, y siempre siguiendo las cifras oficiales, la vacunación habría comenzado a remontar de nuevo tras el levantamiento de la política de Covid cero. Casi uno de cada 100 chinos ha recibido una dosis de vacuna en el último día.
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