El fenómeno The Last of Us, primero como videojuego y ahora como serie de televisión, le debe mucho a su versión propia del 'apocalipsis zombi', un argumento de ficción cuya popularidad en las últimas décadas ha podido llegar a saturar al espectador. En este caso, el patógeno infeccioso culpable de llevar a la humanidad al borde de la extinción, dejando a un único puñado de supervivientes perpetuamente amenazados por masas de infectados altamente agresivos, es un hongo, el cordyceps. Y como recuerdan sus creadores, está inspirado en un tipo de infección fúngica real.
Hablar de cordyceps, en realidad, supone abarcar entre 400 y 600 especies distintas de hongos parasitarios. Sus principales víctimas son los insectos: al infectarlos, el micelio -la estructura interconectada del hongo- destruye sus tejidos y lo coloniza, causándole la muerte. Del exoesqueleto de la víctima brotan entonces estructuras en forma de zarcillos o protuberancias tentaculares que le dan el nombre ('cabeza de bastón', en latín y griego) y que, según la especie, pueden ser infecciosos y contribuir a la propagación mediante esporas.
El resultado es lo bastante escalofriante como para inspirar relatos de terror, pero es inocuo para el ser humano. Algunos, especialmente los que parasitan a otros hongos, han sido consumidos como medicina tradicional. Sin embargo, The Last of Us se inspira en un subgénero en concreto, el Ophiocordyceps unilateralis, más conocido como el 'hongo de las hormigas zombi'. El documental Planet Earth de la BBC emitido a comienzos de siglo es citado como fuente por los creadores del videojuego: esta variedad no solo parasita a su huésped con horripilantes resultados, sino que altera su comportamiento para facilitar su propagación.
El cordyceps brotará entonces del cadáver por las hendiduras del exoesqueleto y desarrollará un esporocarpo en su parte superior, un 'sombrero' de hongo que diseminará las esporas. Están podrán afectar a otras hormigas, y en función de las condiciones de humedad y densidad, podría llegar a terminar erradicando a una colonia entera. Por inquietante que resulte la idea, sin embargo, falta un ingrediente esencial para una buena historia de zombis: el individuo infectado no se vuelve agresivo contra su propia especie, y de hecho, se ha observado a otras hormigas alejarlos mansamente si detectan que han enfermado.
Sin embargo, la relación entre los hongos parasitarios y las alteraciones de comportamiento en los seres humanos, incluidos brotes de agresividad alucinatoria, está documentado. El cornezuelo (Claviceps purpurea) parasita el centeno y se ha usado en medicina tradicional y rituales. Pero si se consume sin querer en exceso, puede provocar intoxicaciones que se han atribuido a posesiones o brujería, como el "fuego de San Antón". Una de las hipótesis que manejan los supervivientes de The Last of Us es que la humanidad contrajera el cordyceps de la misma manera que el cornezuelo, ingiriéndolo de forma masiva en productos de industria alimentaria.
Realidad vs ficción
La premisa de la serie -ligeramente modificada sobre la del videojuego, tanto por motivos estilísticos como por la investigación científica posterior- se basa por lo tanto en una nueva especie de ophiocordyceps adaptada al ser humano, que tomaría el control de su cerebro y lo impulsaría a propagarse agresivamente atacando a los demás. Este nuevo hongo no causa la muerte del huésped sino que genera una especie de simbiosis, transformándolos en criaturas híbridas con el tiempo. Los efectos del contagio se presentan en cuestión de un par de días, y en el momento que comienza la historia, no hay cura ni vacuna posible.
David Hughes, profesor de Entomología y Biología de la Universidad de Pennsilvania (EEUU), fue el asesor científico detrás de la ficción. "Las infecciones fungales matan más que la malaria", explicaba en una entrevista: son, de hecho, la primera causa de muerte en pacientes inmunodeprimidos. Y aunque los cordyceps no infectan al ser humano, Hugues insistía en el riesgo de las pandemias por zoonosis, los patógenos que saltan de los animales al ser humano. El SARS-CoV-2, el coronavirus responsable de la crisis sanitaria de Covid-19, le daba la razón en este aspecto. Otros aspectos relacionados con la crisis climática -la destrucción de ecosistemas y el aumento de temperaturas que facilitan la propagación- serían factores concomitantes.
Con todo, Hughes admitía que el Ophiocordyceps unilateralis tardó "millones de años" en evolucionar para lograr parasitar a las hormigas camponotini, y se aprovechó de su estructura relativamente simple. Las últimas investigaciones apuntan a que el hongo manipula su sistema locomotor, no su cerebro. Y no es invulnerable: él mismo sufre la parasitación de otros hongos que lo inutilizan. Los zombis de The Last of Us, reconoce, supondrían por tanto un "salto evolutivo" enorme. De hecho, podría ser más héroe que villano: mientras se propaga por el organismo de la víctima, el cordyceps segrega metabolitos protectores que se investigan con aplicaciones médicas.