Un estudio realizado por investigadores de la australiana Universidad de Queensland ha mostrado cómo cinco antidepresivos de uso común son capaces de generar en la bacteria E. coli resistencias a un gran número de antibióticos. Revela así un nuevo campo de batalla dentro de "una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo", según la OMS.
El minucioso trabajo, publicado en la revista PNAS, describe también los posibles mecanismos a través de los cuales dichos medicamentos provocan el indeseado efecto en los microorganismos, que persiste incluso después de retirar la exposición al antidepresivo.
Los autores, encabezados por la investigadora postdoctoral Yue Wang, ya habían observado cómo la fluoxetina (conocida popularmente como Prozac) podía aumentar la resistencia bacteriana hacia un número de antibióticos, pero se desconocía si este fenómeno era universal.
Así, cultivaron cepas de la bacteria Escherichia coli, presente en la microbiota intestinal humana y causa frecuente de infecciones diarreicas y de otros tipos, y las sometieron a cinco tipos de antidepresivos durante 60 días: sertralina, escitalopram, bupropion, duloxetina y agomelatina.
Estos fármacos, además, pertenecen a distintas clases de antidepresivos: sertralina y escitalopram, por ejemplo, son inhibidores selectivos de la recaptación del neurotransmisor serotonina, mientras que el bupropion actúa sobre la dopamina y noradrenalina.
Tras la citada exposición, le tocaba el turno a los antibióticos. Enfrentaron las colonias bacterianas con trece medicamentos, desde la archiconocida amoxicilina hasta la tetraciclina, pasando por la colistina y el ciprofloxacino.
[El nuevo fármaco que ha acabado con las bacterias resistentes a antibióticos en el laboratorio]
Aunque los antidepresivos no generaron el mismo nivel de resistencias en todos los antibióticos, sí que se observó una menor susceptibilidad generalizada en los microorganismos, especialmente tras ser expuestos a sertralina y duloxetina en dosis clínicamente relevantes.
Una concentración de 50 miligramos por litro de sertralina indujo resistencias frente a cloranfenicol, tetracilina y ciprofloxacino multiplicando hasta por 20.000 el número de bacterias resistentes inicial. La duloxetina provocó incrementos notables de la cantidad de bacterias resistentes a cloranfenicol y tetraciclinas.
Buscando una explicación
El equipo de Wang tenía varias hipótesis para explicar por qué los antidepresivos generan esta resistencia. La primera es la presencia de radicales libres que generarían estrés oxidativo. Efectivamente, sertralina y duloxetina generaban los mayores niveles de estos radicales en comparación con las bacterias que no habían sido expuestas a medicamentos. Mediante secuenciación genómica y proteómica pudieron observar el mayor incremento de genes y proteínas relacionados con este estrés oxidativo.
La segunda hipótesis es la de las bombas de expulsión activa, un mecanismo que permite a las bacterias regular su ambiente interno eliminando sustancias tóxicas para ellas como los antibióticos. Al hacer la prueba en el laboratorio, observaron una gran variación en expresión de los genes reguladores de estos mecanismos, si bien fue mayor en la dosis más alta de sertralina.
[Crean un nuevo tipo de antidepresivo de acción rápida: actúa en horas y no tiene efectos secundarios]
Otras teorías que pusieron a prueba fue la de la generación de mutaciones cromosómicas inductoras de estas resistencias (fueron detectadas en todas las poblaciones bacterianas excepto en las expuestas a escitalopram y agomelatina) o la evolución de bacterias persistentes, que no son resistentes pero sí menos susceptibles a los medicamentos.
"No había noticia hasta ahora de esta especie de resistencia cruzada", reconoce el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, Manuel Martín Carrasco. "Parece que es un efecto general de los antidepresivos, ocurre con sustancias que tienen una composición química diferente".
El psiquiatra es consciente de que las implicaciones de este estudio son muy serias. La reducción de la eficacia de los antibióticos actuales puede desembocar en la complicación de infecciones que hasta hace no mucho se manejaban sin problemas.
Un eudio publicado en la revista The Lancet, la de mayor impacto científico en la actualidad, hace justo un año ponía cifras a esa amenaza: en 2019, las súper bacterias resistentes causaron 1,27 millones de muertes en todo el mundo, más que el sida y la malaria.
Abuso de los antidepresivos
Las estrategias de prevención actuales, como el español Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos, se han centrado en ajustar su uso solo a las indicaciones aprobadas. Esto implica, por ejemplo, no ofrecer antibióticos ante infecciones de origen vírico como pueden ser los resfriados, pero también limitar el uso de estos medicamentos en entornos ganaderos.
Sin embargo, el trabajo realizado por la Universidad de Queensland pone el foco más allá de los antibióticos. Al igual que estos fármacos, los antidepresivos también son objeto de polémica en los últimos años debido a su consumo indiscriminado.
Una reciente guía del instituto británico de calidad en la atención sanitaria NICE solo recomendaba su uso en casos de depresión grave. Sin embargo, se estima que el 9% de la población española los ha consumido, cuando solo un 4% ha pasado por una depresión (leve o grave) en el último año.
Manuel Martín Carrasco considera que, antes de tomar una decisión respecto a su efectos en las resistencias antimicrobianas, hace falta replicar los resultados del estudio y precisar el mecanismo por el que generan esta resistencia. "En cualquier caso, la prescripción de antidepresivos debe ser siempre ajustada a la presencia de una patología de justifique la prescripción".
Se refiere a que no deben ser recetados "de una forma poco estricta, por ejemplo, para tratar síntomas emocionales que no configuran un cuadro depresivo como tal". Y lo explica: "No pueden darse porque una persona tenga, en un momento dado, síntomas de tristeza pero sin criterios para el diagnóstico de depresión".
El problema es más complejo de lo que parece. La presencia de profesionales de salud mental en la atención primaria es escasa, la presión asistencial de los médicos de familia cada vez mayor y la única salida que no colpase más la esta situación es la 'vía rápida' del antidepresivo.
Y esto no parece que vaya a cambiar, admite el psiquiatra. "La prevalencia de trastornos mentales hace poco probable que eso llegue a ocurrir. Lo que sería deseable es que la red de atención primaria disponga de más recursos y formación para atender estos trastornos y contemplar intervenciones que no sean únicamente farmacológicas".
Por su parte, la médica de familia María Grande no cree que un aumento de recursos impacte sustancialmente en las recetas de antidepresivos expendidas desde la atención primaria, aunque "no todo el mundo puede permitirse el lujo de acudir a un psicólogo".
[Los 'antibióticos' que te comes sin saberlo: éstas son las 7 mejores comidas contra las bacterias]
La especialista, que es miembro del grupo de trabajo de salud mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), cree que esto puede ser "una variable más a la hora de tener en cuenta la relación riesgo-beneficio de un fármaco".
"Sertralina y duloxetina tienen un perfil de seguridad bueno y, por tanto, se prescriben mucho en la actualidad. Escitalopram también". La doctora observa que algunos de los antibióticos utilizados en el estudio, como el clorafenicol o las tetraciclinas, no son "de uso muy extendido en la actualidad", si bien hay otros como la amoxicilina que sí lo son.
Grande sostiene que la mejora de los recursos en salud mental puede impactar de forma más notable en la prescripción de ansiolóticos, "donde probablemente exista un abuso". Con respecto a la depresión considera que "todo paciente debe recibir tratamiento combinado de fármaco y terapia, pero empezamos con el fármaco porque es lo que tenemos más a mano. Con más recursos no dejaríamos de prescribirlo, pero quizá podríamos retirarlo antes".