José Antonio García Donaire se licenció en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid en 1998. Se especializó como nefrólogo en el Hospital 12 de Octubre, llegando a la Unidad de Hipertensión Arterial del Hospital Clínico San Carlos, donde sigue, en 2012. Desde 2016 preside la Sociedad Madrileña de Hipertensión Arterial y, desde 2019, la española. Además, es asesor de riesgo cardiovascular de más de 15 empresas, profesor del Máster de Gestión Sanitaria de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima) y director médico de la empresa de servicios médicos Global Health Premium.
García Donaire siempre habla de tú a tú, poniéndote en el lugar del paciente. Su conversación está trufada con ejemplos de pacientes que se asemejan a este periodista: "De tu edad", "de tu complexión", "de tu trabajo"... Es su forma de hacer ver que la hipertensión es algo que atraviesa la sociedad transversalmente: afecta a entre el 33% y el 43% de los adultos y aumenta con la edad. Pero solo uno de cada cuatro la tiene controlada.
El otro gran esfuerzo de este nefrólogo es el de combatir los mitos asociados a la hipertensión: ni se trata de una asesina silenciosa ni quitando la sal a las comidas nos libramos de ella. Pero tampoco nos va a afectar demasiado el consumo (moderado) de café. Eso sí, advierte: si la hipertensión es un predictor de enfermedad y mortalidad, el nivel socio-económico es un predictor de la hipertensión.
La hipertensión es el principal factor de riesgo de enfermedad y muerte en España y en el mundo. Pero yo no sé si nos lo terminamos de creer.
Vamos con los titulares. La hipertensión ha matado en un solo año a más población a nivel mundial que todos los muertos por Covid que llevamos desde diciembre de 2019. Es algo que no abre ningún telediario. ¿Por qué? Porque es una patología que está asumida socialmente como algo que da susto, pero que se controla de una forma relativamente sencilla.
Esa idea no solamente la tiene la población, sino que la tienen incluso los facultativos, que toman la hipertensión como algo sencillo de diagnosticar. ¿Quién no tiene un aparato en casa? O me bajo a la farmacia y me mido la tensión. Algo que, aparentemente, es tan sencillo, es un arma de doble filo.
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La hipertensión es la primera causa de muerte, primera causa de discapacidad severa evitable y primera causa de coste sanitario a nivel mundial. Lo es de forma directa e indirecta porque, si tú te vas a operar de la vesícula biliar o te afecta una neumonía, si eres hipertenso tienes un peor pronóstico. Sobre todo si eres un hipertenso mal controlado.
Según la OMS, solamente uno de cada cuatro hipertensos está controlado. Y si vamos a la Comunidad de Madrid, en este caso, que es muy representativa a nivel nacional, se habla de un 29% de control.
Es decir, hay una prevalencia creciente de hipertensión por el envejecimiento poblacional, entre un 33% y un 35%. Si nos vamos a números de Madrid, estaremos hablando de dos millones y medio de personas y, a nivel nacional, pues de casi 20 millones. Un 30% de ellos no saben que son hipertensos. De los que saben que lo son, solo 66% se trata y, de los que reciben tratamiento, se controla menos de la mitad. Es decir, estamos hablando de un 21% de control.
Último titular: hay 83 productos farmacológicos distintos aprobados por la Agencia Española de Medicamentos para tratar esta patología. Si se diagnostica de forma relativamente sencilla, si tenemos 83 productos distintos para tratarlos, si todo el mundo conoce lo que es la hipertensión, ¿qué es lo que pasa que no se está controlando?
¿Cuándo va a estallar esta bomba de relojería?
Ya ha estallado. De hecho, el problema es la terminología del asesino silencioso. ¿Por qué decimos que es una asesina silenciosa? Porque esta patología, generalmente, o no da sintomatología hasta que el problema es importante, o lo hace de una forma larvada.
Es decir, son síntomas muy parecidos a los que puedes tener por otras patologías. ¿Quién no ha sentido alguna vez una sensación de debilidad o aturdimiento y lo asumes diciendo, "es que estoy muy estresado"? ¿O alguna sensación de palpitaciones? Pues esos son los síntomas de la hipertensión: no es verdad que sea un asesino silencioso. Lo que pasa es que la sintomatología es muy común a otras patologías.
Si a mí me salen unas costras en el codo digo "puede ser psoriasis". O si tengo un ojo rojo, voy al oftalmólogo porque puedo tener una conjuntivitis. Pero si tengo una sensación de debilidad matutina o un poco de aturdimiento trabajando, o me canso más de lo normal, yo asumo que es porque estoy muy estresado o porque tengo que comer mejor, ¿no?
O porque no hemos desayunado bien.
Tanto el ministerio como las consejerías no se han preocupado de esta patología. Además, no hay unidades de hipertensión específicas. Esta [por la del Clínico San Carlos] es una unidad que vas a encontrar muy infrecuentemente como multidisciplinaria: aquí trabajamos cardiólogos, internistas y nefrólogos de forma coordinada y también con la atención primaria, que es donde está la gran masa de pacientes hipertensos.
Por otra lado, existe una falta de adherencia al tratamiento. No solamente se trata de pastillas sino que es el estilo de vida. Por ejemplo, la sal. No se trata de la sal blanca que echas con el salero sino del sodio que tienen los alimentos. Y, por último, el sedentarismo. Somos el país más sedentario de Europa.
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En la consulta decimos que naces con un determinado DNI de genes, que pueden estar dormidos toda la vida o pueden despertarse. La forma de despertarlos son estos tres enemigos: el consumo excesivo de sodio, el sedentarismo y el distrés, que es cuando gestionas mal tu estrés. Hacen de trigger, de interruptor.
Eso hace que desarrolles hipertensión joven y, cuando te haces un chequeo a los 50 años y te diagnostican hipertensión, a lo mejor ya tienes daño cardíaco y daño renal. Y eso es algo que hay que evitar a toda costa.
En 2017 la Asociación Americana del Corazón rebajó la definición de hipertensión a 130/80 mmHg. Pero la guía española, del año pasado, la ha mantenido en 140/90. ¿Quién tiene razón?
Pues mira, los dos. No sé si te puedes comparar con un periodista de Wisconsin, pero a lo mejor él tiene 20 kilos más de peso, unos antecedentes familiares diferentes y, sobre todo, tiene una dieta muy distinta a la tuya.
En Europa somos un poco más conservadores porque sabemos que las evidencias de los estudios hay que analizarlas mirando al enfermo porque, muchas veces, bajar demasiado la presión da más efectos secundarios.
Hay que enseñar al paciente cuál es el objetivo de la atención: si es el americano de alcanzar 120/80 –en algunos casos, menos de 70 en la diastólica– o lo que nosotros proponemos de 140/90. Pero es que ese 21% de pacientes que controlan su hipertensión, si bajamos el objetivo a 130/80, sería un 10%.
¿Por qué la gente entonces no cumple?
Pues porque las enfermedades crónicas hay que tenerlas en cuenta todos los días. Muchos pacientes llegan a la consulta y la primera pregunta es "¿pero esto va a ser para toda la vida?" Ese concepto de para toda la vida es algo que culturalmente no tenemos bien metabolizado mentalmente. No estamos asumiendo que las patologías crónicas son parte de la vida. La enfermedad es parte de la vida en general, pero las patologías crónicas también.
Lo que tienes que hacer si no quieres acudir al médico es prevenir. Como no se está previniendo, tenemos que ir hacia la educación. Pero, insisto, ahí la parte gerencial o la parte política tiene que dar un paso adelante y no lo está haciendo. Porque esto no vende, no es una enfermedad muy llamativa que tú puedas enseñar en un telediario.
Es lo típico: no me cuido hasta que me pasa algo. Pues la prevención consiste en que no haga falta que te pase algo para que te cuides. La hipertensión necesita que te cuides tú, necesita que el médico acierte con el tratamiento y necesita adherencia al mismo, a las pastillas, a saberte medir la tensión en la farmacia o en tu casa o en el médico…
¿Hay personas inmunes a la hipertensión?
Lamentablemente, en un porcentaje muy alto desconocemos la causa y eso es más razón para intentar invertir en esta patología, pero hay un componente hereditario genético. Es decir, si tienes antecedentes de primer grado de hipertensos, tienes muchas posibilidades de serlo y los determinantes son la mala dieta o la dieta rica en sal, grasas saturadas, etc.
Hay una cosa interesante, que es la sensibilidad a la sal. Hay personas que comen lo mismo que tú y engordan, y te dirán "¿por qué tú no engordas y yo sí?" Pues eso es por la sensibilidad a la sal en el caso de la hipertensión. Hay determinados receptores genéticos en el riñón que hacen que haya personas que coman sal y desarrollen hipertensión pero hay gente que come muchísima sal y que no la desarrolla.
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Hay un fenotipo, un paciente tipo de la hipertensión, con antecedentes familiares, alto estrés en su vida personal, familiar o laboral, un mal estilo de vida, etc. y se suele asociar a otros factores como la resistencia a la insulina, un sobrepeso o alto colesterol, o algún hábito tóxico como el tabaquismo, que también favorece la hipertensión.
La hipertensión es como el malote del grupo: cuando los demás aparecen, viene este, que suele estar silenciado pero, en un momento dado, aparece para dar un problema gordo: enfermedad renal, cardiaca y cerebrovascular.
¿Está definido el porcentaje de esas personas que son más resistentes?
Es un porcentaje bajo. El 80% de los pacientes tiene sensibilidad a la sal y un 20% no. Esos son aquellos que tienen la fortuna de recibir menos tratamiento y una vigilancia más laxa que el resto.
¿Confía en las mediciones de la tensión que se hacen en las personas en su casa?
Absolutamente sí, pero cuando reciben un buen entrenamiento. Yo no me puedo liar a hacer una maratón si no he corrido en mi vida y no me dicen qué zapatillas tengo que llevar, cómo tengo que llevar el ritmo de la carrera, etc. En el caso de la hipertensión es exactamente igual. Tú no puedes ponerte delante de un aparato si no sabes cómo se utiliza.
La medicina tiene una suerte, que es poder objetivar cifras midiendo la hemoglobina, el potasio, o el líquido cefalorraquídeo. Imagínate que esa cifra del líquido cefalorraquídeo o de un electrocardiograma que me está dando el aparato fuera mentira, que yo no me pudiera fiar de ella. Eso es lo que está pasando con la tensión.
Si el paciente no realiza bien la medida, el facultativo puede ofrecer un tratamiento erróneo. Además yo no me puedo fiar solamente de las tensiones que el paciente tenga aquí, en un hospital. Ha estado esperando, por aquí se aparca fatal… el paciente viene atacado. Si yo me tengo que fiar de esa cifra de tensión para poner un tratamiento, la he liado.
Entonces, ¿qué hago? Entrenarlo para que me traiga sus tensiones de casa. Con las tensiones de casa, las de la consulta y, en ocasiones, con un aparato que se llama Holter de tensión o MAPA, que es un monitor de 24 horas que se le pone y le mide 60 veces la tensión, con las tres medidas yo tomo la decisión.
Lo primero que te encuentras en las guías europeas es que el paciente sepa cómo se tiene que tomar la tensión en casa.
La sal sigue siendo el principal enemigo.
Sí, sigue siéndolo. Es importante dar el mensaje de que no es el salero de la mesa. Afortunadamente, gracias a políticas que hemos lanzado desde las sociedades científicas y las unidades de hipertensión, ya es raro ver un salero en los restaurantes, se ha reducido el sodio del pan a nivel de las panaderías y los obradores, pero el sodio sí.
El 80% de los hipertensos son sensibles a la sal. Con reducirla, podemos quitar también un fármaco antihipertensivo. Esta patología se caracteriza porque con una sola pastilla es imposible controlarte la tensión. Necesitas una media entre dos y tres fármacos para hacerlo. Entonces, solamente reducir la sal a niveles adecuados puede hacer que una pastilla te la puedas quitar porque no sea necesaria. Eso es un mensaje de un refuerzo positivo para el paciente, por un lado.
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Pero también tenemos que hablar de hábitos de alimentación y ejercicio. Tienen que ir de la mano. Si tú comes de forma fenomenal pero no tienes al menos un gasto calórico básico para evitar engordar, vas a engordar y vas a tener dos problemas. Por un lado, tienes hambre porque estás comiendo las calorías justas, ni más ni menos, y encima estás engordando. O sea que estás haciendo un esfuerzo que no lo ves recompensado. A los tres meses lo dejas.
¿También sigue siendo el café un enemigo?
No. Absolutamente no. De hecho, hay publicaciones europeas y americanas que lo que te dicen es que cualquier hipertenso se puede tomar un café todos los días, como el que se haya estado tomado toda su vida.
El café tiene un efecto que dura solamente entre 5 y 10 minutos, en los que tienes una ligerísima subida de la tensión. A partir de esos 10 minutos la tensión ya es normal. Por tanto, el mensaje es claro: no tiene usted que moderar su consumo.
Ayer tenía un paciente que tomaba 5 cafés al día por la mañana, antes de las 12. Hombre, pues es que eso no es sano, ni sin hipertensión ni con, para tu estómago. Lo reducimos a uno y luego uno o dos descafeinados al día también.
Yo tomo cuatro cafés al día.
Pues hombre, cuatro cargados no es sano. Lo sabes porque aparte de la tensión es que te sube la frecuencia cardíaca, al estómago no le va bien... Es importante moderar. Como todo en la vida, pero en este caso más.
En el último año hemos visto, por la inflación, una carrera de precios crecientes en el supermercado. Y esto hace que mucha gente, en lugar de elegir, por ejemplo, un aceite de oliva de la virgen extra, cuyo precio ha subido más, pues se decante por opciones más baratas y quizá menos saludables. No sé si esto va a tener un efecto en la salud.
Ya lo tiene. Eso ya lo estamos viendo. El efecto del aumento de precios se está observando porque comer bien es caro. Y ahora es todavía más caro. Comer bien significa comer sano.
Los fármacos, que también se podría hablar de ello, tienen un precio que en algunos casos algunos pacientes no pueden pagar. Y el problema es que el paciente no puede dejar los fármacos para esta patología porque sabe que, si lo hace, tiene una subida de tensión y tiene cefaleas, una crisis...
Con los alimentos está pasando que personas que comían muy sano y que tenían un análisis de colesterol y de ácido úrico excelentes, están teniendo peores resultados porque están comiendo mucho peor. Y de ahí también crisis hipertensivas, lo que conlleva más fármaco y más gasto.
Ese efecto se está observando especialmente en los pacientes con una situación socioeconómica más baja, que llegan más justos a fin de mes. Hay fármacos de la tensión que están costando 11-13 euros al mes y eso a algunos pacientes les duele. Porque se lo están quitando del aceite de oliva virgen extra y lo están pagando en fármacos. El problema es que, si él no come bien, va a necesitar más fármacos y va a tener más gasto. Y eso es un problema. Es una situación muy prevalente hoy en día en la consulta.
¿Está de acuerdo con los impuestos a las bebidas azucaradas? ¿Debería hacerse también con ultraprocesados?
Yo soy muy amigo de la libertad. Intento no gestionar, desde mi puesto, lo que se tiene que hacer en cuanto a precios. Pero sí en cuanto a información. La información sí que es algo que tiene que aparecer de forma fiable. Cuando tú tienes un alimento que pone que es sin sal, es mentira. Lo que no tiene es sal añadida. Un pescado de Chile que llega a España en 48 horas está conservado con sal. Es decir, que tiene sodio. Lo que pasa es que no le han echado más sodio todavía.
Lógicamente, el ultraprocesado ya conlleva una serie de conservantes y de sodio. Ahora bien, insisto, yo no soy de prohibiciones. Si usted se ha jubilado, se toma un vino los sábados con los amigos, no le voy a quitar yo ese vino. Y si se quiere tomar una patata frita, tampoco se la voy a quitar.
Lo que usted tiene que tener en cuenta es que el ultraprocesado le viene mal a su salud. Esa es la información que yo le voy a dar. Si no es bueno para su salud, hay que intentar evitarlo. Ese mensaje ya es suficientemente potente.
Algunos países obligaban a poner que un alimento es alto en sodio con una pegatina enorme.
Yo estoy de acuerdo en poner avisos de lo que tienes entre manos. Luego ya tú decides qué es lo que quieres o puedes hacer. En ocasiones, no te queda más remedio que comer lentejas, arroz... que sería lo ideal. Grande Covián, el nutricionista, hablaba de tomar cinco días a la semana legumbre o arroz. Y eso no lo hacen nada más que nuestros abuelos. Qué casualidad que nuestros abuelos vivan 80-90 años o más. Si eso es lo saludable, hay que hacer es un refuerzo positivo sobre eso.
Nosotros nos estamos convirtiendo, no te voy a decir que en asesores de salud, pero sí en especialistas en ayudarte en una patología muy concreta durante toda tu vida. No solamente en "toma, una pastilla", y adiós. Sino que yo me tengo que involucrar en dónde vives, con quién vives. ¿Tienes dinero para hacer una compra saludable? ¿Cómo te puedo ayudar en todos esos sentidos? Ojalá tuviéramos un nutricionista y una psicóloga aquí, estamos peleando para tenerlo.
¿La tensión depende del código postal?
Buena pregunta. Nos lo va a decir la inteligencia artificial. Nos puede decir si en determinada calle, en determinado barrio, en determinado distrito de Madrid hay un porcentaje de obesidad, de hipertensión, de consumo de sodio, de colesterol. Y con eso se va a poder hacer una individualización social. Porque los consejos generales están muy bien pero luego la salud se hace mediante consejos específicos en cada uno de los casos. Eso es complejo de hacer a nivel poblacional, pero en consultas como esta sí que lo intentamos hacer.
Por tanto, a nivel del código postal, sin duda depende, porque el nivel socioeconómico bajo, no solo en España sino en todo el mundo, se asocia con más riesgo de hipertensión.
Esto empieza en la escuela, en quién te cuida cuando eres pequeño; continúa con la educación que has tenido en el colegio o en el comedor, en la universidad o en el trabajo, y con el nivel socioeconómico que tú alcances. Porque cuanto más bajo, peor para los factores de riesgo cardiovascular en general, pero para la hipertensión en particular. Todo empieza de pequeñines.
El tupper es esencial.
No eres el aburrido por llevarte al trabajo una ensalada o un trocito de pan integral. El que se está cuidando no es el rarito, sino al revés. Los raritos son los que se llevan la hamburguesa. Dentro de unos años será el rarito el que irá de visita con las flores al hospital, claro.
Es importante también que esto cale y le llegue a la gente. Porque esto, estamos hablando de cosas súper sencillas. Y es que, de hecho, cuando tú sabes que el cuerpo está muy bien y haces deporte, te encuentras mejor. Si es que te encuentras bien. Y además, te vas de senderismo y no te quedas el último ahí echando el bofe con tus colegas, ¿sabes? Sobre todo,te encuentras más sano. Y duermes mejor ese día.
Yo tengo aquí gente de 30 años que están tomando 4 pastillas todos los días ya. Para el ácido úrico, para el azúcar, para la tensión, un par de ellas. Y tienen 28 o 30 años. Claro, pero llevan en un ambiente malo a nivel de salud desde los 5 o 6.
¿Hay profesiones que ve más en consulta que otras?
Esta es una pregunta interesante. Depende de la zona. Yo trabajaba antes en el 12 de Octubre, en la zona sur de Madrid, más deprimida económicamente que la actual y con otras profesiones distintas. Esta es una zona de nivel adquisitivo mayor y se ven diferentes tipos de profesiones. Evidentemente, las profesiones que están de cara al público tienen un nivel de tensión más alto. Taxistas, comerciales, algunos funcionarios que trabajan de cara al público todos los días...
Y luego todo lo que tenga que ver con sedentarismo. Trabajo sedentario igual a más riesgo de hipertensión. Y al revés. Personas que están todo el día moviéndose, tienen un nivel de hipertensión mucho más bajo, insisto, en general. Y depende también del área económica de la que estás hablando. En la zona oeste de Madrid hay un nivel adquisitivo más elevado. Si te vas a zonas más deprimidas, el nivel de hipertensión es más alto y los trabajadores, claro, no tienen más remedio que irse todos los días una hora en transporte público, que eso es positivo, pero luego a lo mejor están haciendo un trabajo que es más sedentario. O no pueden comer bien.
¿Cómo está la presión arterial de los médicos? ¿La presión asistencial correlaciona con la presión arterial?
Pues mira, los médicos, como bien sabes, nos cuidamos fatal. Somos muy malos pacientes. Fatales. Yo soy del año 74 y los que están viniendo después son de otro perfil, vamos a decir, la nueva generación de médicos tiene un perfil diferente de alimentación, de ejercicio, de cuidarse, estéticamente, pero no de medicina. Eso es algo para darle una pensada.
Lo otro da para una hora más de charla. A ver, la presión asistencial es horrible, nos pagan fatal, y sobre todo para el número de pacientes que se ven es tremendo. Hacemos mucho con muy poquitos medios. Los centros de salud están colapsados, nos derivan pacientes como pueden.
Muchas veces los criterios de derivación también serían para otro tema, de cuando un paciente tiene que ser derivado al hospital, el hospital lo tiene que diagnosticar, iniciar el tratamiento y bidireccionalmente, a través de la e-consulta o a través de la telemedicina, poder hacer un seguimiento común. No me quedo yo el enfermo, ¿no? El enfermo es de su madre, de su padre y de la seguridad social. No es mío ni es tuyo. Y por eso se tiene que mejorar un poco
Si tuviera que elegir una única cosa, tanto para quitar como para añadir, que mejorara la presión arterial de los españoles, ¿qué sería? Algo muy concreto.
Para añadir: formación, sin duda. Formación e información, las dos cosas. Y para quitar: algunos mitos. En la hipertensión hay muchos mitos. El mito más importante es el de que es una asesina silenciosa. Eso ya te lo digo yo que no es verdad. Lo que pasa es que hay que saber, como en las series de asesinos, ¿no? Hay que saber cuáles son las claves que te da la patología.
Si tú conoces la patología, no me refiero como profesional, sino como población, el asesino lo cazas antes de que te maten. Esto te da síntomas, te da avisos. Lo que pasa es que hay que saber cuáles son esos avisos. Y por eso viene la parte de la formación. Lo positivo, formación; lo negativo, es que estamos llegando tarde, te diría.
[El fruto seco con tantas propiedades para las mujeres que merece la pena cada caloría]