Todos tenemos en casa una selección de medicamentos que consumimos cuando no nos encontramos demasiado bien. Sin embargo, esta costumbre tan extendida en España no es aconsejable: deberíamos recurrir a la indicación de un médico o de un farmacéutico después de haber expuesto nuestro caso. Aunque pensamos que la mayoría de fármacos son inofensivos, en realidad, algunos de los que hemos consumido con más frecuencia se relacionan con la aparición de algunos tipos de cáncer.
Los científicos han insistido especialmente en que debemos consumir antibióticos sólo cuando sea necesario. Esto se debe a que las bacterias pueden evolucionar a variantes resistentes a ellos y dar lugar a infecciones más difíciles de eliminar. Ahora bien, la comunidad científica ha aportado recientemente otro motivo por el que no debemos de emplear estos medicamentos a la ligera: dos estudios científicos recogidos en este artículo de EL ESPAÑOL vinculan este sobreconsumo con el desarrollo del cáncer de colon y recto.
Los antibióticos tienen la capacidad de destruir las bacterias que producen enfermedades en nuestro organismo, pero también pueden eliminar aquellas que son beneficiosas y con las que vivimos en simbiosis. Estas son las bacterias que se encuentran en el intestino y que actúan como una barrera protectora que evita la entrada de otros microorganismos patógenos. "Varios estudios sugieren que la microbiota y sus metabolitos no sólo están relacionados con la carcinogénesis al inducir inflamación y desregulación inmunitaria –lo que conduce a inestabilidad genética–, sino que también interfieren con la farmacodinámica de los agentes anticancerígenos", explica el artículo de EL ESPAÑOL.
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Otro grupo de medicamentos que consumimos con poco cuidado y que se han asociado con el cáncer son los inhibidores de la bomba de protones. Es decir, esos que llamamos de manera coloquial protectores de estómago y el más famoso de ellos es, sin duda, el omeprazol. En realidad, estos medicamentos deberían limitarse al tratamiento de la esofagitis por reflujo, del ardor y de la regurgitación ácida en la enfermedad del reflujo gastroesofágico. Sin embargo, muchas veces lo tomamos para enfrentar una comilona o una intensa sesión de consumo de alcohol.
Algunos estudios, como este publicado en British Journal of Medicine (BMJ), han encontrado una relación entre el consumo de inhibidores de la bomba de protones y el cáncer de estómago. En este estudio concretamente analizaron una muestra de 63.000 sujetos que habían superado la infección por Helicobacter pylori –también relacionada con el cáncer gástrico– y observaron que los que habían sido tratados con estos medicamentos tenían el doble de posibilidades de padecer cáncer que los que habían tomado otros medicamentos para el reflujo.
En ese mismo estudio se afirma que quienes toman omeprazol a diario tienen hasta cuatro veces más de riesgo de cáncer de estómago que quienes lo toman de manera semanal. Si bien todavía la evidencia de esta relación no es suficientemente potente y hace falta realizar más estudios para confirmarla, los sanitarios piden que limitemos el consumo de inhibidores de la bomba de protones a fin de evitar este posible riesgo. Es decir, reservarlos para cuando nuestro médico considere oportuno su consumo.