Cum laude es una locución latina que significa 'con elogio' y se utiliza para indicar que algo es excelente, especialmente en entornos académicos. Suena algo que solo unos pocos son capaces de alcanzar, pero nada más lejos de la realidad: en España la inmensa mayoría de las tesis doctorales son cum laude.
De las 11.344 tesis leídas en España en 2021, nada menos que 9.372 obtuvieron la calificación de sobresaliente cum laude. Son el 82,3% de todas, más de ocho de cada diez de las presentadas, según las estadísticas del Ministerio de Universidades.
En los ámbitos científicos y médicos, la proporción es incluso mayor: un 90,2% de los doctorandos en Ciencias de la Vida y en Medicina lograron la calificación. En Ciencias Físicas, Químicas y Geológicas lo hicieron el 87,5% de los alumnos, y en Matemáticas y Estadística el 85,2%.
"El cum laude ha perdido ese concepto de excepcionalidad para pasar a ser lo normal", admite Manuel de León, matemático y profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "Si no te lo dan es que ha pasado algo raro: es más negativo que no te lo den que positivo el tenerlo".
Se ha vuelto algo tan habitual que puede contar con los dedos de las manos las ocasiones en que ha visto una nota más baja. "En Matemáticas es raro que no se dé un cum laude, en los últimos años hubo una tesis con un notable, pero es que era bastante floja e incluso la propia directora de tesis lo admitía", señala. "Suele ser gente que deja el doctorado y luego se reincorpora solo para sacarse el título".
¿Cómo es posible que una etiqueta de excepcionalidad sea la tónica habitual en la universidad española cuando esta no destaca en los rankings internacionales de excelencia? El investigador señala que, para que una tesis llegue a ser defendida ante un tribunal, ha pasado antes por muchos trámites y que el director de tesis es más que una simple guía. "Muchas veces se designa a un lector previo, por si ve cosas raras. Si ha visto cosas que no parece que estén bien, se dicen antes, no en el momento de la lectura".
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Los investigadores consultados por EL ESPAÑOL apuntan en la misma dirección. "Es lo normal", explica Miguel Ángel González, profesor del Departamento de Tecnología Química, Energética y Mecánica de la Universidad Rey Juan Carlos. "Solo he conocido dos que no lo han sido: una doctoranda que lo hizo muy mal, se sacó una oposición en otra área y remató la tesis un poco por encima, y otro que hizo un trabajo de fin de máster alargado, solo le faltó meter sus fotos de las vacaciones".
Sin embargo, entre no hacerlo mal y hacerlo de forma excelente hay muchos grados que parecen no existir en la Universidad española. "Muchas veces no se evalúa solamente al chaval o chavala sino también el trabajo del director de tesis", valora. Precisamente es este, el director (o comité de dirección si son varios), el que elige a los miembros del tribunal. "Al final, no son evaluadores independientes aunque pongas dos del departamento, dos de fuera…". González apunta que "no es que esté amañado, pero vas a gente afín".
También existe cierta presión 'social' para otorgar la máxima calificación. En España, la defensa de la tesis es pública y puede acudir quien quiera, por lo que generalmente lo hace la familia o amigos del doctorando. "El tribunal no va a sacarte los colores delante de tu padre y tu madre, puede que sean más laxos y les cueste más decir 'este no tiene ni idea'".
Al final, el cum laude es algo más ornamental que útil: queda bien pero no te va a ayudar en tu carrera investigadora. Ninguna de las personas consultadas para este artículo cree que esta calificación ha impactado positivamente en su devenir posterior de becas, proyectos, etc.
Esta devaluación de la máxima calificación no es algo a lo que la Universidad sea ajena, pero resulta más difícil de cambiar de lo que parece. En algunas se ha instaurado un sistema de voto espaciado en el tiempo: se da una calificación máxima en el momento de la defensa de la tesis (el sobresaliente) y los miembros del tribunal emiten un segundo dictamen para ofrecer o no el cum laude emitiendo un voto anónimo en un sobre cerrado que será abierto una semana después. Si hay unanimidad, se otorga el cum laude.
Intentos de cambio... infructuosos
También ha habido intentos de eliminar esta calificación, que de poco sirve para la carrera científica. David Díez del Molino es investigador postdoctoral en el Museo Sueco de Historia Natural de Estocolmo y, durante su doctorado en la Universidad de Girona fue representante de los estudiantes en el Claustro.
"Los programas se adaptaron a Bolonia y, entre otras cosas, hubo muchas conversaciones para pasar de un sistema de calificaciones a uno de aprobado o suspenso", rememora a este medio. "Pero la conclusión siempre era la misma: si las tesis pasan a no tener calificación, será en detrimento comparativo con aquellas que se han defendido con el sistema antiguo y tienen la máxima calificación. Así que se dejó como estaba".
Este sistema es el que está presente en otros países de nuestro entorno. Díez del Molino ha hecho estancias en Reino Unido y Suecia y en ambos países "las tesis de doctorado no llevan nota asociada. La única calificación que se obtiene es aprobado o suspenso".
El sistema de defensa de las tesis también es distinto. Por ejemplo, en Reino Unido se hace a puerta cerrada y en Italia es casi como una ponencia en un congreso, sin la pompa que se le da en España. En EEUU tampoco se asocia esta calificación a la tesis sino que se otorga en diferentes grados (cum laude, magna cum laude y summa cum laude) a una carrera entera según un estricto sistema: por lo general, se otorga en base a umbrales de notas o a aquellos que se sitúan, por lo general, en el top 30%, 15% y 5% de una promoción.
Otra diferencia fundamental es la función de los comités de doctorado. "En España se forma para evaluar la defensa y el producto final", explica Inmaculada Hernández, profesora titular de Farmacia en la Universidad de California en San Diego. "En Estados Unidos, el comité es el grupo de mentores del estudiante de doctorado durante la duración del proyecto. No solo evalúa, también ayuda a planear la investigación desde que se plantea la tesis. Frecuentemente son coautores en los papers del doctorado y forman parte del equipo de investigación".
Hernández apunta también que, cuando obtuvo su doctorado, por la Universidad de Pittsburgh, lo hizo "sin nota" pero sí le concedieron el 'Best Dissertation Award' del departamento, el premio a la mejor tesis doctoral. En España existen figuras como el Premio Extraordinario de Doctorado, que se da a una única persona, normalmente de forma anual, o la Mención Internacional, cuando se escribe y defiende en un idioma habitual para la comunicación científica (generalmente, el inglés), sellos de calidad adicional más exclusivos.
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Díez del Molino, que recibió este segundo, reconoce que tampoco está considerado fuera de España y que probablemente solo sirva "a la hora de solicitar acreditaciones a la ANECA", la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, "a la que le encanta la burocracia".
Pese a todo, los investigadores acaban quitándole importancia a esta banalización de la clásica etiqueta de excelencia. "Tampoco me parece terrible que la mayoría de las tesis obtengan la máxima puntuación", reconoce Díez del Molino. "Hay que entender que una tesis doctoral es un proceso bastante largo y complejo durante el cual el trabajo está bastante tutelado y sometido a controles de calidad constantes".
Por ejemplo, "al menos en la Universidad de Girona, los estudiantes deben presentar informes de seguimiento cada año, en los que se comprueba que la tesis progresa correctamente y que los objetivos de calidad se cumplen. Además, antes de poder defenderla, la tesis se envía a un panel de expertos externos que también evalúan la calidad. Todo eso ayuda a que el nivel de las tesis sea bastante alto en general".
Hernández apunta que la Universidad, al ser un órgano "relativamente tradicional", gusta de los rituales, como pueden ser el uso de estas designaciones. Sin embargo, hay otros problemas más acuciantes, "como eliminar la corrupción académica en casos de másteres otorgados a líderes políticos sin aparecer por clase, aumentar el porcentaje de tesis doctorales que se publican, asegurar la calidad de los estudios de máster o dedicar más financiación para proyectos de investigación".