Entre los miles de dichos que circulan por ahí, hay uno que dice así: cuando las cosas están mal, es el mejor momento para reinventarse. Esto fue lo que hizo Javier Gastón, un empresario dedicado a las reclamaciones judiciales. "Llegó el 14 de marzo de 2020 y todo se paró", recuerda. Con la declaración del estado de alarma a causa de la Covid, los juzgados cerraron sus puertas. Otras, en cambio, tuvieron que hacer esfuerzos sobrehumanos por estar abiertas, las de los hospitales. El sector sanitario entró en colapso y, de la necesidad de ayudar, surgió la nueva aventura de Javier Gastón, test low cost para el diagnóstico del coronavirus.
"Estábamos inmersos en una pandemia y la única forma de controlarla era mediante la prevención y a eso se le llama test Covid", prosigue Gastón. Aunque no hace ni cuatro años de todo aquello, probablemente, lo que muchos tienen ahora en mente son los test rápidos que vendían en las farmacias por poco más de tres euros. Sin embargo, como evoca este empresario, en lo más crudo del coronavirus, acceder a una prueba diagnóstica —sin tener síntomas ni contacto estrecho con un contagiado— era una tarea ardua por la saturación del sistema sanitario. "Las personas querían saber si estaban bien para poder ir a ver sus familias", detalla el entrevistado.
El problema es que hacerlo por un laboratorio privado suponía un coste tremendo. Así lo ilustra Gastón con un caso como el del ejemplo anterior: "Una mujer me llamó y me dijo: 'He pagado 600 euros por cuatro personas porque vamos a ver a un familiar y necesito saber que estamos limpios. ¿Me estás diciendo que con vosotros me cuesta 240?'".
Con vosotros se refería a Democratest, una empresa que comenzó a fraguarse un 27 de marzo de 2020 y que se llevó al registro mercantil el 19 de mayo de ese mismo año. ¿Su filosofía? "Democracia en relación a la Covid". Así, una PCR, a diferencia de los 200 euros del mercado, aquí se ofrecía por tan sólo 60. "No sabes la alegría de aquella mujer", rememora Gastón.
A pesar del escepticismo que les acompañó durante los primeros meses, por aquello de si es tan barato, por algo será, finalmente, lograron la confianza de miles de usuarios. Mejor dicho, cientos de miles. Democratest ha realizado más de 900.000 de test Covid con certificado y, en 2021, consiguió facturar 34 millones de euros.
Reinventarse de nuevo
El modelo de negocio sanitario impulsado por Gastón ha demostrado que es posible aunar el éxito empresarial y poner al usuario en el centro de una pandemia. Lo que pasa es que, aunque los resquicios de la Covid continúan presentes, los test parecen ya cosa del pasado y, al igual que al principio de esta historia, ahora toca reinventarse de nuevo.
Democratest ha puesto así su punto de mira en otra pandemia, una que los expertos en infectología observan con alarma: la de las infecciones de transmisión sexual (ITS). Sólo para poner al lector en contexto. La gonorrea y la sífilis han marcado en 2021 su máximo de incidencia desde hace 25 años, con 15.338 y 6.613 casos. Por no hablar de la clamidia, la infección de transmisión sexual predominante en nuestro país, con 20.507 casos.
"En lo que nosotros creemos es en la prevención. Es mucho mejor adelantarse a la enfermedad que curarla", detalla Gastón. Así, la idea que defiende este empresario pasa por empezar a inculcar conciencia sobre la realización de estos test diagnósticos para disfrutar de una sexualidad con garantías, algo que, aunque en España no tiene mucha tradición, en otros países sí que se lleva a la práctica. Sólo hay que recordar a la mítica Sex and the City y el famoso capítulo en el que las amigas regañan a una de las protagonistas por no llevar al día sus exámenes de salud sexual. Y esto era terminando la década de 1990.
Así, un test rápido de detección de ITS (incluye 14 microorganismos relacionados con la clamidia, gonorrea, micoplasma, tricomoniasis, sífilis, herpes 1 y 2), tiene un precio de 60 euros. Todos sus precios y servicios se pueden consultar en la página web.
Cambiar el chip
"Evidentemente, existe el preservativo, pero hay veces que este método no se emplea durante todo el tiempo o que no es eficaz al 100% contra ciertas enfermedades", matiza Gastón. Es cierto. Hay patologías de transmisión sexual que no se evitan del todo con el profiláctico, como es el caso del herpes genital.
Esta infección no es de declaración obligatoria para los sistemas de vigilancia epidemiológica, por lo que se desconoce su alcance real. Según la OMS, en 2016 (último año del que se disponen datos), se constató que el 67% de la población mundial menores de 50 tenía una infección por VHS-1 (virus del herpes simple que afecta a la zona labial o genital). Mientras, un 13% estaba infectada por el VHS-2, que es exclusivamente genial. A falta de cifras actualizadas, es ilustrativo un artículo publicado en The New York Times que advertía del crecimiento de esta enfermedad y del drama y estigma que sufren aquellos que lo padecen. "Esto, lo que evidencia es que hay que cambiar el chip, pero es difícil trasladarlo a la gente para que sea realmente consciente", sentencia Gastón.
Según el empresario, aparte de la citada falta de conciencia sobre este problema, contra ellos juega el hándicap de que no hay mucha cultura de pago en sanidad en nuestro país: "Todo el mundo tiene acceso a la seguridad social, que es gratuita, pero la Covid lo puso todo patas arriba y ahora se enfrenta a una saturación importante, problema que también se ha trasladado a los seguros privados".
Por eso, Gastón cree que acercar determinados servicios a un precio moderado es una buena herramienta para ayudar con el tapón sanitario. De hecho, han comenzado a trabajar en más proyectos, como test hormonales metabólico-endocrino. También en un sistema de petición de citas que permite obtener una consulta médica presencial de un día para otro o, en los casos más extremos, con una hora de antelación. "Si podemos aportar nuestro granito de arena para lograr un sistema centrado en el usuario, el esfuerzo habrá merecido la pena", termina.