Los médicos estallan contra las operaciones en Turquía: "He atendido estómagos perforados"
El caso de 14 pacientes con botulismo es solo un ejemplo de los riesgos de las intervenciones low cost contra la obesidad que ofrece este país.
14 marzo, 2023 02:26La alerta generada por 14 casos de botulismo en personas que habían acudido a Turquía a someterse a tratamientos para perder peso es solo la punta del iceberg de un turismo anti-obesidad low cost y sin garantías pero que atrae por la inmediatez y los bajos precios frente a las largas listas de espera para la cirugía bariátrica en la sanidad pública.
Este modelo obvia la necesidad de un seguimiento estrecho de la evolución del paciente recién operado, cuyas complicaciones deben ser tratadas a su vuelta a España, muchas de ellas entrañando riesgos para su vida, como perforaciones del estómago o fístulas.
En el caso actual, estas personas habrían recibido, a finales de febrero, inyecciones intragástricas de toxina botulínica, un procedimiento que no está aprobado en España y apenas se utiliza en el resto del mundo por no tener suficiente evidencia científica detrás. Ahora sabemos, además, que es peligroso.
Consiste en llegar hasta el estómago del paciente con un tubo introducido por la boca e inyectar la toxina en el antro gástrico, la parte inferior próxima al píloro, que es responsable de vaciar el contenido de la primera digestión hacia el duodeno.
Desde hace poco más de una década se ha venido probando esta técnica, por la ventaja que supone no tener que realizar una intervención quirúrgica. En teoría, la toxina ralentizaría el movimiento de vaciado del estómago, incrementando la sensación de saciedad y, por tanto, reduciendo las ganas de comer.
El principio es el mismo que cuando se utiliza con un fin estético: genera una parálisis de la musculatura, que no se contrae, 'eliminando' las arrugas. "También se usa para el estrabismo en niños, el bruxismo, la hiperhidrosis en axilas (exceso de sudoración) y, una indicación aprobada el año pasado, la sialorrea, el exceso de salivación", explica a EL ESPAÑOL el secretario de la Sociedad Española de Medicina Estética, Eduardo de Frutos.
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Según el informe del Centro Europeo para el Control de Enfermedades, varios pacientes han requerido ingresos hospitalarios y en UCI, con complicaciones como la ptosis (caída de párpados), disfagia (dificultad para tragar) y disnea (dificultad para respirar).
"En los 17 años que llevo aplicando toxina botulínica, nunca he tenido una complicación de este tipo. Para que existan, tienen que utilizarse dosis muy altas". Mientras que en tratamientos estéticos se aplican entre 40 y 50 unidades internacionales de toxina que hace que, como mucho, "tengas una complicación local", en el caso turco se habrían administrado entre 1.000 y 1.500 unidades.
Además, inyectada en el estómago es más fácil que pueda pasar a otros órganos. "Si la toxina escapa a la sangre, pueden producirse efectos de parálisis y los pacientes necesitan ser intubados porque dejan de respirar", señala Andreea Ciudin, coordinadora de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Universitario Vall d'Hebron y tesorera de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
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Los síntomas serían similares a los provocados por la bacteria Clostridium botulinum, que suele contraerse por alimentos en mal estado. En España apenas se dan casos de botulismo y normalmente están ligados a conservas caseras.
Los especialistas en obesidad consultados por este periódico se muestran sorprendidos y alarmados por el uso de toxina botulínica como tratamiento contra esta enfermedad, algo que no está avalado por ninguna sociedad científica internacional.
De hecho, varias sociedades médicas emitieron el año pasado un comunicado para alertar de los peligros del turismo sanitario para la cirugía de la obesidad, donde Turquía estaba en el punto de mira.
"Al día siguiente vuelves a casa"
En los últimos años, el país se ha puesto de moda por ofrecer tratamientos –principalmente estéticos– a un coste mucho menor que en otras naciones. Se conoce sobre todo por la peregrinación hacia las clínicas de implante capilar, pero la cirugía bariátrica también ha sido protagonista, donde los tratamientos pueden costar hasta tres veces menos.
Las técnicas más utilizadas son la manga gástrica y el bypass gástrico, que requieren una intervención quirúrgica. "Necesitas una evaluación muy completa y multidisciplinar antes de hacerlo, pero en Turquía te piden tres datos online, vas, te operas y al día siguiente vuelves a casa", comenta Ciudin. Esto tiene sus consecuencias. "Ya han pasado por el hospital cinco o seis personas debido a complicaciones en el post-operatorio".
Igual de contundente se muestra Andrés Sánchez Pernaute, jefe de Cirugía Bariátrica y Esofagogástrica del Hospital Universitario Clínico San Carlos y presidente de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, para el que ir a Turquí a operarse del estómago le parece "una barbaridad".
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"Personalmente, he atendido perforaciones, lo que llamamos una fístula de la anastomosis [unión entre estómago e intestino], fístulas de líneas de grapas en el estómago, estenosis [estrecheces en la unión de la boca del estómago con el intestino delgado] y cosas así".
Pero, fundamentalmente, perforaciones, "que es lo que le pasó a una chica andaluza y murió por ello". Se trata del caso de una menor –tenía 17 años– que viajó a Estambul a principios del año pasado para someterse a una cirugía de reducción de estómago y acabó desangrándose y muriendo de una infección.
Andreea Ciudin está preocupada porque puede vivir una situación similar con una paciente de 18 años afectada por un trastorno grave de la conducta alimentaria que quiere irse a Turquía para operarse. "Estamos luchando por impedirlo. Ella no puede controlar la ingesta y esto es una contraindicación de la cirugía bariátrica: puede haber un fallo de sutura, una complicación que provoque un sangrado y poner en peligro su vida".
Sin embargo, muchas personas acaban acudiendo al turismo sanitario low cost por un doble cuello de botella: en la sanidad pública, la lista de espera para una cirugía tiene una duración media de 400 días, 13 meses. En la privada, los precios de la intervención pueden superar los 15.000 euros.
"He hablado con pacientes que me dicen que, por los 2.700 euros que les cuesta la operación en Turquía, les merece la pena arriesgarse", lamenta Sánchez Pernaute. "Prefieren arriesgarse a un 3% de mortalidad y a un 30% de complicaciones".
Más allá de la cirugía
Para él, no obstante, "lo verdaderamente aberrante es que tengan que ir a Turquía". Según la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad, en España hay unas 400.000 personas con obesidad mórbida y ni el 3% han pasado por una intervención quirúrgica para perder peso.
"Esto es un fracaso: imagina que un cardiólogo solo puede tratar al 3% de pacientes que han sufrido un infarto de miocardio", reflexiona. "Tenemos que mirar por abaratar los costes [de la cirugía] en España e incrementar el número de centros acreditados para ofrecerla con todas las garantías".
Ciudin va más allá de la cirugía. "En España tenemos fármacos para tratar la obesidad, que son liraglutida y semaglutida [el famoso Ozempic], pero solo están financiados para la diabetes tipo 2, no para perder peso. A una persona pobre solo le puedo recomendar la cirugía bariátrica".
Con todo, llama a cambiar el enfoque de la obesidad. "Se ha considerado una enfermedad de kilos, que para solucionarla solo hace falta comer menos y hacer más ejercicio, pero hay que dar un paso más".
Solo ha sido recientemente cuando han comenzado a elaborarse planes nacionales para abordarla. "Hasta ahora, era una enfermedad que nadie quería ver", a pesar de que el 16% de los españoles, casi una de cada seis personas, la padecen.