Milán daba por cerrada esta semana la 23º. edición del Congreso Anual de la Asociación Europea de Urología. En él, se han presentado los resultados de un estudio que confirma que el tacto rectal no es una técnica útil para el cribado poblacional de cáncer de próstata. La investigación corrobora algo vox populi para los expertos en urología, pero sirve para poner sobre la mesa un asunto que parece tabú, los prejuicios que enfrentan los hombres a según qué pruebas.
La conclusión no es propia, sino que parte del propio estudio: "El tacto rectal no sólo no es útil para detectar el cáncer, sino que puede ser una de las razones por la que las personas no acuden a las consultas de detección. Probablemente, desanima a muchos hombres", sentencia la investigación.
"Estoy completamente de acuerdo. Los pacientes dejan de venir al urólogo por el tacto rectal", confiesa a EL ESPAÑOL Carlos Núñez, jefe del servicio de Cirugía Urológica del MD Anderson Cancer Center de Madrid. "Hay veces que, cuando se le menciona al paciente 'tacto rectal', se ve que se pone tenso" prosigue el doctor.
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En Alemania, por ejemplo, el país donde se ha realizado el estudio antes citado, la tasa de participación de hombres en los programas de cribado es inferior al 20%. "Esto es porque allí sólo usan el tacto rectal como cribado, algo que es absurdo", añade Núñez, que insiste en que hay otros métodos más efectivos, como la PSA o la resonancia magnética, aunque sí considera que, al menos una vez en la vida, hay que pasar por la prueba.
El mito del tacto rectal
En España, el cáncer de próstata no está incluido dentro de los programas de cribado del Sistema Nacional de Salud. Según recoge Sanidad, "la detección precoz sólo ha demostrado ser efectiva en términos de impacto de salud compensando los efectos adversos que produce en el caso de los tumores de mama, colorrectal y de cérvix". Por ello, no existen datos de organismos oficiales que reflejen su adherencia, pero sí hay investigaciones independientes que confirman las palabras de Núñez y que trasladan a España al mismo caso de Alemania.
Se trata de un estudio realizado en 2022 por la Fundación para la Investigación del Grupo Urológico San Rafael. Según denuncia, sólo cuatro de cada diez hombres mayores de 45 años —que es cuando se aconseja que comiencen las revisiones— acude anualmente al urólogo. Esto deja a un 60% de la población masculina sin hacer comprobaciones periódicas de cáncer de próstata, un tumor en el que, para más inri, la detección precoz juega un papel fundamental.
Entre los argumentos más citados para evitar la consulta, está el tacto rectal. Un 75% confirma que es su mayor barrera para acudir al especialista. "Lo bueno es que, con exámenes periódicos de PSA en sangre, el tacto rectal no tiene que repetirse con los años", ilustra Carlos Núñez. Es decir, yendo anualmente a consulta, los hombres no deberían de pasar más de una vez —por norma general— por esta prueba tan temida, que sirve para descartar tumores muy agresivos desde el inicio. Evadiendo las revisiones periódicas, sin embargo, se multiplican las posibilidades de tener que hacerse un tacto rectal de nuevo.
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Esta paradoja sirve para ilustrar el desconocimiento que existe en muchos aspectos de la salud masculina, provocado, quizá, por el mencionado tabú que les suponen ciertos temas. Así lo defiende una encuesta elaborada en 2022 con población española entre los 18 y 70 años de edad, la 'Encuesta Merck: Hombres, Cáncer y Tabúes'. Según recoge, los hombres se someten a muchos menos controles preventivos que las mujeres, con un 61% frente a un 43%. Entre las pruebas que cita, sobresale el cáncer colorrectal.
Reacios a los programas de cribado
Precisamente, este es un tema del que, recientemente, se hacía eco EL ESPAÑOL. Bajo el título "El miedo de los hombres a las colonoscopias lastra la detección de nuevos casos de cáncer en España", el artículo deja al descubierto que los hombres participan menos en los cribados de cáncer colorrectal, una clama que también denuncian desde la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva: "A pesar de los beneficios, algunos pacientes muestran reticencia cuando se les propone realizar una colonoscopia o un test de sangre oculta en heces. Los hombres, más que las mujeres, son más reacios a participar en los programas de cribado".
Lo mismo comentaba para este medio Isabel Portillo, secretaria de la Junta directiva de la Sociedad Española de Epidemiología y miembro de su grupo de cribado: "Se han hecho estudios por todo el mundo y se ha visto que los hombres participan muchísimo menos en todas las campañas preventivas".
Así, un estudio que midió específicamente las diferencias de género en la adhesión a programas de prevención de cáncer colorrectal, concretamente, en la Comunidad Valenciana, demostró que ser hombre era una variable que se correlaciona con una menor participación en estos. "La influencia de los roles tradicionales de género en la salud, como el mayor autocuidado en las mujeres y una peor percepción de vulnerabilidad de los hombres, podría ser una explicación de estas desigualdades de género en la participación", apunta el trabajo.
"El pudor lo sentimos todos cuando se trata de exponer nuestro cuerpo", razona Carlota San Julián, enfermera y sexóloga. Sin embargo, las mujeres acuden más a las pruebas de cribado, aun cuando son igual de invasivas que el tacto rectal, como es el caso de la prueba del papanicolau, comúnmente conocida como citología.
Éxito en citologías
Para realizar esta prueba, primero se coloca un espéculo en la vagina que separe las paredes vaginales, luego se introduce un cepillo y una espátula para recoger la muestra y se hace un frotis. Al igual que el tacto rectal, no es dolorosa —normalmente—, pero sí molesta. Su principal función es detectar cáncer de cuello de útero y otras lesiones premalignas y, según una gran investigación publicada en The Lancet Global Health, en los países más occidentalizados, la tasa de participación en los programas de cribado que la incluyen está por encima del 70%.
En España, el programa de cáncer de cérvix está ya considerado como una prueba primaria de cribado en la población diana: mujeres de 25 a 34 (cada tres años) y mujeres de 35 a 65 (cada cinco años). Según la última Encuesta Europea de Salud en España (2020), el 75,6% se había sometido a esta prueba.
Los datos, además, se mantienen, con el tiempo, ya que un estudio realizado por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y Ausonia en 2008 reveló que tan sólo un 22% de las mujeres no se habían hecho nunca una citología. Como principal motivo para no hacerlo, se refería el "miedo".
"Los hombres se muestran reticentes a estas pruebas porque, para muchos de ellos, éstas ponen en riesgo su masculinidad. Mientras, las mujeres, pese al miedo al juicio médico y a la vulneración de su intimidad, asumen que son responsables de su salud sexual, tal y como desde la infnacia se les ha enseñado", sentencia San Julián.