Doctor Clarós, el médico de Montserrat Caballé: "España es un país de gritones. Se chilla mucho"
"Los divos tienen un doble comportamiento" / "Cuando empezamos con los implantes las asociaciones de sordos estaban en contra" / "A muchos niños le cambiamos su fecha de nacimiento para poder realizar el implante".
23 marzo, 2023 03:26"El español no habla alto. El español habla desde el nivel exacto del Hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo". Esta es la repuesta que encontró el poeta León Felipe al preguntarse Por qué el español habla tan alto. El doctor Pedro Clarós (Barcelona, 1948), uno de los más prestigiosos otorrinolaringólogos de este país, sin embargo, ha sido incapaz de encontrar el porqué tras años de ejercicio. "España es un país en el que la población en general chilla mucho. Nuestro país es un país de gritones, similar a Italia y parte de Francia", asevera.
Clarós es el ejemplo perfecto del niño que soñó con ser como su padre. Lo tenía tan claro que hasta sus compañeros de clase bromeaban sobre ello: "En el colegio, cuando alguien se hacía daño decían 'llamad al doctor Clarós'". Sin embargo, no se lo confesó hasta los 17 años "por mantener el secreto". De éste también heredó la pasión por el trabajo: "Mi padre estuvo trabajando hasta los 90 años". Parece que Clarós (hijo) se ha propuesto superar este récord familiar. A sus 74, tiene una media de dos operaciones diarias. "He realizado más de 1.600 implantes cocleares". Él mismo, nada más ponerlo en voz alta, reconoce que es una barbaridad.
Las primeras intervenciones no fueron fáciles. Al igual que el acoso que reciben algunas clínicas abortivas en la actualidad, Clarós se encontraba con manifestaciones cada vez que acudía a su lugar de trabajo. "Cuando empezamos con los implantes cocleares en los 90, las asociaciones de sordos estaban en contra por una falta de información". La legislación que existía entonces le llevó incluso a cometer un gran número de ilegalidades.
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La edad mínima del paciente para llevarle a cabo el implante coclear era de siete años. "A los de dos y tres años le cambiábamos la fecha de nacimiento". Sospecha que las casas comerciales eran conscientes de la equivocación. "No era tan sólo una ilegalidad, era un favor que estaba haciendo, como luego se demostró". A esa edad, explica Clarós, el niño tiene la capacidad de absorber toda la información que le llega y con el implante coclear se consigue que el paciente con pérdida auditiva profunda pueda desarrollar su lenguaje, como un normoyente.
La amistad con Caballé
"Doctor, qué incultura. No puedo entender cómo este colectivo se manifiesta en contra de algo que les ayudaría a salir del silencio. Es increíble". Así de indignada se mostró una de las mejores voces que ha tenido la ópera en España, Montserrat Caballé. La soprano fue una fiel paciente de Clarós, con el que le unía también una gran amistad.
Caballé le propuso crear una fundación en la que el doctor fomentara los implantes y las cirugías de las malformaciones faciales. No iba mal encaminada en su propuesta, como demuestran las 117 expediciones internacionales que han realizado en la Fundación Clarós desde que naciera a principios de los 90.
De ahí surge el título de su último libro, Un cirujano del mundo (RBA, 2023). Se trata del relato de un hombre que decidió salir de su zona de confort en su clínica privada de Barcelona para convertirse en un médico de ricos y de pobres. "La abuela Mercedes estaría contenta de leerlo", comenta Clarós.
Ésta le dio un consejo cuando se graduó como médico en 1972: "Tempus fugit. Un día, sin que te des cuenta, comprobarás que tu vida habrá transcurrido muy rápidamente. Cuando llegue ese momento, que te quede la satisfacción de haber hecho el bien a mucha gente".
Clarós utiliza la misma locución latina que usó su abuela cuando se le pregunta por lo que no queda de aquel médico graduado de los 70. "Lo que no me queda es mucho tiempo". Con motivo del 50 aniversario de su promoción, este cirujano asegura que tuvo miedo a enfrentarse de nuevo a sus antiguos compañeros y ver que muchos tienen un mal estado físico. "Mis mejores amigos de la época ya han muerto", añade.
Estuvo a punto de no poder finalizar su formación debido al servicio militar. Mientras lo estaba realizando, le seleccionaron, junto a otros dos estudiantes no residentes, para cursar el internado (el equivalente al MIR de hoy) en Francia. "Pero, ¿cómo salir de España en período militar?", se preguntó un joven Clarós.
El teniente coronel médico Manuel Unzeta Conde le propuso, pese a su nula experiencia como responsable, ser el oficial médico para unas maniobras conjuntas entre el ejército español y el francés en la zona de las Gabarras, en Gerona. Al terminar la operación, le autorizaron para ofrecer los resultados obtenidos en Francia. "Mientras esté en territorio galo, usted puede aprovechar para realizar sus gestiones administrativas sin dar explicaciones ni hacer comentarios a terceros", le pidió Unzeta.
Tras su regreso a España, no haría más que aprender en la clínica de su padre, "un líder de la cirugía de oído". Aunque temía que la reacción de su antecesor iba a ser negativa, Clarós, junto con sus dos hermanos, decidió construir una clínica nueva, por la que pasaron muchos cantantes de ópera, antes incluso que la propia Caballé.
A ésta la define como "una diva extraordinaria" con la que guarda muchísimas anécdotas —que reserva, eso sí, para los lectores del libro—. Este tipo de pacientes son diferentes a los demás. "Los divos y las divas tienen un doble comportamiento. En la calle tienen uno, pero delante del médico son muy respetuosos", confiesa. Considera también que algunos son demasiado aprensivos en lo que respecta al cuidado de su voz.
Un último sueño por cumplir
Basta con echar un vistazo al currículum de Clarós para comprobar que este doctor no sólo ha salido de su zona de confort en el ámbito profesional. También en el de la formación, como demuestran sus cinco doctorados: Medicina, Farmacia, Neurociencias, Derecho Internacional e Historia.
Este último surgió de una forma un tanto improvisada. "Cuando falleció mi padre, me encontré en su casa con unos manuscritos originales de lo que había ocurrido en casa de mi abuela durante la Guerra Civil".
El interés que le suscitó aquella documentación, junto con la posterior investigación que realizó gracias al prior de la Cartuja de Montalegre, le llevaron a escribir una tesis doctoral en Historia que se convirtió en su anterior obra, La dama de Panamá (RBA, 2022). En ella rememora la determinación de su abuela Mercedes de proteger a eclesiásticos de las milicias revolucionarias.
Ahora, el abuelo es Clarós. Por eso se le escapa, cuando se le cuestiona por los objetivos que le quedan por cumplir, que le gustaría ver a todos sus nietos con una carrera. Algunos de ellos sí que han seguido la tradición familiar de formarse en el ramo sanitario. En cambio, también tiene una tránsfuga que está estudiando Derecho.
Aunque su actividad diaria continúa desde bien temprano, reconoce que ya no viaja tanto como antes. "Sólo los viajes humanitarios. A los congresos no suelo ir porque ya no es el momento de aprender, deberías saberlo prácticamente todo". Justo acaba de llegar de Cabo Verde, y en los próximos meses le espera República Democrática del Congo, Madagascar y, de nuevo, Cabo Verde.
Estas expediciones ya no le sorprenden porque sabe con lo que se va a encontrar. La que más le impresionó fue la India, donde realizó la primera expedición. "Con este país ocurre una cosa: como todo es diferente, o la odias o te engancha, como nos pasó a nosotros".
Además de su trabajo y las expediciones, Clarós conduce su colección de coches clásicos, navega de vez en cuando y elabora artículos médicos con los residentes. Por si no ha quedado claro todavía, este doctor lo recalca: "No me sobra tiempo. Y seguirá siendo así hasta que mis manos me acompañen".