Si está leyendo estas palabras en el metro o el autobús, eche un vistazo a las personas que van sentadas a su alrededor. Se encontrará con una amplia gama de sentadas: desde quien cruza sus piernas a más no poder hasta el que tiene sus extremidades tan abiertas que termina por ocupar prácticamente dos asientos. Para estos últimos, la Empresa Municipal de Transportes (EMT) en Madrid recomendaba hace ya unos años que evitaran este tipo de comportamientos. Sin embargo, varios estudios científicos han señalado que sentarse con las piernas abiertas tiene más beneficios para la salud que si las cruzamos.
El profesor de la Universidad de Lancaster Adam Taylor ha decidido recopilarlos en este artículo publicado en The Conversation. Uno de los primeros inconvenientes que menciona para aquellos que se sientan con las piernas cruzadas es la desalineación de las caderas, ya que queda una un poco más alta que la otra.
El experto en anatomía hace referencia a un estudio publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health en 2020. Este trabajo comparó a 30 pacientes con dolores de la zona lumbar frente al mismo número de personas sin esta dolencia. En ambos grupos, sentarse con las piernas cruzadas condujo a un aumento significativo de la oblicuidad pélvica. También se incrementó la asimetría pélvica, aunque en este caso sólo se detectó en los pacientes con dolor lumbar.
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La desalineación no sólo se produce en las caderas, sino que también puede afectar a los hombros y a la columna. Y es que esta última trata de compensar el desequilibrio para mantener el centro de gravedad por encima de la pelvis cuando practicamos dicha postura.
Aumenta la tensión arterial
Este no es el único perjuicio que tiene para la salud el sentarse con las piernas cruzadas, según señala Taylor. La postura de las piernas cruzadas también altera la velocidad a la que la sangre circula por los vasos sanguíneos de las extremidades inferiores, lo que puede aumentar el riesgo de formación de coágulos.
Sentarse de esta forma también puede provocar un aumento de la tensión arterial debido a la acumulación de sangre en las venas. Es por este motivo por el que cuando nos toman la presión arterial debemos tener los pies bien apoyados en el suelo; ya que de no estarlos, el corazón debe realizar un sobreesfuerzo para contrarrestar la acumulación de sangre en las venas.
Cuanto más tiempo permanezcamos sentados con las piernas cruzadas, más probable es que experimentemos cambios en la longitud de los músculos y en la disposición de los huesos de la pelvis. Precisamente, esta área del cuerpo también puede desalinearse debido al estiramiento prolongado de los músculos de los glúteos de un lado, que se debilitarían.
Otras de las partes del cuerpo que también puede verse afectado es el cuello, puesto que al sentarnos de esta forma un lado queda más débil que el otro. Este desequilibrio también se puede observar en la zona lumbar como resultado de una mala postura y de la presión causada por sentarse con las piernas cruzadas y las tensiones causadas por sentarse con las piernas cruzadas.
Además de que puede desalinear prácticamente todo el cuerpo, sentarse con las piernas cruzadas durante mucho tiempo aumenta la probabilidad de escoliosis. Esta desviación lateral de la columna vertebral, en realidad, es considerada por algunos expertos como un rasgo estético, más que como una enfermedad.
También puede provocar el síndrome de dolor trocantérico mayor (GTPS, por sus siglas en inglés). Se trata de una dolencia que se presenta en la parte externa de la cadera y que en muchos casos suele desaparecer tras varios días de reposo.
Beneficioso para algunas personas
La postura de sentarse con las piernas abiertas ha generado cierta controversia bajo el término en inglés manspreading. Como indica su traducción al español —despatarre masculino, según la Fundéu—, se refiere a la práctica varonil de excederse en la apertura de piernas al estar sentado.
Aunque, más allá de este debate, lo cierto es que las mujeres tienen una mayor facilidad para sentarse de esta forma que los hombres, debido a la anatomía de unas y otros. Los varones tienen una menor amplitud de movimiento en la cadera, por lo que poseen una mayor dificultad para cruzar las piernas.
Taylor recuerda que los hombres también tienen un inconveniente en este sentido: cruzar las piernas puede afectar a la producción de esperma. Así lo han señalado algunos estudios que sugieren que al aumentar la temperatura del escroto puede reducirse tanto la cantidad como la calidad del esperma.
Sin embargo, se trata de una cuestión sobre la que no existe aún consenso científico. Hace unos años el biólogo español Rafa de la Rosa desmontó el mito de que por ir despatarrados los testículos fueran "más aireados".
Sentarse con las piernas cruzadas no afecta a todo el mundo por igual. De hecho, hay personas a las que esta postura podría resultar beneficiosa. Como demuestra un pequeño estudio publicado en 2016, los individuos que tienen una pierna más larga que la otra pueden ajustar la altura de los dos lados de la pelvis si se mantienen las piernas cruzadas al sentarse, ya que mejor la alineación. El cruce de piernas también se ha vinculado con la relajación de algunos músculos centrales, en los que se evita así el sobreesfuerzo.
A modo de anécdota, el especialista en anatomía pregunta al lector qué tipo de persona es cruzando las piernas. Parece que existe una amplia mayoría de quienes optan por cruzar las piernas a la derecha: el 62% frente al 26% que deciden llevar la contraria al grupo mayoritario y a un 12% de indecisos, según señala este estudio.
Aun así, Taylor concluye que no depende de cómo lo hagamos, sino de que lo hagamos o no. Basta con sentarse con las piernas cruzadas para incrementar el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares o de acrecentarlos, en caso de que ya existieran.