Jugador español de baloncesto. A cualquiera se le habrá venido a la cabeza la imagen de Pau Gasol. Sin embargo, este deportista de talla internacional cumple desde hace años con una función que va más allá de la cancha. En 2013 creó la Fundación Gasol, junto a su hermano Marc. Esto significa que hay quienes tienen como jefe a una persona que mide más de dos metros.
"Es todo un privilegio". Así de agradecido se muestra el doctor Santiago F. Gómez (Cornellá de Llobregat, 1983) cuando se le pregunta cómo es tener a Gasol como jefe. Gómez es el investigador principal del Estudio PASOS que realiza la Fundación sobre estilos de vida de niños y adolescentes españoles de entre 8 y 16 años. Atiende a EL ESPAÑOL tras haber presentado los resultados preliminares del trabajo realizado en 2022.
En comparación con el anterior estudio, elaborado en 2019, la situación no ha mejorado precisamente: uno de cada tres niños tiene sobrepeso u obesidad y tras la pandemia son infelices. Aunque en este último aspecto se desmonta el mito de que el dinero da la felicidad, como demuestra que los niños que estudian en centros escolares con una menor renta per cápita son más felices.
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Aun así, Gómez considera que como sociedad no podemos aceptar que más de un 20% de niños en la etapa de 8 a 12 años y hasta un 46% en los de 12 a 16 declaren sentirse infelices. "Nos debería hacer reaccionar". Encuentra una estrecha relación con el elevado número de horas que pasan delante de las pantallas. Este uso también afecta al sueño, donde los niños vuelven a suspender, según el estudio. "Los niños se acuestan más tarde pero se levantan a la misma hora".
Alimentación, sueño, actividad física y salud mental. ¿Los niños en España no aprueban ninguna de ellas?
No. Lo hemos evidenciado recientemente con los resultados preliminares del Estudio PASOS. Tras recoger los datos de niños en España de entre 8 y 16 años, podemos decir que nos preocupan los estilos de vida que encontramos en la población española.
Los datos no han mejorado desde el estudio que publicaron en 2019.
Hemos visto que se ha producido un deterioro, tanto en la alimentación, la actividad física, el uso de pantallas, el bienestar emocional y las horas de sueño. Lo que ha sucedido más relevante entre uno y otro estudio ha sido, sin duda, la Covid-19, que ha provocado un cambio importante en la manera en la que los niños interaccionan entre sí y construyen su personalidad. El confinamiento ha podido hacer que los más pequeños y también los adolescentes se habitúen a un estilo de vida que luego es difícil revertir.
¿Se podría decir que la Covid-19 ha sido la guinda al pastel?
Sí, no ha hecho más que acentuar la situación. En algunas áreas más que en otras, eso sí. Donde hemos detectado un mayor nivel de deterioro ha sido en el uso de pantallas y el bienestar emocional. Por ejemplo, hemos pasado de un 19,5% de la población que declara sentirse triste a un 32,2%. Se trata de una cuestión importante que viene determinada por la pérdida de oportunidades que los niños han tenido a raíz de la pandemia.
Sin embargo, este estudio desmonta el mito de que el dinero da la felicidad. ¿Por qué los niños que estudian en centros con una menor renta per cápita son más felices?
Sí, no deja de ser un dato curioso sobre el que tenemos algunas hipótesis. Aunque ninguna confirmada todavía. Los niños necesitan el cariño de su entorno familiar para sentirse bien. Tal vez este aspecto ha estado un tanto más limitado en entornos con un mayor nivel socioeconómico.
En la alimentación se produce el efecto contrario.
Sí, las cifras de obesidad van en el sentido contrario. Además, en el caso de la alimentación hemos visto que entre 2019 y 2022 se ha producido un deterioro en el nivel de adherencia a la dieta mediterránea que es equiparable al que se dio entre el año 2000 y el 2019. Nos preocupa que en sólo tres años se haya reducido tanto la adhesión a la dieta mediterránea.
¿Cómo se explica que España tenga una de las peores cifras de obesidad de Europa?
España, a nivel de obesidad infantil, está entre los países con una mayor prevalencia. Compartimos este ránking del top cinco con países del sur de Europa. Este fenómeno se explica en gran medida cuando miramos las cifras según el nivel socioeconómico. En los países con mayores desigualdades sociales también encontramos las peores cifras de obesidad infantil. Hay una asociación muy robusta entre pobreza infantil y obesidad infantil, como hemos demostrado en un estudio que publicaremos pronto y en el que revelamos que existe relación entre nivel socioeconómico y la probabilidad de presentar sobrepeso en la infancia. El riesgo de desarrollar sobrepeso en un país con una mayor desigualdad social es mayor.
¿Hasta qué punto la subida de precios de los alimentos afectará a estas cifras?
El hecho de que los precios de los alimentos saludables se hayan incrementado no beneficia. Pero no sólo la alimentación explica los datos de obesidad. También influye el sueño, la actividad física, el uso de pantallas, el bienestar psicológico. Cómo come un niño está muy interrelacionado con cómo se siente o, por ejemplo, en cómo ha dormido la noche anterior. Hay estudios que demuestran que los niños que de forma crónica duermen menos horas de las recomendadas su cerebro trata de compensar la falta de energía que tendría que haber obtenido mediante el sueño a través de otro mecanismo de obtención de energía, que terminan siendo los alimentos. Entonces tienden a comer más de lo que realmente les hace falta.
También existen estudios en los que se muestra que en las últimas décadas en España el incremento de precios de los alimentos no ha sido proporcional entre los alimentos más saludables y los ultraprocesados.
¿Cuál es el perfil de un niño con obesidad en España?
Una de las cosas que tenemos que trabajar como sociedad es reducir el estigma que hay alrededor del peso. Por eso no nos gusta caracterizarlos porque puede incidir en el estigma hacia esa población. La evidencia científica apunta a que la probabilidad de que un niño presente sobrepeso —sobre todo, la obesidad y la obesidad severa— es mayor en aquellos que tienen un menor nivel socioeconómico.
¿Existe una brecha de género en la obesidad infantil?
Sí, así lo hemos identificado, al igual que otros estudios. Se trata de una cuestión que al inicio de la epidemia de la obesidad infantil, que en España se empezó a diagnosticar alrededor del 2000, ya veíamos: las cifras eran más elevadas en los niños que en las niñas. En la actualidad la diferencia se mantiene pero entre 2000 y 2019 el incremento ha sido espectacular en el género femenino. En este período se ha duplicado el porcentaje de niñas que presentan obesidad, obesidad severa y obesidad abdominal.
¿A qué se debe este incremento en las niñas?
Es un comportamiento que encontramos en todas las epidemias. Al principio afectan a sectores más concretos. Pero lo que ocurre al final es lo que los epidemiólogos conocemos como la gota de aceite en el vaso de agua; es decir, que en un primer momento se localiza en un punto pero finalmente acaba extendiéndose a toda la superficie del agua. Con la epidemia de la obesidad infantil está sucediendo lo mismo.
También hemos interpretado en algún análisis que puede ser que el estigma creciente que hay alrededor del peso de las niñas —y sobre todo las niñas adolescentes— haga que estas se reserven más a la hora de aceptar su participación en estudios como PASOS. Puede haber un cierto efecto del miedo que supone el hecho de pesarse en la escuela.
¿En la salud mental también hay brecha de género?
Sí, y sobre todo en la adolescencia. Es algo que tenemos que reflexionar sobre qué factores están detrás de eso. Factores como la excesiva presión estética que tienen sobre todo las niñas, el hecho de tener que seguir un patrón estético.
La salud mental en la infancia tampoco sale bien parada.
En los niños el porcentaje de los que señalan que están tristes es muy superior a lo que deberíamos aceptar como sociedad. Que más de un 20% de niños en la etapa de 8 a 12 años y hasta un 46% en los de 12 a 16 declaren sentirse infelices es algo que nos tendría que llamar a la acción. Los niños tienen que disfrutar y ser felices. Que esto no sea así para una proporción tan elevada de la sociedad es algo que nos debería hacer reaccionar.
¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?
Por ejemplo, someter a los niños a una excesiva presión estética no ayuda. Las redes sociales tampoco lo hacen. En las últimas décadas nuestra sociedad cada vez ha tendido a ser una sociedad más individualista y con una menor interacción social. No nos beneficia.
¿Cómo afecta el número de horas que pasan delante de las pantallas?
Muchas veces el hecho de estar delante de una pantalla bloquea, en gran medida, la interacción social. Sí que a veces hay cierta interacción en las redes, sobre todo en los adolescentes. La calidad de esa interacción social no es la misma que cuando es física. Lo que se dicen los niños cara a cara es mucho más prudente y más empático hacia la otra persona cuando estás cara a cara que cuando estás delante de la pantalla. La capacidad de impactar negativamente en la salud mental de nuestro interlocutor es menor cuando esos comentarios son más comedidos.
El excesivo uso de las pantallas también fomenta el sedentarismo.
Por supuesto. Y también afecta, más allá de la salud mental y el sedentarismo, a las horas de sueño. Habitualmente si tenemos una adicción al uso de pantallas, muchas veces eso va en detrimento de irnos a la hora que convendría para dormir las horas recomendadas. También estamos viendo en los estudios que cada vez los niños se van a dormir más tarde, pero tienen que levantarse a la misma hora. Pero también afecta al consumo de productos no saludables. Cuando estamos delante de la pantalla, los estudios demuestran que tendemos a consumir bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados. Esa ingesta tiende a ser más compulsiva si estamos delante de la pantalla. Al estar más atentos al estímulo de la pantalla que a lo que estamos comiendo eso hace que el cerebro no active a tiempo nuestras señales de saciedad y, por tanto, tendemos a comer más de ese producto que si lo hiciéramos sin estar delante de la pantalla.
Además, también relacionado con la alimentación, los niños que hacen un mayor uso de pantallas están más expuestos a la publicidad de comida no saludable. No beneficia que a través de influencers se promocionen y se asocien con el bienestar productos que provocan todo lo contrario, perjudican la salud infantil.
¿Cómo es tener a Pau Gasol como jefe?
Es un privilegio. Que una persona que ha conseguido los mayores éxitos profesionales que se pueden alcanzar en el baloncesto y que sea una figura referente en el mundo del deporte a nivel internacional que quiera dedicar todo el beneficio que eso le trae como persona a aportar cosas a la sociedad a través de la Fundación es un privilegio. Su manera de ser también marca en cascada la manera en la que trabajamos en la Fundación Gasol.