Un niño de 12 años fallecía este domingo 23 de abril en Sestao (Vizcaya) tras recibir un balonazo cuando jugaba al fútbol en el patio de su colegio. La tragedia recuerda a otra similar acaecida en 2017 en Sevilla. Misma edad, mismo motivo y mismo desenlace. Ambos menores murieron a causa de un commotio cordis, un evento cardiovascular que se produce cuando un objeto impacta con gran contundencia en el pecho, causando una muerte súbita.
El commotio cordis, término en latín que se puede traducir como "conmoción del corazón", sucede bajo una serie de circunstancias que no suelen confluir. No obstante, como demuestran los casos de estos menores, cuando lo hacen, causan un desenlace potencialmente fatal. "Es un fenómeno muy conocido que se ha estudiado en animales", indica Julián Pérez-Villacastín, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Como detalla el experto, el primero de los factores que influye para que esto suceda es que el golpe se produzca con una gran fuerza. "Tiene que ser intenso como un puñetazo", describe. A ello, hay que sumarle la localización, "en el centro del pecho para que afecte a la zona de corazón".
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Que se den a la vez estas circunstancias no es algo tan inusual, pero sí lo es cuando lo hacen en el momento en el que el corazón está en su momento más débil, en el conocido periodo vulnerable del ciclo cardíaco. Así, lo explica Pérez-Villacastín: "Luego está la suerte de que te toque en esa fase del ciclo cardíaco que es donde el corazón está más vulnerable. El corazón late 100.000 veces al día. Una vez por segundo. Y de ese segundo que dura el ciclo cardíaco, todo el estímulo eléctrico en el corazón se produce aproximadamente en menos de medio segundo, son unos 400 milisegundos. Dentro de ese tiempo, hay unos 50 milisegundos en los cuales estarás vulnerable".
Como describe el cardiólogo es un periodo minúsculo, pero que puede contribuir a que se produzca en nuestro interior un cóctel letal que lleve a una fibrilación ventricular, una arritmia cardíaca, y a una muerte súbita. "El riesgo, al final, es como que te toque la lotería", reconoce. "Que te peguen un golpe o un pelotazo y te pegue en esa zona en ese momento es difícil y ni siquiera es reproducible, porque puede haber veces en las cuales tú recibas el pelotazo en el sitio y no tengas arritmia. Es todo también una casualidad", prosigue Pérez-Villacastín.
Damar Hamlin, un superviviente
Si bien, el commotio cordis no siempre tiene que acabar en un desenlace fatal. Así lo ejemplifica el caso de Damar Hamlin, un jugador de fútbol americano que el 2 de enero de 2023 sufría un paro cardíaco en pleno juego tras chocarse con un compañero —el golpe también puede ser ocasionado por otra persona—. El joven fue atendido de inmediato por el personal médico del estadio, que le realizó reanimación cardiopulmonar (RCP) durante más de diez minutos, y consiguió sobrevivir.
En el caso del menor de Sestao, según ha informado la televisión pública vasca, eitb.eus, la RCP se practicó una vez llegaron las ambulancias. Evidentemente, el tiempo es clave a la hora de intervenir y evitar una desgracia. Se calcula que, a partir de los dos minutos sin que el corazón bombee, el cerebro empieza a sufrir. Llegados a los siete o diez minutos de parada sin masaje cardíaco u otra asistencia, las lesiones pueden tornarse en irreversibles. "Por eso hay que tener un desfibrilador, porque con eso sales adelante, si no, no", añade el presidente de la SEC.
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Como advierte el Registro Nacional de commotio cordis de Estados Unidos, la cifra de supervivientes ronda el 25% y lo relaciona, en gran medida, por la incapacidad de quienes presencian el golpe de apreciar el peligro de la situación y, por ende, de iniciar las medidas de reanimación oportunas.
Esto pone en evidencia la necesidad de dar a conocer el fenómeno entre la población, máxime teniendo en cuenta que, pese a ser una lotería, no es algo tan sumamente infrecuente, como dejan entrever los datos estadounidenses. Aunque se desconoce su incidencia exacta, según el registro citado, se encuentra entre las causas cardiovasculares más frecuentes de muerte súbita en atletas jóvenes, después de la miocardiopatía hipertrófica y anomalías congénitas de las arterias coronarias.
Los jóvenes, más vulnerables
El perfil de víctima descrito coincide con el de una revisión sobre el commotio cordis publicada en 2010 en The New England Journal of Medicine. Según el trabajo, en el 95% de los casos afecta a varones, normalmente, deportistas profesionales, sobre todo de béisbol, sófbol, jóquey y fútbol.
También ocurre con mayor frecuencia en personas entre los diez y los 18 años, aunque no hay un límite de edad. De hecho, se han documentado casos entre las siete semanas y los 51 años. No obstante, tal y como especifica el trabajo de NEJM, las características físicas del tórax de los jóvenes pueden jugar un papel fundamental, pues su caja torácica es relativamente delgada, subdesarrollada y menos capaz de amortiguar las consecuencias de un impacto fuerte.