Casi un 22% de los jóvenes (21,9%) conviven con la soledad no deseada y el aislamiento involuntario en nuestro país, según el informe El coste de la soledad no deseada en España. Eso sí, el segundo grupo de edad más afectado por la llamada epidemia silenciosa es el de las personas mayores, de entre 65 y 74 años (12,2%). En el resto de tramos este sentimiento disminuye mientras la media nacional de personas afectadas por la soledad no deseada se sitúa en el 13,4%.
Estos datos ponen de manifiesto un problema de salud pública, pues está demostrado que la soledad y la infelicidad en estado crónico aceleran el envejecimiento, convirtiéndose en un factor de riesgo para la aparición temprana de enfermedades crónicas.
Este informe pionero en España está impulsado por soledadES, el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada de la Fundación ONCE, realizado por expertos de la Universidad de La Coruña y la Universidad de Vigo, en colaboración con la plataforma Netxdoor. Calcula el coste económico de la soledad no deseada para el Estado: un 1,17% del PIB, lo que equivale a 14.141.088.527 euros, como resultado de la suma de los gastos sanitarios y los costes por pérdida de productividad.
Queda constatado que las personas que sufren aislamiento involuntario son las que más emplean los servicios de salud, sobre todo los relacionados con consultas a médicos especialistas y a servicios de urgencias. También se demuestra que estas personas consumen más medicamentos y, de hecho, España es el segundo país del mundo en consumo de antidepresivos. En cuanto a la pérdida de la productividad, el estudio estima que en 2021 se produjeron 848 muertes prematuras derivadas de esta epidemia silenciosa que, a su vez, generaron una pérdida de casi 7.000 años de vida productiva.
Pero para aquellos que conviven con la soledad no deseada o la comprenden, el coste económico sería lo de menos.
¿Qué es la soledad no deseada y qué relación tiene con la soledad emocional?
La soledad no deseada es un sentimiento subjetivo o sensación que implica la percepción de no tener la calidad y/o cantidad suficiente de relaciones sociales. Es, por tanto, una manera de experimentar la vida desde la carencia de apoyo social y emocional. Las causas pueden ser múltiples y en España, según el estudio, la mayoría (79,1%) tienen que ver con la falta de convivencia, apoyo familiar o social, así como situaciones de insatisfacción laboral. El resto (19,1%) apuntan a causas de carácter interno, tanto psicológico como problemas de salud, que se traducen en una dificultad para relacionarse con los demás.
Cabe destacar la diferencia de la soledad no deseada con el aislamiento social, que si bien comparten algunos rasgos, este último se define por la falta sustancial de contactos sociales en una medición que se considera objetiva. En cambio, la soledad emocional se imbrica con la no deseada: conlleva la ausencia de relaciones significativas, de apego o íntimas que crean o refuerzan lazos de confianza y complicidad para tejer una red de apoyo emocional especialmente necesaria en momentos de crisis.
¿Cómo afecta la soledad a la salud mental de jóvenes y mayores?
Aristóteles dijo que el ser humano es "social por naturaleza": necesitamos sentirnos parte de un colectivo o un grupo social que nos aporte afecto, compañía, comprensión. La adolescencia y la juventud tienen en las relaciones sociales su primer factor de referencia para autopercibirse de determinada manera en un momento clave de la vida donde se define la personalidad del individuo a fuerza de las expectativas propias, las del entorno y múltiples factores culturales. En el caso de las personas mayores, la soledad y la falta de atenciones y cuidados que conlleva por parte de los más cercanos, la familia, se convierte en uno de los problemas más temibles.
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Actualmente, la soledad es tratada desde una dimensión de la salud mental, asociándose con la depresión, la tristeza, la ansiedad, el aislamiento social, enfermedades neurodegenerativas y, en último término, con el suicidio. Pero si algo está calando en la opinión pública al respecto es la interdependencia entre la salud mental y la física. De hecho, la OMS define la soledad no deseada como uno de los mayores riesgos para el deterioro de la salud física y mental. Cada vez hay más estudios que dan cuenta de esa interconexión. Un estudio publicado en Aging-US ha identificado los efectos que tienen factores psicológicos, como los sentimientos de soledad e infelicidad, en la aceleración del reloj biológico.
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No cabe duda de que el envejecimiento celular es irreversible, y también es sabido que el tabaquismo, por ejemplo, implica un envejecimiento celular prematuro, lo cual pone de manifiesto que los hábitos de vida son determinantes en este proceso. Pero hasta ahora, en esta ecuación, la salud mental ha sido la gran olvidada de la atención médica moderna: en la investigación mencionada, basada en datos biomédicos de 20.000 adultos, se demostró que los problemas psicológicos como la soledad y la desesperanza aceleran el envejecimiento más que el tabaquismo. La explicación que encontraron es que las personas afectadas psicológicamente se encuentran en una situación de vulnerabilidad que puede convertirse en un círculo vicioso.
¿Cómo enfrentarse a la soledad no deseada?
Cruz Roja indica que las relaciones sociales funcionan como "amortiguadores del estrés" entre la persona y las dificultades a las que se enfrenta en su día a día. Por ello, combatir la epidemia silenciosa de la soledad no deseada pasa por fortalecer nuestras relaciones sociales. Estas son algunas claves que da la institución:
- Poner de nuestra parte para cuidar nuestras relaciones sociales y generar nuevas conexiones.
- Promover la creación de espacios y redes comunitarias para reducir el aislamiento social y generar comunidades más inclusivas y resilientes.
- No se trata de estar permanentemente conectados a las redes sociales, sino de cuidar nuestras relaciones interactuando con ellas de forma efectiva y saludable.
- Perder el miedo o la vergüenza a la hora de relacionarnos con personas nuevas o con amistades previas, buscar puntos en común y cultivar nuestras relaciones sociales a lo largo de la vida.
- Perder el miedo, también, a tomar distancia respecto a relaciones tóxicas o que nos producen malestar.
- Aprender a manejar situaciones que nos provocan pérdidas o rupturas emocionales, saber buscar ayuda cuando la necesitamos, pedir disculpas y dar las gracias cuando corresponde con humildad.
Radiografía de la soledad no deseada: ¿la epidemia silenciosa?
Según el Informe de Percepción Social de la Soledad no Deseada elaborado por soledadES y publicado en julio del 2022, la mayoría de la población (92,9%) identifica la soledad no deseada como un problema social importante. El 80% considera que la soledad es un problema invisible, el 87,2% cree que es un problema especialmente importante para las personas mayores y el 32,6% sitúa a las personas con discapacidad entre los dos grupos más afectados por la soledad.
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Al menos el 10,9% de las personas se sintieron solas sin desearlo y con frecuencia en el último año. Siete de cada diez conocen, además, a personas que pueden sufrir soledad no deseada y a dos de cada tres les gustaría pasar a la acción para combatir la soledad de las personas en su entorno. Además, el 72% piensa que abordar la soledad no deseada debería ser una cuestión prioritaria para las administraciones públicas.