Cuando tenía 19 años, Yaiza Cumelles empezó a notar que algo dentro de su cuerpo no iba bien. Tenía mucho picor, sudor, fiebre y malestar continuo. Dos años más tarde, fue diagnosticada de un linfoma inclasificable y se veía obligada a someterse a duras sesiones de quimioterapia. "Durante todo el tratamiento, el único objetivo que tienes y en lo único que piensas es en curarte. Tienes muchas ganas de que todo termine para volver a la normalidad. Te hacen creer que el cáncer es un paréntesis y que, cuando acabe, todo volverá donde lo dejaste. Pero cuando te curas te das cuenta de que el paréntesis nunca se cierra, que seguirás siendo siempre una paciente con cáncer, no sólo por las secuelas, sino porque a nivel social son todo puertas cerradas".
Cumelles, que tiene ahora 30 años, denuncia ante este periódico la discriminación que sufren los supervivientes de cáncer, una que se extiende a múltiples ámbitos, desde comprar una casa hasta conseguir un trabajo. "Cuando una persona con cáncer se cura, la sociedad la penaliza otra vez", sentencia con rotundidad Mark Lawler, investigador de la European Cancer Organization y uno de los mayores expertos mundiales sobre el impacto de la enfermedad en la sociedad.
Como líder de la Comisión Europea Groundshot de Oncología de The Lancet, destinada a examinar cuáles son los puntos cruciales que se deben enfrentar respecto a esta patología, el científico exponía, en unas jornadas recientes celebradas en Bruselas, que en muchos países de la Unión Europea persiste, a pesar de las denuncias, un trato discriminatorio a los supervivientes de cáncer. España, incluido.
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Por ejemplo, Bélgica, Francia, Países Bajos, Luxemburgo y Grecia tienen aprobado el derecho al olvido para pacientes oncológicos, que pretende que aseguradoras y bancos no puedan tener en cuenta el historial médico de una persona para excluirla de cara a contratar sus servicios. En Italia se trabajaba en una norma similar antes de que cambiara su ejecutivo en 2022. "Espero que España sea el sexto país en aprobarlo", apunta Lawler.
Miedo al estigma
Aquí, conviene matizar que con el derecho al olvido no se intenta eliminar los antecedentes clínicos de una persona. Más bien, que no estén obligadas a contarlos. También, que no sea considerado una condición excluyente a la hora de contratar un servicio, como puede ser un seguro de vida, requisito común para que se conceda una hipoteca. "A mí me llamaron de una aseguradora y, cuando dije que tenía cáncer, me colgaron. Esa llamada se ha ido repitiendo con los años y la respuesta sigue siendo no, porque he tenido cáncer", describe Cumelles.
Desgraciadamente, los jarros de agua fría que han caído una y otra vez sobre esta joven no se han limitado a que le colgaran el teléfono. Encontrar un trabajo ha sido una de las tareas más arduas a las que se ha enfrentado. Como lamenta, el derecho al olvido no sólo debería centrarse en garantizar el acceso a una hipoteca, también a que no se discrimine a la hora de acceder a algo tan básico y necesario como un puesto de trabajo. "Los supervivientes de cáncer estamos en el mismo juego de la vida, pero con menos cartas", sentencia.
Francesco de Lorenzo, presidente de la European Cancer Patient Coalition, superviviente de cáncer de colon con 25 años de experiencia en defensa de pacientes y coautor de la Declaración Europea de Derechos de los Pacientes con Cáncer junto a Lawler, coincide con el lamento de la joven: "Tenemos doce millones de personas curadas en Europa y tenemos el deber de atender sus necesidades. Sin embargo, se encuentran con que hay un estigma muy grande hacia el cáncer. Por ejemplo, hay mucha gente que quiere trabajar, pero tiene miedo de decirle al jefe que tiene o ha tenido cáncer".
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"Hay quien te dice que mientas en las entrevistas, pero yo tengo un vacío de cinco años en mi curriculum, dos años y medio de quimio y dos años y medio recuperándome de un trasplante de médula que me tuvieron que hacer. ¿Qué digo en la entrevista? ¿Qué he estado de vacaciones? ¿De retiro? La gente se calla porque hay mucho miedo al estigma, pero nosotros no tenemos por qué mentir", expone Cumelles.
Una carga de por vida
Las clama de de Lorenzo y la joven se acompaña de unos datos desoladores. Según un estudio reciente elaborado por la Fundación Josep Carreras, el 50% de los jóvenes de entre 18 y 35 años que ha sufrido un cáncer en la sangre encuentra inconvenientes a la hora de reincorporarse al mercado laboral. Mientras, el 80% encuentra trabas para contratar un producto bancario o un seguro.
La situación es especialmente dramática en niños y jóvenes, población en la que los cánceres de sangre acumulan más del 50% de los casos. De ahí que la investigación se haya hecho con esa población. Al sufrir en la infancia esta enfermedad, quedan totalmente marcados de por vida. "Conozco el caso de una chica que con diez años tuvo leucemia. Le acaban de denegar una hipoteca por una enfermedad que casi ni recuerda", evidencia Cumelles.
Los impedimentos para acceder al mercado laboral no sólo se quedan en el ámbito de lo privado. El Estado también tiene mucho que decir, como demuestra la cantidad de opositores que año tras año son rechazados por haber superado una enfermedad oncológica.
"Aunque la Constitución y la Carta Europea de Derechos Humanos prohíbe la discriminación, y muy concretamente por motivos de salud, la realidad es que, en las convocatorias de acceso al empleo público, sobre todo en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y el Cuerpo Militar, ésta es absoluta y manifiesta", denuncia Antonio Suárez-Valdés, cuyo gabinete jurídico está especializado en casos de exclusión a estos puestos.
El abogado confiesa que, lamentablemente, esta situación se produce "muy a menudo" y comparte con EL ESPAÑOL dos sentencias de las muchas que resuelve positivamente cada año. "En algunos casos se puede discutir, pero en la mayoría no tiene sentido el rechazo", explica.
Juicios ganados
Así, Suárez-Valdés muestra el caso de un hombre que recibió un "no apto" para acceder a la Guardia Civil porque en el cuestionario de salud que deben cumplimentar los aspirantes figuraba que había sido operado hace años de un tumor en el testículo derecho. Sin embargo, se acompaña de informes médicos que confirmaban que no presentaba enfermedad tumoral activa y que no tenía ninguna secuela ni se preveía que la tuviera. Tras la reclamación judicial interpuesta, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid resolvió que "no se explica ni motiva de manera suficiente la exclusión". Tuvo que ser admitido.
Lo mismo ocurrió con el caso de una joven que había sido declarada como "no apta" para acceder a la escala básica del Cuerpo Nacional de Policía por haber sido intervenida quirúrgicamente hacía largo de tiempo de una tumoración de células gigantes en la tibia izquierda. De nuevo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid revocó la decisión, pues se demostró que ese hecho ni le impedía ni le limitaba el desarrollo de ninguna actividad física o el desempeño correcto de las funciones de un miembro del cuerpo al que opositaba.
Como lamenta el abogado, "suficiente angustia han pasado ya estas personas como para que encima se les tenga que estigmatizar de por vida". "A un delincuente se le reconoce el derecho a la rehabilitación porque lo establece la Constitución, pero a un superviviente oncológico el Ministerio del Interior les deniega su derecho a la curación", remacha el profesional.
Para 2025, todos los estados miembro de la Unión Europea deberán haber aprobado el derecho al olvido. Hacerlo será una pequeña victoria para los supervivientes del cáncer, pero aún con esas, la discriminación seguirá persistiendo. Cumelles recuerda todavía la impotencia que sintió cuando perdió injustamente en uno de los trabajos que consiguió tras superar su cáncer: "Me despidieron tras la primera baja que tuve".
Desgraciadamente, esto no lo regulará el derecho al olvido. Sólo una mayor concienciación y empatía por parte de la sociedad. "No pedimos ayudas, sólo tener las mismas oportunidades", termina la joven.