Cada vez resulta menos extraño ver que alguien ha superado los 100 años. Cualquiera piense que se debe al ejercicio diario, una dieta saludable o una vida social activa. Pocos, por no decir ninguno, responderían que es a causa de los telómeros; es decir, los extremos de los cromosomas. Y es que si en el argot periodístico se suele decir que la realidad no te estropee una buena historia, en el caso de los biólogos se producía una situación similar: cuanto más largo fuera el telómero, mayor esperanza de vida. Sin embargo, un reciente estudio ha demostrado que no existe evidencia en esta correlación.
"Los telómeros son unas estructuras que protegen nuestro material genético. Sin los telómeros, los cromosomas se vuelven inestables", explica la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), María Blasco, en declaraciones a EL ESPAÑOL. Uno de los problemas es que cuando nuestras células se multiplican para regenerar los tejidos, los telómeros se van acortando debido a que no se copian por completo. "Como no están protegidos, causa un daño persistente que está entre las causas primarias del envejecimiento", prosigue la científica española especializada en el estudio de los telómeros y la telomerasa.
Hasta el momento, sabíamos que los telómeros cortos eran malos para la salud al provocar trastornos del envejecimiento acelerado. "El acortamiento de los telómeros se ha asociado con muchas enfermedades del envejecimiento, incluido el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades degenerativas que se caracterizan por procesos fibróticos, como por ejemplo, la fibrosis pulmonar", apunta Blasco.
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"Por analogía, se creía que los telómeros largos eran buenos". Quien habla en esta ocasión es la doctora Mary Armanios, profesora de oncología de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y autora principal del estudio que ha desmontado la principal teoría sobre las personas longevas. "También se pensaba que cuanto más tiempo se evitara el acortamiento de los telómeros, mejor", expone Armanios en declaraciones a The New York Times.
Pueden favorecer el cáncer
Los motivos de esta falsa creencia se encuentran, en parte, en la reciente historia de estudio que tienen los telómeros. Así, cuando los científicos comenzaron a observarlos se dieron cuenta de que los jóvenes los tenían más largos, en comparación con las personas mayores.
Hubo empresas que aprovecharon este tipo de observaciones para anunciar que podían saber tu edad biológica midiendo la longitud de tus telómeros. Otras incluso fueron un paso más allá y prometían que podían alargar la vida conservando los telómeros con suplementos.
Tras la publicación de Armanios, que culmina con este trabajo 20 años de investigación, no habrá quien pueda afirmar que la longitud del telómero garantiza una mayor esperanza de vida. Es más, los telómeros largos no sólo no pueden asegurar que vivamos más tiempo, sino que pueden favorecer la aparición de un cáncer y un trastorno sanguíneo conocido como CHIP.
Las personas afectadas con este proceso asociado al envejecimiento tienen hasta un 50% más riesgo de morir por enfermedad cardiovascular en los diez años siguientes, según este estudio que también se ha publicado en la revista The New England Journal of Medicine.
El citado trabajo demuestra que el peligro de la longitud de los telómeros se encuentra en que estos superen la media, ya sea por encima o por debajo. Así, las personas con telómeros más cortos que la media parecían tener un mayor riesgo de sufrir problemas del sistema inmunitario y diversas enfermedades degenerativas, así como fibrosis pulmonar, una enfermedad pulmonar. Por otro lado, los que tenían telómeros más largos que la media parecían tener un riesgo ligeramente mayor de cáncer.
Sin evidencia en humanos
En realidad, el mito de que los telómeros largos suponen una mayor esperanza de vida procede de los ratones, donde sí ha quedado demostrada esta correlación gracias a un estudio en el que participó Blasco: "Demostramos que si los telómeros son más largos de lo normal pero están bien protegidos, los ratones pueden vivir más y tener un menor riesgo de cáncer".
Sin embargo, la doctora Armanios, como genetista humano, pensó que la mejor forma de desmontar el mito era estudiar a los propios humanos. "Hay cosas que no se pueden deducir del estudio de las células", apuntó al medio estadounidense.
Para ello, decidió buscar a personas con una mutación genética común, POT1, que puede dar lugar a telómeros largos. Se sabía que aumentaba el riesgo de cáncer, pero la mayoría de los investigadores pensaban que era por razones distintas al alargamiento de los telómeros.
Finalmente, pudo dar con 17 personas de cinco familias, con edades comprendidas entre los 7 y 83 años. Todas ellas con unos telómeros más largos que la media. También tenían tumores benignos, como bocios y fibromas uterinos, y malignos, como los de melanoma y cáncer de sangre. De hecho, durante los dos años que duró el estudio, cuatro pacientes murieron a causa del cáncer.
Los resultados de la investigación muestran que como los telómeros de las personas con mutaciones en POT1 no se acortan con cada división celular, los telómeros largos impiden que las células dejen de crecer. De esta forma, cuanto más tiempo estén diviéndose en el organismo, más tiempo tendrán para impulsar el crecimiento tumoral.
Este impulso se produce especialmente en la sangre, donde las células se producen de manera constante. Así, algunas células sanguíneas que presenten mutaciones POT1 terminan por apoderarse de la médula ósea de una persona. El resultado de esto es el CHIP.
Se pensaba que este proceso asociado al envejecimiento era el causante del cáncer o, al menos, favorecía a su aparición. Sin embargo, el trabajo de la doctora Armanios revela que son los telómeros largos los que crean el CHIP y también dan tiempo a las células para desarrollar mutaciones cancerígenas.
"El trabajo del grupo de Armanios se inspira estudios previos que hemos realizado desde el CNIO", valora Blasco. La bióloga molecular hace referencia a investigaciones, como ésta publicada en Nature Genetics hace 10 años, en las que también encontraban que los telómeros más largos y disfuncionales llevan a una mayor inestabilidad de los cromosomas, algo que favorece el cáncer. "Por su parte, también hemos visto que los telómeros largos resultan en menos cáncer y mayor longevidad", concluye Blasco.