El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en hombres en España. Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2023 se diagnosticarán más de 29.000 casos. Sin embargo, sus cifras de mortalidad no son tan altas: 5.889 personas fallecieron a causa de esta enfermedad en 2021. La diferencia entre ambos datos se debe a que este tipo de cáncer tiene un crecimiento muy lento y, en la mayoría de los casos, no llega a ser mortal.
Como bien señalaba a EL ESPAÑOL el urólogo Juan Ignacio Martínez, del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid y director de Lyx Instituto de Urología, "uno puede morir con cáncer de próstata, pero no de cáncer de próstata". Así, la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer (ACS, por sus siglas en inglés), en sus últimos estudios, descubrió cáncer de próstata en autopsias de hombres de edad avanzada que habían muerto por otras causas.
Por desgracia, hay algunos tipos de este tumor que, desde el inicio, son muy agresivos. En el Congreso Europeo sobre Obesidad, que se celebra estos días en Dublín (Irlanda), se acaba de presentar un hallazgo importante: un estudio los asocia con un aumento de peso grande entre los 17 y los 29 años.
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"Los únicos factores de riesgo bien establecidos de este tumor, como la edad, los antecedentes familiares y algunos marcadores genéticos, no son modificables, por lo que es vital identificar aquellos que puedan cambiarse", explica Marisa da Silva, del departamento de Medicina de la Universidad de Lund (Suecia) y una de las autoras del estudio.
Evidencia mixta, hasta ahora
Investigaciones anteriores habían relacionado el exceso de grasa corporal con cánceres de próstata agresivos. Sin embargo, como indica la especialista, hasta ahora la evidencia era mixta. Su estudio, que ha extraído datos de más de 250.000 hombres, ha terminado de decantar la balanza por el "sí".
"No sabemos si es el aumento de peso en sí o mantener un peso elevado durante cierto tiempo es el principal desencadenante de la asociación que hemos encontrado, pero está claro que evitar una subida de peso pronunciada en hombres jóvenes es mandatario para la prevención del cáncer de próstata", prosigue da Silva.
Según el estudio, aunque aumentar la grasa corporal era peligroso en todas las edades, ha sido en la adolescencia y juventud donde más se ha evidenciado un peligro para este tumor. Concretamente, se comprobó que aumentar un kilo al año entre los 17 y los 29 (en total, 13 kilos) aumentaba un 27% las probabilidades de tener un cáncer de próstata futuro con pronóstico "fatal".
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La explicación que arroja Da Silva tiene que ver con la IGF-1, una hormona que controla los efectos de la hormona del crecimiento. Con unos niveles normales, ambas promueven el crecimiento adecuado de los huesos y los tejidos. En cambio, un descontrol se ha relacionado con varios tipos de cáncer.
Es más, no es la primera vez que suena su nombre respecto al cáncer de próstata. Una investigación española, con una muestra mucho más pequeña —de 118 pacientes— lo conectó con mayores tasas de este tumor en forma agresiva.
Cuidado con la grasa visceral
La obesidad, mientras, es clave para que la IGF-1 se descontrole, lo que cierra el círculo entre un factor y otro. Concretamente, lo que más favorece su aumento es la grasa visceral, que es aquella que se localiza en la zona de la cintura y el abdomen.
Ya lo advirtió en 2016 una investigación llevada a cabo por profesionales de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Por cada diez centímetros de aumento de la circunferencia de la cintura, se incrementan en un 18% las posibilidades de que un hombre pudiese desarrollar un cáncer de próstata fatal.
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Y, ojo, porque la grasa también puede ser la culpable de que un tumor de próstata indolente termine en metástasis, es decir, extendiéndose a otras partes del cuerpo y formando un nuevo problema en otro órgano o tejido. Un trabajo de Nature Genetics confirmó hace unos años que las dietas altas en grasas 'malas', esas que llevan el apellido saturadas o trans, tienen el poder de favorecer este proceso en cánceres como éste, el de tiroides, pulmón y mama.
Datos como estos no hacen más que evidenciar que la alimentación es un pilar fundamental de la lucha contra el cáncer. Expertas en la materia recomendaban recientemente en un artículo publicado en este periódico seguir una dieta rica en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales. Como decía da Silva, trabajando en los factores de riesgo conseguiremos minimizar la catástrofe que se avecina respecto a esta enfermedad, que amenaza con convertirse en una "epidemia" en los próximos años.