"Hemos hallado evidencia limpia y causal de que la vacuna contra el herpes previene un buen puñado de casos de demencia. Así que, ¿podría un virus causar alzhéimer…? ¡Sí!"
Así de efusivo se mostraba por Twitter Pascal Geldsetzer, investigador del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Standford. ¿La razón? Ha liderado un estudio donde comparaba la demencia en ancianos dependiendo de si eran elegibles para la vacuna del herpes zóster o no. Y concluye que la vacuna ha evitado uno de cada cinco casos, pero neurólogos e investigadores se muestran escépticos de sus resultados.
Para entender esta polémica hay que viajar hasta Gales y remontarse al 2 de septiembre de 1933. Los nacidos a partir de esa fecha serían candidatos, 80 años después, a recibir una vacuna contra el herpes zóster, la enfermedad conocida como culebrilla, causada por un herpesvirus y que afecta principalmente a personas mayores, generándoles un dolor intenso.
Geldsetzer y su grupo tomaron los datos de estos afortunados y los compararon con los de aquellos ancianos de Gales que nacieron justo antes de esa fecha. Es lo que han definido como "aleatorización natural": una población de similares características que solo se diferencia por haber recibido o no la vacuna.
En dicha nación británica se comenzó a ofrecer la vacuna a partir de 2013. Los investigadores lo tomaron como una oportunidad para comprobar si había relación entre la vacuna y los casos de demencia entre los ancianos galeses a lo largo de siete años.
De esta forma, vieron que en la población susceptible de ser vacunada los casos de demencia se habían reducido un 20%. ¿Conclusión? Para los autores, esto es una evidencia de la relación causal entre el herpesvirus y el desarrollo de demencias. "Es extremadamente improbable que se deba a pura casualidad".
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Otros no lo ven de esa forma. "Sinceramente, no creo que esta prepublicación merezca mucha atención", afirmaba la jefa de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona, Raquel Sánchez Valle, al Science Media Centre. "Veremos si se publica y cómo aparece el contenido en su versión final. Yo, por lo leído, no me lo creo".
La experta se refiere a que este estudio todavía está en un paso previo al de ser admitido dentro del corpus científico. No ha sido publicado todavía en una revista científica y, para hacerlo, necesita ser revisado por al menos dos especialistas en la materia que no tengan relación con los autores del mismo. Tras ese escrutinio pueden cambiar muchas cosas.
Pero, además, Sánchez Valle recalca que la patología es multicausal y que un seguimiento de siete años "es un periodo ridículo para datar la causa de la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo, que se inicia aproximadamente 20 años antes".
Hipótesis infecciosa del alzhéimer
El estudio ha causado un enorme revuelo entre los especialistas. Alberto Ascherio, de la Universidad de Harvard, afirma que es riguroso y de buena calidad, pero "el azar sigue siendo una posible explicación" a los resultados. La investigadora Kirsten Funk, de la Universidad de Carolina del Norte, destaca, por su parte, que "el diagnóstico de demencia de alzhéimer frente a otras demencias no estaba bien definido".
Aunque no se muestra tan combativo, el jefe de Neurología del Hospital 12 de Octubre, David Pérez Martínez, explica a EL ESPAÑOL que "hay que ser cautelosos" con este trabajo, aunque se una investigación interesante.
"La diferencia de edad [entre los dos grupos estudiados] no es muy grande pero a partir de 75-80 años una pequeña diferencia en la edad puede generar diferencias relevantes en la incidencia de la demencia". Además, "la incidencia crece rápidamente a partir de los 75 años. No se puede estar seguro de que aquí no tenga un efecto en el seguimiento posterior".
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Por otro lado, en el grupo vacunado no se puede descartar un "sesgo de atención por parte de sus médicos de familia", al tratarse de un proyecto de prevención dentro del sistema nacional de salud británico. "Por ejemplo, podrían haber subrayado la importancia del control en otros factores de riesgo claramente conocidos de la demencia, como potenciar el ejercicio físico o una dieta saludable".
Con todo, apunta que hay que tener en cuenta estos datos en futuras investigaciones, "podría ser de interés establecer un ensayo clínico o específico en este ámbito".
Miguel Medina, director científico adjunto del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned), recuerda que, "más allá de la hipótesis amiloide, los orígenes de esta enfermedad todavía son desconocidos, seguramente es multicausal y hay evidencias de que algunas infecciones, especialmente por herpes, pueden jugar un papel quizás desencadenante, al menos como una de las múltiples causas, aunque todas ellas terminen desembocando en una patología de amiloide y tau".
Porque la 'hipótesis infecciosa' del alzhéimer no es nueva pero sí está viviendo un pequeño auge en los últimos años, en consonancia con otros estudios que busan un posible origen vírico de otras enfermedades neurodegenerativas como la esclerosis múltiple.
En 1991 se descubrió ADN de HSV-1, uno de los nueve herpesvirus que infectan a seres humanos, en el cerebro de pacientes con alzhéimer, hallazgo que después se extendió a otros herpesvirus. Esta familia de microorganismos –causante, por ejemplo, de la varicela– tiene la capacidad de permanecer latente en partes del cuerpo durante toda la vida, incluído el sistema nervioso.
Sería una posible respuesta inflamatoria del cuerpo para defenderse de los virus lo que acabaría, al cronificarse, siendo más perjudicial que beneficiosa.
En los últimos años se ha avanzado en esta hipótesis con estudios tanto en ratones como en tejidos humanos. Así, se ha hallado relación entre los herpesvirus y factores de riesgo genéticos como el gen APOE4 y los marcadores clásicos del alzhéimer, la acumulación de proteínas beta amiloide y tau.
Una revisión reciente en Nature daba cuenta de estos y otros avances. Aunque señalaba que el efecto de los demás factores de riesgo puede modularse a través de la presencia o ausencia de herpesvirus, también advertía que lo más probable es que los virus contribuyan potencialmente solo a una pequeña parte de los casos de alzhéimer.
El propio Pascal Geldsetzer admite que, antes de lanzarse a dar por válida esta hipótesis, hacen falta ensayos clínicos aleatorizados que permitan establecer con seguridad el impacto del virus en la patología. Porque, en ciencia, la "aleatorización natural" queda muy bien pero no convence.