La prevalencia de obesidad en nuestro país se sitúa en torno al 23% de la población, según la Encuesta Europea de Salud en España del año 2020. Esto significa que unos 8,4 millones de españoles mayores de edad obtienen un resultado por encima de 30 cuando calculan su índice de masa corporal (IMC). Sin embargo, cada vez más médicos advierten de que esta cifra ha dejado de ser un indicador de la salud de una persona.
Ahora, la Asociación Médica Estadounidense (AMA, por sus siglas en inglés) ha emitido una recomendación para que los médicos no utilicen sólo el IMC al evaluar a los pacientes con sobrepeso u obesidad debido a que pierde predictibilidad cuando se aplica a nivel individual. "Hemos acogido el anuncio con mucha alegría porque nosotros también proponemos un cambio de modelo en la atención de la persona que vive con sobrepeso y obesidad", reconoce el endocrinólogo del Hospital Vithas Sevilla Cristóbal Morales acerca de la nueva política que la AMA aprobó el pasado martes.
Morales no esconde su efusividad ante esta noticia, pues se trata de una modificación que en España ya se ha exigido. De hecho, hay algunos endocrinos, como es su caso, que evitan diagnosticar la obesidad mediante el IMC: "A día de hoy, en las consultas especializadas de obesidad evaluamos siempre la composición corporal".
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Esta metodología no sólo tiene en cuenta el peso de la persona, sino que también mide otros aspectos que pueden causar complicaciones. "Por ejemplo, el IMC no tiene en cuenta dónde se acumula la grasa. No es lo mismo si lo hace en el páncreas, que es cuando se puede desarrollar diabetes tipo 2, que si se acumula cerca del corazón, donde existe el riesgo de enfermedad cardiovascular", explica Morales.
Una medida machista y racista
Este endocrino muestra lo absurdo que resulta en determinados casos vincular la obesidad con un alto índice de masa corporal: "En su época buena, Arnol Schwarzenegger tenía un IMC de 33, por lo que se le debería haber considerado como una persona obesa. Sin embargo, no es así porque todo era grasa muscular". Alguien que no haga nada de ejercicio, en cambio, puede tener el mismo IMC, con más grasa y menos músculo. No son lo mismo, desde el punto de vista metabólico, aunque las cifras de IMC sean idénticas.
Algunos estudios incluso han demostrado que un índice de masa corporal bajo se relaciona con un mayor riesgo de mortalidad. Por otro lado, para algunos medicamentos de pérdida de peso se utiliza el IMC para determinar la elegibilidad.
Es por estos motivos por lo que tanto Morales como la AMA proponen ir más allá del IMC, ya que la consideran una medida machista y racista. Ambas actitudes se deben, sin duda, al origen de este índice. Fue en 1832, cuando el astrónomo y naturalista belga Adolphe Quetelet observó que el peso corporal de los adultos en kilogramos es aproximadamente proporcional al cuadrado de su estatura en metros.
Esta medida, que se conoció como índice de Quetelet antes de recibir su nombre actual, contaba con un gran sesgo, puesto que se utilizaron datos exclusivamente de una población masculina y caucásica. La nueva política de la AMA, por su parte, no tiene en cuenta las diferencias entre grupos raciales y étnicos, el sexo y la edad. Según un informe en el que se apoya esta asociación, los asiáticos tienen más grasa corporal que los blancos y las mujeres más que los hombres.
"La obesidad es una enfermedad tan compleja que no tiene ningún sentido diagnosticarla con una medida que se inventó hace casi 200 años. Esto no ocurre en ninguna otra enfermedad. Es una barbaridad", sentencia Morales.
Esto no significa tampoco que el IMC vaya a tener, como suele decirse, los días contados. "Puede servir para realizar estudios poblacionales o para saber qué persona es de riesgo", aclara el endocrino. "Ahora bien, para estudiar a una persona en una consulta el médico no puede utilizar una simple báscula porque no te indica absolutamente nada. El IMC ha muerto. Tenemos que realizar una medicina de precisión. No es una opción, estamos obligados a enterrar el IMC en las consultas".
Este nuevo tratamiento también sirve para monitorizar en el tiempo cómo va evolucionando el paciente; ya que otro de los errores que se suelen cometer es el de confundir la obesidad con la pérdida de peso. "Éste es un concepto muy antiguo. A los endocrinos lo que nos interesa es que el paciente mantenga el mejor peso saludable, a expensas de que vaya perdiendo masa grasa visceral. El término de 'peso ideal' también debería desaparecer", reclama Morales.
Se 'acabó' la obesidad
Morales es consciente de que la obesidad es una enfermedad estigmatizada y muy compleja. Por ello, propone incluso un cambio de nombre: "Nos gustaría empezar a llamarla metabesidad, en vez de obesidad". Este nuevo concepto recogería así varias vertientes que se dan en esta afección; desde la metabólica y la mental hasta la monetaria.
"El código postal también influye en esta enfermedad", señala Morales. En España, sin ir más lejos, existen cifras de cómo afecta la obesidad en función de la economía. Según un estudio de Save the Children, este problema de salud lo sufren un 32,5% de menores de hogares de renta baja frente a un 19% de menores de familias de renta alta.
Este endocrino también cree que se ha hecho mucho daño con determinados conceptos que se han ido normalizando en nuestra sociedad en los últimos años. "Ha sucedido con el de fofisano o el de obeso metabolícamente sano, que no existe, en realidad. En ambos casos, si se profundiza en el diagnóstico, posiblemente con el tiempo desarrolle complicaciones. No es un tema de gordofobia, sino de salud", remacha Morales.