Los golpes de calor se están convirtiendo en un verdadero problema de salud pública en países como España, donde las olas de calor son cada vez más intensas y frecuentes. Solo durante el pasado año 2022, el sistema de monitorización de mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) atribuyó 4.700 muertes al exceso de calor de manera oficial.
Tratar un golpe de calor no es fácil, y existe una probabilidad significativa de que su desenlace sea fatal. Por dicho motivo, un grupo de investigadores ha analizado cuál sería la mejor forma de reaccionar ante un caso. Sus hallazgos se publicaron en la revista Resuscitation.
Recordemos que este problema de salud se define como una hipertermia corporal -una temperatura superior a los a 40ºC - junto a una desregulación del sistema nervioso central. Sus causas pueden ser múltiples, pero existen dos orígenes a destacar: el golpe de calor por esfuerzo, en relación con la actividad física, y el golpe de calor asociado a los eventos de calor extremo, sin relación con el ejercicio.
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En ambos casos, si no se tratan de forma adecuada y relativamente rápida, pueden producirse perjuicios significativos e incluso aumentar el riesgo de sufrir un paro cardiovascular. Se trata de una de las causas de mortalidad ligadas al calor extremo del verano.
Los investigadores realizaron una revisión sistemática y un metanálisis de la evidencia científica disponible sobre el tema, mediante búsquedas en las bases de datos de Medline, Embase, CINAHL y SPORTDiscus. Usaron métodos de evaluación, desarrollo, evaluación de las recomendaciones (GRADE) y evaluaciones del riesgo de sesgo para determinar la certeza y la calidad de la evidencia.
Se incluyeron ensayos controlados aleatorios, ensayos no aleatorios, estudios de cohortes y series de casos de cinco o más pacientes. Se tuvieron en cuenta tanto casos de adultos como niños, golpe de calor con o sin esfuerzo, y casos de hipertermia con esfuerzo. A continuación, valoraron las diferentes técnicas de enfriamiento aplicables como primeros auxilios en entornos prehospitalarios.
Finalmente, tras aplicar los criterios de inclusión y exclusión, se incluyeron 63 estudios. 37 eran estudios controlados, 2 eran estudios de cohortes y 24 eran series de casos de pacientes con golpe de calor. Según los resultados del estudio, la inmersión en agua fría (14-17ºC), agua muy fría (8-12ºC) y agua helada (1-5ºC) fue el método más eficaz en comparación al uso de enfriamientos pasivos.
No se detectó un claro rango de temperatura del agua que fuera mejor que otro, ni que fuese más rápido. No era importante que el agua estuviese helada o solo "fría", pero en los tres casos era mejor opción la inmersión en agua a baja temperatura que intentar enfriar con ventiladores, hielo externo u otras clases de enfriamiento.
Así pues, el estudio concluyó que la inmersión en agua -con temperaturas de 1 a 17ºC)- reduciría de forma eficaz la temperatura corporal central en adultos con hipertermia secundaria al golpe de calor, siendo un método rápido y eficaz. Como ejemplo práctico, si se produce un golpe de calor en un domicilio particular, la mejor opción sería llenar la bañera de agua a baja temperatura y sumergir a la persona. Por defecto, refrescar a la persona con agua de una fuente sería también una respuesta de primeros auxilios si el caso se da por la calle.