"Lo que pretendemos es hacer una foto del cáncer en España". Así de contundente se muestra Enrique Grande al hablar del proyecto que tiene entre manos. Es el jefe de servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid y jefe de Investigación Clínica de la Fundación de la misma. A sus quehaceres habituales -que no son pocos- ahora suma esta tarea hercúlea, a la que mira con esperanza e ilusión. Es el estudio Dipcan y, si todo sale según sus planes, cambiará el diagnóstico y el tratamiento del cáncer. Nada más ni nada menos.
"Estamos muy orgullosos del estudio Dipcan", presume el oncólogo, que recibe a EL ESPAÑOL en el ala de ensayos clínicos del hospital. "Dipcan significa digitalización e inteligencia artificial en pacientes de cáncer, porque vamos a usar estas armas para intentar definir y clasificarlos mejor y ver cuáles son los mejores tratamientos", prosigue.
Como explica el profesional, el cáncer tiene un nombre y un apellido. "No es lo mismo tener un adenocarcinoma de páncreas que un tumor neuroendocrino de páncreas", puntualiza. La especialización es lo que ha llevado a la progresión en el tratamiento de esta enfermedad, pero ¿y si se pudiera ir un paso más allá? Es lo que pretende Dipcan: "Lo que buscamos es ver el DNI del tumor, la forma de sus células, el tipo histológico, mutaciones de genes, etc.".
[Descubren por qué los hombres son mas vulnerables al cáncer: el enigma del cromosoma Y]
Esto es algo muy importante. El ejemplo perfecto salía a la luz hace poco en la revista International Journal of Cancer, la cual exponía el caso milagroso de una mujer de 50 años que había sobrevivido a un tipo muy raro y agresivo de cáncer de riñón con metástasis. Tras 20 años de investigación, se ha averiguado que el tumor de esta paciente tenía dos mutaciones, una en el gen USP9X y otra en el TSC2, las cuales le hacían especialmente vulnerable a un fármaco en concreto, el temsirolimus.
En este caso, fue la intuición de un oncólogo que se basó en una única publicación científica, que hablaba sobre que en pacientes de cáncer de riñón con mal pronóstico, para aplicar dicho fármaco. Con el Dipcan llegado a término, podría saberse a ciencia cierta y en un momento.
"Cuando metemos la inmunoterapia en la ecuación del tratamiento de cáncer metastásico, y me estoy refiriendo a cáncer de vejiga y riñón, que es donde ejerzo mi principal actividad, logramos que entre un 15% y un 25% de los pacientes se vuelvan largos supervivientes, supervivientes crónicos. El problema es que no sabemos identificar de antemano quienes serían los pacientes candidatos", responde el experto.
Reunir 2.000 pacientes
Para conseguirlo, el Dipcan necesita reunir a 2.000 pacientes con tumores sólidos metastásicos. Ellos servirán para hacer esa famosa foto del cáncer en España, que trazará una gran base de datos -la más grande de Europa- para que, en un futuro, se haga el DNI de la enfermedad con una simple prueba diagnóstica. "Con una resonancia magnética se podría decir cómo evolucionará el cáncer, qué mutaciones tiene, dónde está el tumor primario, cómo va a responder y qué pronóstico tendrá", presume el oncólogo.
[Médicos y pacientes de cáncer de pulmón estallan: los nuevos fármacos no están llegando a España]
Las personas que participen no reciben, por tanto, un tratamiento per se. No obstante, se pueden beneficiar del diagnóstico personalizado que se les hará. Primero, con una biopsia líquida para identificar el material nucleico del tumor que está circulando por su sangre y un análisis genómico de la pieza tumoral. Luego, una resonancia magnética corporal total. Todo ello aportará información detallada de la enfermedad y puede abrir nuevas puertas de tratamiento. La inscripción se realiza a través de la página web del estudio Dipcan.
"A día de hoy, no todo el mundo tiene acceso a una secuenciación molecular. Es algo esencial, pero que, desgraciadamente, no está cubierto en la mayoría de los casos. Con el Dipcan se puede hacer de manera gratuita. No importa dónde se esté tratando el paciente, si es medicina pública o privada. Todo el mundo podrá beneficiarse de ese análisis molecular", anuncia Grande. Y es que el proyecto está financiado por los fondos Next Generation de la Unión Europea.
El oncólogo muestra su entusiasmo con el estudio, aunque de forma prudente matiza que no se puede garantizar que en todos los casos se vaya a encontrar una alteración molecular que se pueda utilizar. "Entre el 10 y el 12% de todos los pacientes tendrían una alteración molecular potencialmente tratable, ¿pero cuánto vale esa opción? ¿Cuánto vale esa oportunidad? Yo creo que merece la pena invertir tiempo, que es lo único que tendrían que invertir los pacientes que vengan a apuntarse", remacha.
Generar algoritmos con IA
Mientras, la persona dejará también su huella en el futuro, ya que la inteligencia artificial se encargará de analizar y correlacionar todos los datos extraídos de las distintas pruebas y trazará la foto del cáncer en España. "Con la IA estamos consiguiendo que los pacientes vivan más y mejor", confiesa el experto. Incluso cree que diagnosticará mejor el cáncer que los propios oncólogos.
Hasta llegar ahí queda un trecho. Piano, piano. Aunque es cierto que en el Dipcan esta tecnología tiene un papel crucial. Así lo desgrana Grande: "Lo que pretendemos es generar algoritmos, conocer mejor al tumor ahora para en el futuro, con una técnica de imágenes o simplemente a través de la historia del paciente, saber qué posibilidades tiene de un comportamiento clínico mejor o de responder mejor a un fármaco".
Llegar a este punto habría hecho muy feliz al Enrique Grande de 15 años. Durante su entrevista con este medio hay tiempo para charlar de todo y una de las preguntas tiene que ver con cómo saca fuerza y motivación para la dedicación a la oncología. Todo linda con sus tiempos de chavalería, cuando jugaba al baloncesto, soñaba con la NBA y no se separaba de sus dos mejores amigos.
"En un partido, un día, el base se cansó y tuvo que parar", recuerda el oncólogo. "Óscar, que así se llamaba, falleció en tres meses". Había sido diagnosticado de leucemia. La historia marcó para siempre al grupo, al punto de que su otro amigo se intentó suicidar dos veces. "Entonces, decidí que quería cambiar todo eso, formar parte de la cura del cáncer", termina el oncólogo.