Hay medicamentos que se encuentran en un gran número de hogares en España, independientemente de quienes vivan en ellos, como demuestra el caso de la aspirina. La aceptación de este fármaco es tal que incluso nos referimos a él por su nombre comercial, y no por el de su compuesto (ácido acetilsalicílico). Sin embargo, parece que no todos los pacientes tienen claro el correcto uso de este medicamento, pese a que la farmacéutica Bayer lo patentó hace más de 100 años.
"Durante muchos años la aspirina valía para todo", sentencia el médico de familia retirado Vicente Baos. "Aun así, en España sigue siendo un medicamento 'mágico'. Hay quienes lo usan como analgésico cuando ya no se recomienda este uso". Baos no pone en duda que este fármaco se prescriba a pacientes que hayan tenido un episodio cardiovascular, ya que el beneficio es evidente y supera los riesgos.
En cambio, para aquellos que 'únicamente' presentan riesgo de sufrirlo la situación es bien distinta. Estos casos son en los que, a juicio de Baos, mantienen un debate que ha existido desde los años 60. Ahora, un nuevo estudio no sólo sugiere que la aspirina no cumple un poder protector, sino que puede aumentar el riesgo de hemorragias cerebrales en personas mayores que no tengan problemas de salud.
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Se trata del último capítulo sobre la aspirina en prevención primaria de enfermedad cardiovascular en el que sigue ganando el "no hacer", como señalaba el especialista en medicina interna del Hospital Universitario de Salamanca y profesor de la Universidad de Salamanca Miguel Marcos Martín en su cuenta de Twitter. "Tenemos la impresión de que es mejor hacer que no hacer, cuando los estudios hasta este momento nos dicen que en una población sana no previenes nada con la aspirina", asegura el propio Marcos en declaraciones a EL ESPAÑOL. "Estamos dando aspirina a mucha gente que no tendría un accidente vascular en ningún caso. De hecho, en estas personas predominan los efectos secundarios".
Desmontar las contradictorias recomendaciones
En la investigación han participado un total de 19.114 individuos, con una media de 74 años. Tal y como sospecha Baos, a esa edad resulta "bastante difícil" no tener alguna patología. Es por este motivo por el que se debe encontrar un 'punto intermedio' entre la prevención del infarto frente a la hemorragia. Al ser un antiagregante plaquetario, la aspirina impide que las plaquetas formen un coágulo, aunque estos son un mecanismo de defensa para los eventos graves de sangrado.
"La respuesta entonces será no administrar este fármaco", explica Baos, "porque el riesgo de que tengan una hemorragia cerebral o un ictus hemorrágico supera al de un primer episodio cardiovascular". El trabajo publicado en la revista JAMA es la última prueba de que la aspirina a dosis bajas, que ralentizan la acción coagulante de las plaquetas, pueden no ser apropiadas para las personas que no tienen antecedentes de afecciones cardiacas ni signos de advertencia de ictus.
Los resultados coinciden con la recomendación que el U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF, por sus siglas en inglés), un grupo independiente de expertos de los servicios preventivos de Estados Unidos, publicó el pasado año: "El USPSTF desaconseja iniciar el uso de dosis bajas de aspirina para la prevención primaria de los episodios cardiovasculares en adultos de 60 años o más", rezaba el documento.
Esta recomendación provocó que algunos pacientes —que sí habían sufrido un ictus— dejaran de tomar la aspirina bruscamente, pensando que podían acabar en urgencias con un segundo episodio, como han declarado varios cardiólogos a The New York Times. Por su parte, los internistas consultados por este periódico no tienen constancia de que esta situación se haya producido en España.
También coinciden en que durante los últimos años se han dado mensajes un poco contradictorios. Aunque ya se encuentra retirado, Baos se ha encontrado en consulta con escenas de diversa índole: "He llegado a escuchar a un paciente que se tomó una aspirina porque le dolía la cabeza y le daba miedo tener una trombosis. Todo esto hay que desmontarlo".
Un perfil más personalizado
Algunas de esas "recomendaciones cambiantes" apuntaron a los pacientes diabéticos. "Hubo un tiempo en el que se les recomendaba el uso de la aspirina en prevención primaria. En otra época se ha indicado a partir de cierta edad", recuerda Marcos. "Es muy difícil saber cuándo se le recetó. Pero en el momento en el que vemos que el paciente no tiene una indicación clara se podría valorar la retirada".
El profesor de la Universidad de Salamanca insiste en que antes de tomar una decisión de este tipo se consulte con el médico. "Es un medicamento al que no se le tiene ningún 'miedo' porque lo llevamos usando mucho tiempo", valora Marcos.
Gracias a la inteligencia artificial y el big data, anhela con que en un futuro la conocida como medicina personalizada sea capaz de identificar un perfil más personalizado de cada paciente. "De esta forma, y aunque todavía estamos lejos, podríamos saber qué personas son más proclives a tener un infarto y quienes tienen más probabilidad de tener una hemorragia", concluye Marcos.