Hace no tanto tiempo, un indicador de salud pública tan críptico como el de exceso de mortalidad diaria era inimaginable que fuera conocido para el gran público. La Covid lo sacó a la luz para que todos pudiéramos intuir de un vistazo la magnitud de la pandemia. Tras esta, llegó otra: la del calor, que arrasó el continente europeo el verano pasado. Pero la última ola de calor, que ha roto récords, nos devuelve un misterio: ¿por qué está habiendo, en teoría, menos muertes por altas temperaturas en 2023?
El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas, conocido como MoMo y elaborado por investigadores del Instituto de Salud Carlos III, estimaba que, a estas alturas del verano, el año pasado habían muerto 3.786 personas como consecuencia de las altas temperaturas.
Este año, sin embargo, el número de fallecimientos contabilizados es un 63% menor: 1.401 hasta el 9 de agosto, último día con datos disponibles.
La diferencia es notable desde el principio: en junio se estimaban 828 muertes por 225 en 2023; julio –el mes con más muertes– arrojaba una cifra de 2.217 defunciones por 984 de las del año en curso; y en los 9 primeros días de agosto se apuntaron 741 fallecimientos por 192 en el presente mes.
Todo ello, con el mismo número de olas de calor. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el año pasado hubo también tres olas de calor, cada una en un mes distinto. La primera duró del 12 al 18 de junio; la segunda, del 9 al 26 de julio; y la tercera, del 30 de julio al 15 de agosto.
Este año, las tres olas de calor han tenido menor duración: la más larga ha sido en esta última semana y la ha copado por completo. Sin embargo, este verano ya ha roto varias veces los récords de temperaturas –este junio ha sido el más caluroso de la historia– y la última ola de calor ha copado toda la Península, dejando apenas libres las zonas costeras.
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La Aemet ya avisaba de que este miércoles 9 de agosto sería uno de los siete más calurosos en agosto desde 1950. Se registraron temperaturas extremas, como los 46,8º vividos en el aeropuerto de Valencia, que superó en más de tres grados el récord anterior.
Aunque la ola de calor está en descenso, la agencia ya ha advertido que de este fin de semana se esperan temperaturas extremas en las islas Canarias, superando los 40 grados en amplias zonas del archipiélago y llegando a 42 en algunos puntos.
De hecho, desde el inicio mismo del verano llevamos viendo casos de muertes por golpes de calor, principalmente entre trabajadores del campo. El último ha sido este viernes en Montilla (Córdoba), donde un hombre de 58 años se desplomó alrededor de las 10h de la mañana, cuando estaba vendimiando.
Muertes atribuibles al estrés térmico
Más allá de las muertes por golpe de calor, no es tan sencillo atribuir una defunción a las altas temperaturas. Son los más vulnerables, como los mayores de 65 años, enfermos crónicos o inmunosuprimidos, los que tienen todas las cartas para que un periodo de temperaturas extremas descompense sus constantes vitales.
Sin embargo, como explicaba a este medio el jefe del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Ceuta, Julián Domínguez, la atribución de las muertes al estrés térmico se da por estadística, no por clínica, porque el calor no mata por sí solo: "Es una causa concomitante, no definitoria".
Por tanto, las cifras del MoMo son estimaciones basadas en crecimientos de mortalidad no esperados a partir de ciertos umbrales de temperatura. Así, en 2022 atribuyó al exceso de calor un total de 5.876 muertes, el doble que hace cuatro años y de las que solo 4.300 se habrían dado en los meses de verano propiamente dichos.
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A la hora de comparar las cifras del año pasado con las actuales, desde el Instituto de Salud Carlos III apuntan que "no resulta oportuno comparar datos de verano de 2022 con 2023 porque pude haber diferentes factores diferenciales y, sobre todo, estos últimos están aún pendientes de consolidación".
Es algo en lo que profundiza Salvador Peiró, investigador en Salud Pública de Fisabio (Fundación para Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana). "Estamos en en [un momento de] defecto de mortalidad por todas las causas, defecto que sería aún mayor de no ser por la mortalidad atribuible a la temperatura".
Es lo que se conoce como 'harvesting effect' o 'efecto cosecha'. El número de muertes esperables en un momento determinado puede verse alterado por fenómenos anteriores que hayan modificado la mortalidad.
Es decir, "un periodo de defecto de mortalidad porque la gente que habría muerto en este periodo adelantó su fallecimiento por la Covid" u otros motivos, explica Peiró. Por tanto, los movimientos en la mortalidad general pueden ocultar parte de esas muertes atribuibles al calor.
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De hecho, hay investigadores que piensan que las estimaciones realizadas por el Instituto de Salud Carlos III pecan de conservadoras. Una investigación publicada en Nature Medicine en julio comparaba el efecto de las altas temperaturas en la mortalidad de distintos países europeos y duplicaba virtualmente las defunciones por calor en el verano del año pasado.
Entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre de 2022 el calor provocó 61.672 muertes en el continente, de las que 11.324 corresponderían a España. Solo Italia, con 18.010 fallecidos, superaría a nuestro país según los autores del artículo, entre los que se encuentran investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona, ISGlobal.
Consciente de que los estragos que causó el calor durante el verano pasado, el Ministerio de Sanidad activó a partir del 15 de mayo el Plan Nacional de Acciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud, para mitiga los efectos del calor excesivo en los grupos de riesgo más vulnerables.
Dicho plan incluyó una novedad: la limitación de la jornada laboral de los trabajadores más expuestos al calor extremo en las horas centrales del día. A pesar de ello, al menos tres trabajadores han muerto este verano en su jornada laboral por golpe de calor. Las cifras definitivas (o más bien consolidadas) de afectados por las altas temperaturas de este verano las conoceremos mucho después.