La familia de Alejandro está muy presente en la decoración de su casa. Las paredes están cubiertas de recuerdos, fotografías con su mujer y de momentos importantes de la vida de su hija. Entre todas ellas, también destacan las de un pequeño perro con el pelo alborotado y la mirada atenta que responde al nombre de Embid. Este cuarto integrante se ha ganado a pulso su lugar en la pared, es un perro de alerta de médica capaz de detectar cuando la glucosa de su dueño Alejandro puede provocarle problemas.
Alejandro padece diabetes tipo 1 LADA desde hace 19 años y antes de Embid había vivido episodios muy duros de su enfermedad: "Un 15 de mayo, día de San Isidro, tuve una bajada de azúcar grandísima. Era imposible que me subiera la glucosa y llegué a inyectarme el glucagón, que es lo que tienes que ponerte cuando ya estás casi inconsciente. El azúcar es energía y cuando baja así te quedas completamente sin ella. Es lo peor que hay", recuerda. Tras esta crisis se tatuó en el antebrazo izquierdo un caduceo.
Ahora, en el antebrazo derecho hay otro tatuaje que representa a Embid con su mirada atenta. Desde que este Jack Russell terrier llegó a su casa en junio de 2020, Alejandro no ha vuelto a tener situaciones extremas de hipo o hiperglucemia porque su perro no le ha dejado. "Me da una tranquilidad tremenda. Las bajadas de azúcar son malísimas porque con el tiempo dejas de darte cuenta de ellas y si te pasa por la noche incluso puedes entrar en coma. También tengo un sensor en el brazo, pero Embid se adelanta. Es una maravilla", cuenta Alejandro.
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El 'cole' de los perros
¿A qué se debe el buen tino de Embid, que deja atrás a las máquinas? Pues a su sentido del olfato: mientras que los humanos tenemos unos cinco millones de receptores olfativos, un perro tiene más de 200 millones. Por esta razón, los perros son capaces de oler los cambios hormonales que se producen en una persona con diabetes que está padeciendo una subida o una bajada de glucosa y que para nosotros pasan completamente inadvertidos. Si un perro recibe entrenamiento es capaz de advertir a su dueño y, de esto, se encarga CANEM.
Esta empresa de Zaragoza, y también fundación, ha entregado en diez años de actividad un total de 257 perros de alerta médica a familias que tienen miembros con diabetes y también con epilepsia. "Viven en casas de familias voluntarias de Zaragoza que no tienen casos de epilepsia ni de diabetes. Traen a los perros por la mañana, como si fueran al colegio, y trabajamos en su olfato enseñándoles las sustancias que segregan las personas con diabetes cuando tienen subidas o bajadas de azúcar, el isopreno y los cuerpos cetónicos", explica Lidia Nicuesa, psicopedagoga responsable del proyecto Perros de Alerta en la Fundación CANEM.
Los perros aprenden a ladrar cuando detectan el olor de estas sustancias y así avisan a sus dueños. Sin embargo, Embid no ladra, sino que da toques a Alejandro porque a su mujer le daban miedo los perros al principio y en CANEM pensaron que así se adaptaría mejor. La empresa tiene en cuenta cómo es la familia y el hogar al que va a ir el perro y, de esta manera, asignan al más indicado. De hecho, todos los perros con los que trabajan son de la raza Jack Russell Terrier por tres razones: suelen ser perros muy sanos, tienen un tamaño muy práctico y, además, son muy activos.
Más preciso
"A mi mujer le daban pánico los perros, pero me dijo que si era bueno para mi, se adaptaría. Ahora se llevan los dos genial", recuerda Alejandro. Embid llegó a la casa de Alejandro en plena pandemia y los cursos de adaptación que ofrece CANEM tuvieron que hacerlos de manera online. De todas formas, Nicuesa explica que cuando el perro llega a casa de su dueño el perro ha sido socializado para que no tenga miedo, educado para que se comporte y adiestrado para cuidar a su dueño. "En casa no tiene cuidados especiales, sólo hay que darle de comer cuando hace su trabajo. Por lo demás es un perro normal que corre y juega", explica Alejandro.
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Ciertamente, Embid se comporta como los demás perros hasta que detecta que algo no va bien con la glucosa de Alejandro, entonces detiene su juego o su paseo y le lanza a su dueño una mirada fija que ya sabe interpretar. Incluso cuando Embid duerme, Alejandro explica que emite una especie de ronquido muy característico que le advierte de que debe comprobar su glucosa. "He probado otros métodos y tengo mi sensor en el brazo, pero Embid me avisa entre 10 y 15 minutos antes. A veces tengo que consultar la máquina para saber si es que va a subir o va a bajar la glucosa", asegura su dueño.
Lidia Nicuesa también padece diabetes tipo 1 y, de hecho, su perra Cini fue la primera de alerta médica en España —y así ha sido reconocido por el Colegio de Veterinarios de Madrid—, que también fue adiestrado en CANEM. "Tenía 17 años y me ayudó a tener más independencia porque tenía muchas hipoglucemias y me pasaban inadvertidas. Participé en su adiestramiento y desde entonces hice equipo con Paco, el director de CANEM. Cuando empezamos, adiestrábamos a unos diez perros al año. Ahora, a unos 40. Hemos entregado perros a familias desde Francia y Suiza hasta Panamá o Colombia", cuenta Nicuesa.
Perros visibles
Sin embargo, tanto Alejandro como Lidia explican que todavía estos perros no son lo suficientemente visibles. Las leyes que les permiten entrar a cualquier sitio son autonómicas y, si bien Alejandro cuenta con la ley madrileña de 2015 de Acceso al Entorno de Personas con Discapacidad que Precisan el Acompañamiento de Perros de Asistencia, en otras comunidades las cosas van más lentas. "Estas leyes nos ayudan mucho porque si no te dejan pasar a algún sitio, llamas a la policía y se soluciona. Pero, por ejemplo, en Aragón la ley salió el año pasado y queda otro para que entre en vigor", lamenta Nicuesa.
De todas formas, Nicuesa explica que la sociedad responde muy bien a estos pequeños perros que se pueden identificar porque visten un arnés de color morado. Alejandro cuenta que incluso para su médico fue toda una novedad encontrar a Embid en su consulta: "Se lo he presentado yo y ahora sí que se conocen, pero al principio ni el médico ni la enfermera sabían de qué se trataba". Por esta razón, los propios dueños de los perros participan en eventos para darlos a conocer y Nicuesa explica que en el futuro quieren hacer un estudio científico.
"Existe un estudio de la Universidad de Cambridge que demostró que los perros eran capaces de detectar el isopreno a través del aliento", destaca Nicuesa. Este artículo fue publicado en el año 2016 en la revista Diabetes Care. "De todas formas, todavía hay pocos estudios y nos encantaría hacer más, pero no nos da la vida. Lo tenemos en mente porque es lo que nos hace falta para que muchos médicos nos conozcan. Ya tenemos muchos muy implicados con nuestra labor y que nos recomiendan, pero otros todavía piensan que esto es cosa de brujería".