Hoy en día, quien más y quien menos ha oído hablar de la sarna, también llamada escabiosis, aunque sólo sea a través del famoso dicho sarna con gusto no pica. La enfermedad es una 'vieja' conocida, tanto que griegos y romanos ya teorizaban sobre ella. Sin embargo, no fue hasta 1687 cuando un médico italiano, Giovanni Cosimo Bonomo, sospechó de parásito como culpable de estas picazones y más tarde describió el Sarcoptes scabiei. Desde entonces el ser humano viene luchando por encontrar la manera de acabar con él.
El asunto no es tarea fácil. Aunque muchos crean que la sarna es cosa del pasado, sigue dando guerra en nuestros días, al punto de que los dermatólogos están observando un aumento de casos de la enfermedad. "Desde hace una década, en distintos países de Europa, creemos que estamos asistiendo a un aumento del número de casos diagnosticados", indica Cristina Galván, vicepresidenta de la Alianza internacional para el control de la escabiosis (IACS, por sus siglas en inglés) y miembro de la Fundación Lucha Contra las Infecciones.
Las razones de este crecimiento no están muy claras. Existen sospechas de que es un fenómeno multifactorial, empujado por dos realidades que señala la dermatóloga. La primera, el envejecimiento de la población: "Nuestros ancianos viven cada vez más años, pero sus defensas también envejecen. En las personas que pierden la capacidad de defenderse del ácaro, tienen mayor capacidad de diseminar la enfermedad. La segunda, todos los movimientos poblacionales que está viviendo el continente durante los últimos años y que originan grandes núcleos de convivencia en condiciones inadecuadas.
Galván es, asimismo, la autora de un estudio reciente impulsado por la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) sobre las características clínicas y epidemiológicas de los pacientes diagnosticados de la enfermedad en nuestro país. Según la investigación, la escabiosis típica es la forma más diagnosticada de España. Por sexos no hay ninguna diferenciación y, aunque la distribución por edades es amplia, hay una afectación predominante en pacientes jóvenes.
Resistencia a los escabicidas
El documento también arroja una conclusión muy interesante sobre un debate candente en torno a la sarna: diversas fuentes apoyan la idea de que el aumento de incidencia puede venir explicado por una resistencia del ácaro a los escabicidas (cremas) indicados de primera línea. Efectivamente, entre los pacientes analizados, se encontró que "una elevada proporción de los casos había recibido tratamiento escabicida previo para el episodio en curso sin haber alcanzado la resolución de éste", pero entre ellos, un porcentaje muy alto no había hecho el tratamiento de forma adecuada.
"Es cierto que en nuestro estudio y en algún otro se detectan muchas deficiencias en la cumplimentación del tratamiento. Y no me extraña, porque es engorroso, detenido de explicar y debe hacerse de manera perfecta y todos los convivientes a la vez", comenta la dermatóloga. Si bien, matiza: "Constatar deficiencias en la cumplimentación del tratamiento nos da la esperanza de saber que podemos mejorar mucho en la información y seguimiento que damos a los pacientes. Pero no nos permite asegurar que el medicamento es efectivo o no lo es".
Para analizar la eficacia de los tratamientos contra la escabiosis en laboratorio, los expertos encuentran dificultades muy grandes, ya que este ácaro sólo sabe vivir en la piel del humano vivo. "La realidad es que todos los médicos sospechamos que los fármacos deben haber perdido eficacia, pero los estudios formales, de momento, no lo demuestran", prosigue Galván.
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El estudio tampoco puede discernir sobre cifras reales de incidencia, uno de los principales hándicaps de la sarna. Un informe del Estudio Centro Nacional de Epidemiología y del Centro Nacional de Medicina Tropical del Instituto de Salud Carlos III de Madrid confirmaba en 2021 una tendencia creciente desde 2014, pero esto son sólo orientaciones. Como deja claro la dermatóloga, en España no existen datos oficiales, puesto que no es una enfermedad de declaración obligatoria: "Algunos datos indirectos, cómo el aumento de ventas de medicamentos contra la sarna, apoyan esta idea. Sin embargo, no tenemos cifras reales".
Según las cifras que aporta el Ministerio de Sanidad sobre consumo de medicamentos en recetas médicas dispensadas en farmacia con cargo al Sistema Nacional de Salud, la venta de cremas de permetrina —una de las principales líneas de actuación contra la enfermedad— se ha disparado en la última década. Mientras que en 2012 se registraron un total de 60.480 unidades dispensadas, en 2022 la cifra alcanzó las 593.330. Traducido a porcentaje, supone un aumento del 881,04%.
Gran carga mundial
Mientras, la médico aduce que, a nivel global, hay estimaciones basadas en modelos matemáticos que dicen que la prevalencia es de 200 millones de casos y la incidencia de 455 millones de personas al año. De hecho, según el último Global Burden (2019) de The Lancet, de entre todas las enfermedades que afectan a la piel, destacan la sarna y el acné. Lo de que bicho malo nunca muere cobra más sentido que nunca. La pregunta es, por qué es tan difícil acabar con la sarna.
"Seguro que no se debe a un solo factor", vaticina Galván. "Para mí, uno de los que más influyen es el comportamiento silencioso del Sarcoptes Scabiei, el ácaro que la produce. La primera vez que una persona se contagia tiene el ácaro en su piel, pero empieza a sentir picor y alteraciones cutáneas tras varias semanas, entre dos y seis. En este tiempo no busca atención médica ni toma medidas de precaución para no contagiar a otros".
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El caso de Marta ilustra a la perfección esto último. Contrajo la enfermedad en un hostal de Berlín y no fue hasta pasado un tiempo cuando empezaron los síntomas. "Recuerdo que lo primero fueron reventones en la piel y muchísimo picor". La joven nunca sospechó que pudiera ser sarna, hasta que su pareja de por aquel entonces le dijo que había ido al médico y se la habían detectado. "Mi sorpresa fue cuando me lo dijo él, porque yo pensaba que eso ya no podía ser", confiesa.
La asociación a que es una enfermedad del pasado es otra de las mejores bazas para el avance sigiloso del Sarcoptes Scabiei, además de la losa del estigma. Relacionada con ambientes insalubres, se tiende a pensar que es algo que sólo pasa en las peores familias. "Los afectados por esta enfermedad transmisible sufren situaciones de desprecio y estigmatización debido a esa concepción errónea. La sarna puede afectar a personas de cualquier país del mundo, de cualquier edad, género o etnia y condiciones higiénico-sanitarias", clama Galván.
La sarna se transmite por contacto y directo y prolongado de piel con piel. Por eso, es lógico que aquellas personas que no tienen acceso a una vivienda digna o que comparten espacios de convivencia estén más expuestas a contagiarse en el caso de que alguna de las personas del entorno esté afectada. La Covid es el ejemplo perfecto de que esto puede suceder. Como confirma la dermatóloga, aunque el repunte de casos de sarna se notaba desde antes de la pandemia, durante el confinamiento el incremento es mas llamativo.
Necesidad de atención
Todo lo expuesto forma un caldo de cultivo que ofrece orientaciones sobre el rumbo de este problema milenario. No obstante, el debate no puede cerrarse sin hablar de un factor importante: una enfermedad mejora en tanto en cuanto se destinan recursos hacia ella. En este punto, la médico se atreve a dar una opinión muy personal: "Muchas enfermedades menos molestas y con mucha menor incidencia global generan muchas más iniciativas de investigación, desarrollo de medicamentos y medidas de control. La sarna afecta de forma mucho más intensa a las poblaciones desfavorecidas y nunca ha sido, ni parece que vayan a ser ni tendencia ni diana de inversión de la que obtener ulteriores beneficios económicos".
La pena es que, si la sarna no se cura, la infección bacteriana secundaria está asegurada. "Esta infección, mantenida, se sabe que causa desnutrición en niños y es la primera causa de insuficiencia renal y cardíaca en países de bajos recursos", lamenta la experta. Además, señala el picor insoportable, capaz de afectar la calidad de vida y la esfera psicológica de aquellos que la sufren.