"Estamos empezando a darnos cuenta del importante problema al que nos enfrentamos". Bruno González Zorn no es una persona dada a la alarma. Es más, posee la calma y la apacibilidad que se necesita para trabajar en un laboratorio con microbios. Sin embargo, a la hora de hablar de resistencia a los antibióticos, la cosa cambia. Tras años y años de lucha, ha conseguido que la sociedad despierte ante el espeluznante futuro que nos espera si no hacemos nada contra las superbacterias, uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad. Actualmente, ya causan más muertes al año que el SIDA o la malaria.
"Después de hacer el doctorado, me di cuenta de que la resistencia a los antibióticos estaba empezado a ser un problema", cuenta desde su despacho de la Universidad Complutense de Madrid. Corría el año 2001. Por aquel entonces, nadie sabía (o quería saber) la que se nos venía. A todas cuentas, González Zorn era un pionero.
La tarea del predicador no es nada fácil. Escépticos e intereses se mezclaron en su camino, pero a día de hoy al menos puede decir que las cosas han empezado a cambiar. Jefe de la Unidad de Resistencia a los Antimicrobianos de la Universidad Complutense de Madrid, su trabajo no se queda en España. Impulsor del primer programa de lucha europeo contra la resistencia a los antibióticos, es también asesor de la OMS en dicha materia.
Para los más desconocedores, ¿cómo podría explicarse el problema de la resistencia a los antibióticos y sus dimensiones?
Hay muchos niveles en los que se puede explicar. Menos mal que el ser humano descubrió los antibióticos, porque gracias a eso empezamos a controlar enfermedades en España como la tuberculosis y otros problemas sanitarios. Por ejemplo, todas las cirugías salen adelante gracias a que los antibióticos funcionan. Pero no hemos sido conscientes del problema que conlleva usarlos tanto: las bacterias se acostumbran a ellos. Lo que hace muchos años era "me tomo un antibiótico y me curo", hoy día empleando ese mismo antibiótico ni las personas ni los animales se curan. Y eso es un problema, porque cada vez quedan menos antibióticos para curarnos.
Si dejan de funcionar los antibióticos, volvemos a una era preantibiótica, que a mí me gusta más llamarla era postantibiótica, una era en la que si una infección de orina se complica, la probabilidad de que mueras es alta. Una era en la que una de cada cinco mujeres que tiene un parto natural muere. La mayoría de las cirugías ni siquiera se podrían desarrollar. Con una neumonía un poco complicada también podrías morir fácilmente. Cosas que nos parecen muy banales hoy en día, nos podrían llevar a la muerte.
Y no es una cuestión que pensemos que puede ocurrir en el futuro, sino que ya está pasando. Cada vez mueren más personas en el mundo porque esos antibióticos a los que estábamos tan acostumbrados, que eran como balas mágicas, están funcionando menos.
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Quizá ahora el ejemplo más claro lo tenemos con el fallecimiento de Pepe Domingo Castaño por una infección de garganta multirresistente.
Efectivamente. Madonna también estuvo ingresada durante un tiempo. Nosotros llevamos un tiempo advirtiendo que esto puede ocurrir y va a ocurrir más. Cada vez nos cuesta más controlar las infecciones en los hospitales, en las granjas, etc. Y sabemos que es así. ¿Cuándo tendremos la respuesta social y política necesaria? Cada vez está más cerca. Estamos empezando a darnos cuenta de lo importante que es, pero sólo estamos empezando.
Jim O'Neil dijo en 2014 que si no hacíamos nada, en 2050 habría más de 10 millones de muertes por resistencia a los antibióticos al año. Usted ha llegado a comentar que podría ser incluso antes, en 2040.
La predicción de Jim O’Neil de 2014 era "si no hacemos nada, morirán diez millones de personas", pero hemos hecho algunas cosas positivas. El problema es que hemos tenido también Covid, que ha acelerado la formación de bacterias resistentes a los antibióticos. Como al principio era un virus desconocido, se empezó a tratar con antibióticos, aunque rápidamente nos dimos cuenta de que esa no era la forma de tratarlo. Aun así, la alta hospitalización, tanto en España como en el resto del mundo, ha dado lugar a que haya más infecciones en los hospitales, simplemente porque hay más personas ingresadas y, por lo tanto, más uso de antibióticos. Y no antibióticos de uso común, sino de antibióticos que llamamos de último recurso.
Hemos acelerado la formación de bacterias resistentes a los antibióticos, sobre todo de último recurso, y eso ha agravado la situación en todo el mundo. Entonces, yo creo que eso va a ocurrir antes.
Como nota positiva, en España a través del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), hemos conseguido cosas buenas, como una gran disminución de los antibióticos en ganado y que merece la pena destacar. Sin embargo, en uso humano parece que estamos más estancados. ¿Por qué?
Los países del norte de Europa llevan mucho tiempo luchando contra la resistencia a los antibióticos. En España, hemos empezado un plan hace relativamente nada, 2014. Sin embargo, es un plan organizado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, que gestiona tanto los medicamentos de uso humana como los de medicina veterinaria, lo que es muy positivo, porque tiene un concepto One Health (Una sola salud) bastante bueno.
En medicina humana, un poquito menos, incluso ha repuntado un poco; pero en medicina veterinaria se ha reducido mucho el consumo de antibióticos, hasta un 70% total, lo que es mucho. Probablemente, porque hubiera un sobreúso en medicina veterinaria, pero también porque es un sistema un poco industrializado. Entonces, si la industria está a favor de hacerlo, es más fácil homogeneizar y tomar medidas, que si tienes muchas comunidades autónomas, cada una con sus criterios.
Es fácil decir que los de veterinaria han reaccionado mejor, pero es que este tipo de gestión tiene sus dificultades dependiendo del sistema. Un sistema que dependa de las comunidades autónomas y de su legislación local es un poco más complicado que uno que dependa mucho de la industria, que tiene una capacidad de sincronización más ágil. En cualquiera de los casos, los dos planes funcionan bien y ahora han incluido al medioambiente.
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He visto que también están investigando a los animales de compañía. ¿Tienen mucho que decir en este problema?
No lo sabemos. No quiero acusar (risas). Es algo que no se ha indagado mucho y que hay que estudiar. Hasta qué punto tienen bacterias resistentes a los antibióticos, hasta qué punto son esas bacterias las que compartimos con ellos y hasta qué punto nos afecta.
Todo esto que estamos exponiendo, industria alimentaria, animales y medioambiente, sirve para poner sobre la mesa el concepto de One Health que ha mencionado antes. ¿Cómo puede ayudar?
El mundo entero está colonizado por miles de millones de bacterias y esas bacterias fluyen entre animales, seres humanos y medioambiente. Queramos o no. Cuando llevas a un niño al parque, cuando das una vuelta por el campo, cuando tomas cualquier alimento, cuando respiras, hay un flujo constante de bacterias entre humanos, animales y medioambiente. Nos hemos dado cuenta de que en el tema de los antibióticos esto es especialmente importante, porque ahora sabemos que hay que luchar contra las bacterias no sólo en los hospitales, sino en las aguas residuales, en las granjas, en los pequeños animales, etc.
Por eso, en el año 2003 coordiné el primer proyecto Europeo, que se llama MET-VET-NET, que es una red de médicos y veterinarios en Europa para luchar contra la resistencia a los antibióticos. Es así un poquito cómo comenzó a emerger el concepto de One Health en Europa y en el mundo.
Hablamos de 2003, mucho antes del PRAN español.
Muchísimo antes. Yo estoy contento de que ahora seamos más, pero en 2003 estaba bastante sólo en este concepto y me costó mucho imponerlo. Nadie quería hablar de resistencia a los antibióticos en los hospitales, porque no querían que se hablara de que la gente se moría por resistencia a los antibióticos en los hospitales. Era como "oye, la gente viene a los hospitales a curarse, no vamos a hablar de que aquí se muere también". Y cuando hablaba con la gente de los animales, me decían, "oye, esto va en contra del sector, porque como la gente vea que los alimentos que producimos en España tienen esas bacterias multirresistentes…".
Estuve muchos años predicando solo en el desierto y créeme que mi vida fue muy dura porque no había nadie que estuviera realmente convencido de este concepto. Fue casi la industria la primera que se dio cuenta de hacia dónde iba y, a mediados o finales del año 2000, empezó a absorber este concepto.
Al principio fue muy duro. Nadie tenía ningún interés en hablar de este tema. Era mejor liquidarlo, limpiar los trapos sucios en casa y barrerlo debajo de la alfombra.
¿Por qué en España se ha tardado tanto en instaurar un plan para luchar contra la resistencia a los antibióticos?
Creo que es una cuestión de voluntad política. Hasta que los que toman las decisiones deciden que esto puede ser una prioridad, igual que lo decidieron con los accidentes de tráfico. Son prioridades que define un gobierno. A lo mejor no se ha hecho porque se pensaba que era un problema menor que no nos afectaba o porque había otras prioridades. Yo lo entiendo. En los años 80, con una democracia relativamente joven, había otras cosas en las que pensar. Ocurre en otros países del mundo, que su problema mayor es que directamente no tienen acceso a los antibióticos. Todo depende. Las circunstancias de cada país son distintas y a nosotros nos tocó en 2014.
Pero parece que el mensaje no cala. He escuchado a gente decir que ha dejado de tomar el antibiótico un día antes porque tenía un viaje o directamente que se automedica. ¿Por qué no nos concienciamos?
Estoy empezando a trabajar con antropólogos y con sociólogos, porque yo creo que hay mucho del comportamiento del ser humano y de la historia cultural de cada país. En España, hemos tenido tuberculosis hasta hace relativamente poco y los antibióticos llegaron relativamente tarde. Yo creo que todavía queda una percepción de "voy a guardar este antibiótico, no voy a utilizarlo demasiado porque a lo mejor me acaba haciendo falta".
Pienso que lo de guardar el medicamento o automedicarse son cuestiones antropológicas de la sociedad española, que están relacionadas probablemente con su historia y con su evolución. Creo que todavía hay un montón de trabajo que hacer.
¿Y hacia dónde irían esas líneas de trabajo?
A nivel de la Organización Mundial de la Salud, en el mundo hay mucho trabajo. En la India, Latinoamérica, África, etc. En la India, por ejemplo, no podemos prohibir que se den antibióticos sin receta porque una parte de la población no tiene acceso a un médico. Depende de cada país.
A nivel de investigación no sabemos muy bien todavía cómo se mueven esas bacterias de un sitio a otro. Es importante que cambiemos la perspectiva del español frente a los antibióticos, que yo creo todavía es uno de los países donde más se piensa que una infección vírica se cura con un antibiótico.
También que nadie tuviera que conservar los antibióticos en casa, sino que los llevase a un punto de una farmacia. Los antibióticos no se pueden tirar a la papelera, porque en la basura siguen siendo activos y generan bacterias resistentes en las aguas residuales, en los basureros, etc. Añadiría que hablásemos más de la resistencia a los antibióticos en las universidades, que es lo que estoy intentado.
¿Hay alguna superbacteria que preocupe especialmente?
En la OMS hemos hecho un listado de superbacterias que nos preocupan más, un poco menos y un poquito menos. Las que más nos preocupan son bacterias que todos los animales y seres humanos tenemos en el intestino. Se llaman enterobacterias y son muy resistentes a antibióticos.
Pasando a soluciones. Se habla de nuevos antibióticos, fagos e, incluso, de virus contra bacterias. ¿Hay alguna más prometedora que otra?
Toda crisis da lugar a soluciones originales. Ahora se están utilizando muchas. Unas tienen que ver con la prevención. Es decir, vacunas contra enfermedades víricas y bacterianas, que sabemos que disminuyen el consumo de antibióticos, probióticos, la prevención de que te colonice una bacteria es importante; y luego la detección rápida, saber qué bacteria es y ante qué antibiótico es sensible o no.
Una vez que se ha establecido esto, están las otras medidas de las que hablábamos, como son los péptidos antimicrobianos, los fagos, CRISPR, modular la microbiota, etc. Hay infinidad de soluciones más o menos nuevas. Probablemente, los fagos sea de lo que más se habla, pero las bacterias conviven con los fagos y es muy probable que las bacterias se hagan resistentes a los fagos.
De hecho, si no me equivoco, los fagos no son algo nuevo y se lleva muchísimo tiempo investigando con ellos, ¿no?
Son anteriores o casi a los antibióticos. Se empezaron a describir más o menos entre los años 10 y 20 y se utilizaban contra las infecciones bacterianas. Luego se descubrieron los antibióticos y todo el mundo abandonó a los fagos, excepto algún laboratorio ruso. El laboratorio más pionero del mundo está en Georgia y ahora estamos recurriendo a él, porque durante este tiempo ha seguido obcecado en que los fagos eran una buena solución.
Llegados a este punto, ¿puede ser que esa pregunta sobre 2040 ahora cambie y que las cosas vayan un poco mejor?
Tiendo a ser optimista en la vida. Los cambios ocurren y lo he vivido en mi propia vida. Creo que en España vamos a intensificar la lucha contra la resistencia a los antibióticos en los siguientes años. Se están intentando establecer puentes entre esos hilos que llevamos trabajando toda nuestra vida: el hospitalario, atención primaria, animales, medioambiente, etc. Va despacio, obviamente, pero creo que va a avanzar.