El 6,2% del alumnado español ha sufrido acoso escolar en los dos últimos meses. Esto es, seis cada 100 niños y adolescentes entre los 9 y los 17 años han vivido una agresión en el entorno educativo. Son muchos, pero la buena noticia es que la cifra ha disminuido en la última década. Y puede disminuir mucho más con voluntad (y recursos).
Es lo que se desprende de un estudio sobre acoso escolar y ciberacoso en España realizado por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid e impulsado por la Fundación ColaCao, con la colaboración de 15 consejerías de educación autonómicas.
Se basa en encuestas a 20.622 estudiantes de primaria y secundaria, realizadas online entre los meses de abril y junio de este año. Esto implica que el 'efecto pandemia', con cierres de colegios y clases desde casa, ya no distorsiona los resultados.
Antes de desgranar los datos, una advertencia: investigaciones sobre acoso escolar o bullying hay muchas pero, en la mayoría de los casos, no se pueden comparar directamente entre ellas porque se fijan en poblaciones escolares diferentes, miden de forma distinta el acoso o utilizan métodos de diversa índole.
El valor de este trabajo, cuyas autoras indican que "se trata del estudio más completo realizado hasta el momento en España sobre el acoso escolar", es que puede comparar parte de sus resultados con un trabajo anterior, de 2010, encargado por el Ministerio de Educación. Ambos han sido coordinados por la misma persona: María José Díaz-Aguado Jalón, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Complutense.
En ambos casos, registraban el acoso vivido en los dos últimos meses con una frecuencia semanal o experimentado, como mínimo, dos o tres veces al mes. Sin embargo, el de Educación solo medía el acoso en la educación secundaria. Así, al comparar resultados, el nuevo trabajo concluye que el número de víctimas ha decrecido un 24%, un 50% el de acosadores y un 43% el de quienes se reconocían, hace una década, en ambos papeles.
Los resultados, destaca el presente informe, "reflejan una mayor dificultad actual para reconocerse en el papel de quien ejerce el acoso que en el de quien lo sufre como víctima, debido al fuerte rechazo social de dicha violencia, entre otras razones".
Este trabajo no es el único que constata una reducción del acoso escolar en España a lo largo de la última década. Un informe periódico de la Fundación ANAR (Ayuda a Niñas/os y Adolescentes en Riesgo) y la Fundación Mutua Madrileña observa una disminución a la mitad de la percepción del bullying entre el alumnado desde 2016, pasando del 50,1% que creía que tenía compañeros de clase que lo sufren a un 24,4% en el curso 2021-2022.
Ahora vayamos a las cifras. El trabajo impulsado por la Fundación ColaCao señala que el 6,2% del alumnado se reconocería como víctima, el 2,1% como acosador, y el 16,3% ha presenciado una situación de acoso con una frecuencia igual o mayor a dos o tres veces al mes.
Educación sexista y acoso
Estos datos varían en función del curso y del género, por supuesto. El número de víctimas sería más alto en primaria: 7,6% de la clase, sin diferencias significativas entre géneros. En secundaria solo un 5,3% reconocería ser víctima de acoso, con un mayor peso en chicas (5,8%) que en chicos (4,7%). El porcentaje de chicos y chicas que sufren bullying iría descendiendo conforme avanzan los cursos, desde el 9,2% de 4º de primaria al 3,8% de 4º de secundaria.
En cuanto a los acosadores, no se observan diferencias significativas entre la primaria y la secundaria. Sin embargo, la prevalencia entre los chicos es el doble que entre las chicas: 2,6% frente al 1,4%, algo que achacan las autoras a "la educación sexista que asocia el dominio y la violencia con la masculinidad".
Las agresiones tienen lugar principalmente en el patio del colegio, en el caso de la primaria, y en el aula en la educación secundaria. Dos de cada tres agresiones se producen en grupo (principalmente de dos o tres personas) y consisten, sobre todo, en insultos y motes despectivos, mentiras que se cuentan para que el resto de la clase rechace a la víctima, hablar mal de su aspecto físico o ignorarla a propósito. Las amenazas, la violencia física o el robar dinero se dan en menos ocasiones.
¿Por qué los agresores se ensañan con unos y no con otros? Principalmente, por su aspecto físico y por comportarse de forma diferente al resto, contrariando los estereotipos sexistas. Entre el 10% y el 21,5% de quienes se identifican como parte del colectivo LGBTI+ se han reconocido víctimas de acoso.
No son las únicas razones. Un niño aislado y sin amigos puede ser fácilmente víctima de bullying. Personas de una etnia minoritaria o de otro país también, así como aquellas con diversidad funcional, especialmente si tienen dificultades para aprender.
El impacto del acoso en la salud mental de la víctima es más que notorio. Hay una correlación clara con los síntomas depresivos y las autolesiones, y una de cada cinco víctimas ha intentado quitarse la vida alguna vez.
Cómo acabar con el bullying
Ante este panorama se destaca el trabajo contra el acoso. Las intervenciones en la escuela para su prevención son eficaces: las víctimas se reducen del 7,9% al 5,6%, mientras que los agresores bajan del 2,8% al 1,7%.
La medida más relevante es el apoyo de la clase al estudiante agredido sin dejarle solo. El acoso cesa si el grupo de iguales apoya a la víctima, algo que reconocen dos de cada tres de ellas. La segunda medida más eficaz, relata el informe, es la educación en igualdad y respeto mutuo para que nadie acose al que es diferente.
"La lucha contra el acoso escolar y el ciberacoso en España avanzan, pero queda un largo camino que recorrer", apunta María José Díaz-Aguado, directora del estudio.
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"Para seguir avanzando, es preciso incrementar los esfuerzos desde el conjunto de la sociedad y empoderar a las escuelas y al profesorado, para que puedan ser el agente de cambio que la sociedad necesita".
Esta percepción coincide con la de Juan Carlos Torrego Seijo, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Alcalá. Las intervenciones "están teniendo un éxito relativo y hay que seguir insistiendo" en nuevas medidas que ayuden a evitar las situaciones de acoso.
Torrego ha coordinado un estudio estatal sobre la convivencia escolar en los centros de educación primaria publicado este mismo año. Basado en 37.300 encuestas a alumnos, familias, profesores, directivos y orientadores, concluye que un 9,53% de los alumnos de entre 3º y 6º de primaria se ha sentido acosado, y un 4,58% ha ejercido de agresor.
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A pesar de la disparidad de las cifras (si bien la población de estudio no es comparable), todos los trabajos van en la misma línea y apuntan que no hay que dormirse en los laureles: todavía queda mucho trabajo por hacer para prevenir el acoso.
"Nosotros proponemos dotarnos de nuevas estructuras, como es el caso del programa de alumnado ayudante de convivencia y de mediación de conflictos", profundiza Torrego, en los que se tiene en cuenta la socialización por género para abordar las diferencias observadas en niños y niñas.
Además, hace un llamamiento a la acción tutorial, con protocolos de afrontamiento del acoso y un "marco protector en la base de la pirámide para evitar la escalada violenta de los conflictos".
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El catedrático recalca que la nueva generación de programas de convivencia y mediación está claramente avalada por la literatura científica pero "solo están activos en un 35% de los centros", por lo que deben seguir impulsándose para consolidar la tendencia de los resultados.
Esto no será posible sin otros dos recursos: formación y tiempo. "Los centros educativos han de contar con recursos organizativos como la liberación horaria de los profesionales que ejercen las funciones de coordinadores de convivencia y bienestar para que puedan desarrollar su tarea en condiciones profesionales dignas y adecuadas".
El camino hacia el fin del acoso escolar está lleno de buenas intenciones y grandes ideas. Pero sin recursos adecuados ambas no llegarán muy lejos.