Alejo Vidal-Quadras, expresidente del PP de Cataluña y uno de los fundadores de Vox, ha sobrevivido con muy buen pronóstico a una herida de bala que es frecuentemente letal. "Ha tenido mucha suerte", coinciden los especialistas con los que ha conversado EL ESPAÑOL. Manuel Fernández Domínguez, jefe de Cirugía Maxilofacial de HM Hospitales en Madrid, habla con un amplio conocimiento de causa: operó heridas de bala en el rostro cuando estuvo desplegado en Bosnia junto al ejército español -se define en broma como un 'Rambo retirado'- y colabora en el peritaje forense en juicios en los que se establece la indemnización para la víctima de un disparo.
La cara es "una encrucijada anatómica", explica el especialista: además de albergar la parte inicial del tubo digestivo y respiratorio, contiene las primeras estaciones de cuatro de nuestros cinco sentidos, y define la identidad de cada ser humano. Por tanto, este tipo de heridas tienen una repercusión traumática inherente, incluso en el raro caso de que queden rápidamente fuera de peligro como en el caso de Vidal-Quadras. La cirugía de reconstrucción, recuerda, nació en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados recibían "los disparos en la cara" y quedaban desfigurados, condenándoles a la discriminación y una pobre calidad de vida.
La bala que atravesó al veterano político no dañó su sistema respiratorio, la base de su cráneo o su masa encefálica, lo que hubiera sido fatal. El parte médico habla de dos fracturas en la mandíbula, lo que implica, según Fernández, que hay dos partes comprometidas: las 'blandas' o la piel y las 'duras' o el hueso. Otro factor muy importante es el tipo de proyectil y arma empleados. Una bala de pistola deja una herida 'penetrante', con orificio de entrada y salida, mientras que un disparo de escopeta dejaría una herida 'abusiva', que causa "destrozos tisulares muy grandes".
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En el caso de Vidal-Quadras, se trata de la primera tipología. "El proyectil ha roto el hueso y la piel, ha entrado en la cavidad bucal y ha salido por el otro lado. Hay que tratar las heridas en las zonas blandas de entrada y de salida, también en la boca porque probablemente ha dañado algún diente, y 'reducir' la fractura de la mandíbula", detalla el experto. Lo compara con "solucionar un puzle": la operación consiste en volver a poner los fragmentos óseos en su sitio, trabajando desde los mismos orificios que dejó la bala. A continuación, se fijan con tornillos y microplacas de titanio, de las que existen modalidades rígidas y flexibles.
Hay un reto adicional para el cirujano maxilofacial: asegurar la oclusión, es decir, que la mandíbula reparada encaje y 'cierre' bien al morder. Se recurre así al 'bloqueo intermaxilar': con el paciente dormido, se juntan los dientes del maxilar superior y de la mandíbula en la posición correcta, y se mantienen encajados con una 'gomita' o alambre. En cuanto a la piel, dependerá de la magnitud de la herida: pueden bastar unos puntos o requerir de cirugía reconstructiva. Las infecciones, llegados a este punto, son un riesgo que puede llevar a los médicos a optar por no suturarlas enseguida. En cualquier caso, las cicatrices serán inevitables.
Riesgo de múltiples secuelas
El doctor Fernández recuerda casos de recuperaciones muy sencillas, en los que el paciente pudo comer por sí solo "casi de inmediato". Lo normal, sin embargo, es que pasen al menos dos semanas "con la boca cerrada" o sin masticar, y otras dos en observación para comprobar que vuelve a crecer el hueso. A partir de ahí, llega el momento de abordar dos tipos de secuelas: el traumatismo facial de tipo estético y las secuelas de tipo funcional no estético. El primer caso abarca de los dientes perdidos a las deformaciones faciales, y es el concepto de 'perjuicio estético' que regula por ley las indemnizaciones que le corresponden a cada víctima.
En cuanto a los problemas funcionales que podrían aparecer, el especialista enumera los que afectan a la masticación, la deglución e incluso la fonación. "La mandíbula tiene una parte, el cóndilo, una bola redonda que encaja en el cráneo. Si se ha visto dañado, hay que comprobar si recupera una apertura bucal normal". Otra secuela posible es la anquilosis, cuando el hueso cicatriza "cerrándose" e impidiendo los movimientos de apertura. Finalmente, están los problemas para hablar: Vidal-Quadras pudo conversar tanto con los vecinos como con la Policía, pero no se puede descartar que hayan quedado trastornos concretos.
"Se ha atravesado el hueso", recuerda el médico. "Imagínate que vas a decir una consonante dental, la C o la D. La lengua se va a los incisivos, por lo que lógicamente puede haber alguna alteración de fonación si se ha dañado el maxilar superior". Los daños en la lengua o la úvula, que no parecen haber ocurrido en este caso, son otro factor a valorar. Finalmente, podría haber tenido la "mala suerte" de que el disparo afectase al nervio facial, que pasa "justo a la altura del cóndilo". Aunque es una posibilidad muy pequeña, la afectación provocaría un 'perjuicio dinámico' muy importante, la parálisis y la pérdida de expresividad de esa zona de la cara.
Fernández, no obstante, es cautamente optimista en el caso del veterano político. "A no ser que se haya dañado mucho la zona de tejido blando, la recuperación no debería ser muy larga, y no tendría por qué ver demasiado comprometida su calidad de vida", valora. "Es una herida perforante a una distancia corta con el arma de menor calibre que ha permitido también que saliera el disparo por el otro lado. Ha tenido suerte, y puede salir bastante bien", concluye.