La presencia de desfibriladores externos automatizados (DEA) en lugares públicos nos sorprende cada vez menos: pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte en caso de parada cardiorrespiratoria provocada por un ataque al corazón. El dispositivo médico restaura el ritmo cardíaco alterado por una fibrilación o taquicardia ventricular, pero la paradoja es que la mayoría de accidentes cardiovasculares se sufren en casa. Suecia, donde 6.000 personas sufren un paro cardíaco al año con solo un 10% de supervivencia, lleva desde 2020 respondiendo a domicilio con drones.
El proyecto es una colaboración entre el Instituto Karolinska, las autoridades de la región de Västra Götaland, el servicio de emergencias SOS Alarm y el operador Everdrone. El ensayo se ha realizado con 200.000 habitantes de la región entre Gotemburgo y Kungälv, formada por idílicos fiordos, colinas y poblaciones semirrurales distanciadas entre sí. Esto implica que aunque haya "decenas de miles" de desfibriladores repartidos en puntos de la zona, la mayoría no llegan a usarse por las distancias a las que se encuentran.
Mejorar la accesibilidad a los desfibriladores automáticos y entrenar a la población general para usarlos correctamente son dos estrategias que beneficiarían a todos los países europeos, explica a EL ESPAÑOL Andreas Claesson, profesor asociado en el Centro de Investigación del Paro Cardíaco en el Departamento de Investigación Clínica y Educación asociado al hospital Södersjukhuset y al Instituto Karolinska. Las enfermedades cardiovasculares son todavía la primera causa de muerte en la Unión Europea, por delante del cáncer y las infecciones.
"El uso de un DEA es el factor más importante para salvar una vida. En caso de ataque al corazón, los drones pueden facilitar un acceso muy temprano a los desfibriladores", ilustra Claesson. "Además, podrían ser equipados con nuevos dispositivos que se emplearían junto a una cámara, que ayudaría a transmitir instrucciones desde el centro de control". Según el estudio que han publicado en The Lancet, en la mitad de las intervenciones el dron llegó tres minutos antes que la ambulancia, y en la mayoría de los casos se utilizó el desfibrilador que transporta.
Las aeronaves fueron cinco drones DJI Matrice 600 Pro hexacopter modificados para transportar un DEA portátil, y repartidos en áreas estratégicas de la región. Tienen una autonomía de 12 kilómetros, alcanzando una altura de 65 metros y una velocidad máxima de 60 km/h. En coordinación con SOS Alarm, se enviaron drones cada vez que una llamada a emergencias fuera coherente con un caso de paro cardíaco o si ya se estaba realizando la resucitación cardiopulmonar. Al llegar, el AED fue descolgado mediante un cable para ser recogido por la persona que hizo la llamada.
Durante el periodo de estudio, los drones intervinieron en 55 emergencias en las que se sospechaba de un paro cardíaco. En 37 ocasiones -el 67% de los casos- llegaron antes que las ambulancias enviadas por SOS Alert, adelantándose de media tres minutos y 14 segundos en la respuesta. 18 de esas situaciones resultaron ser paros cardíacos reales, y en seis casos -el 33%- la persona que realizaba la llamada pudo usar el desfibrilador. De los dos casos en los que finalmente se prescribió el uso de electroshock, uno de ellos resultó en el primer europeo salvado por un dron.
¿Podría extenderse este sistema a una región con un clima y una geografía distinta como la de nuestro país, para aliviar las dificultades de la cobertura sanitaria en la denominada como "España vaciada"? Claesson responde afirmativamente, ya que el sistema ha demostrado capacidad para operar en distintas estaciones del año, tanto en condiciones de plena luz como de oscuridad.
"Los drones se pueden desplegar en áreas diferentes en función de las necesidades", plantea el investigador, que recuerda que el programa ha demostrado su eficacia en un entorno ampliamente rural. "Uno de los factores podría ser los tiempos de respuesta demasiado prolongados con ambulancias. La elevada incidencia de accidentes cardiovasculares sería otra. Las bajas tasas de supervivencia en la zona serían la tercera".
En el futuro, la asistencia sanitaria mediante drones puede abarcar otras emergencias, plantea el investigador, como "proporcionar epinefrina en casos de choques anafilácticos" de personas alérgicas. También pueden colaborar frente a accidentes de tráfico o ahogamientos, "enviando vídeos al centro de control y a las unidades de respuesta que puedan facilitar una respuesta temprana más eficaz y adecuada".