Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda de España y ministra de Trabajo, sufrió algunas dificultades para hablar con la prensa al llegar al Congreso de los Diputados en la ceremonia de apertura de la XV Legislatura. "Tengo un zóster y no estoy en buenas condiciones", explicaba la líder de Sumar mientras se tocaba la parte inferior izquierda del cuello, donde este virus le provoca erupciones cutáneas. Hasta una de cada tres personas de mediana edad sufren la misma dolencia que la líder de Sumar, y sus efectos no son en absoluto inocuos: las hospitalizaciones por este virus en España han crecido un 100% en los últimos 20 años.
Los virus del herpes destacan por su persistencia: la lesión en la piel se puede tratar y desaparecerá, pero el virus hibernará en el sistema nervioso periférico, de dónde nunca puede ser erradicado. En la práctica, es incurable. El zóster usa como caballo de Troya a otra infección común, la varicela. Su recurrencia se manifestará como pequeñas ampollas localizadas de forma alargada, a menudo en un lado de la espalda o cintura, formando la conocida como culebrilla. Como le ocurre a la vicepresidenta, sin embargo, pueden aproximarse a la cara.
Este sarpullido viene acompañado de dolor que puede llegar a ser intenso y que afecta a los nervios donde el virus estuvo latente. Suele remitir entre las dos y las cuatro semanas tras la manifestación cutánea, pero en entre el 5% y el 30% de los casos, persiste más de tres meses. Puede derivar en una neuralgia postherpética (NPH), la complicación más frecuente. "Este dolor puede llegar a ser incapacitante. Más del 90% de casos de NPH que requieren hospitalización en España ocurre en pacientes de más de 50 años", explican desde GSK.
Según la farmacéutica, el herpes zóster incluye complicaciones poco frecuentes como las pérdidas de visión o de oído, vértigo, zumbidos o una parálisis de los músculos cuando llegan a la cara. Además, pueden facilitar las infecciones bacterianas de la piel secundarias a las ampollas, o dañar el sistema nervioso central. "El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones pueden afectar a la calidad de vida limitando la capacidad de llevar una vida normal por la intensidad del dolor y las molestias asociadas", precisan.
Un problema de salud pública
El número de casos por varicela en España se ha reducido drásticamente desde 1982, pasando de los 241.659 infectados a los 6.972 que se han registrado de manera provisional en 2021, según las cifras del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Sin embargo, las hospitalizaciones por herpes zóster no han hecho más que aumentar: han pasado de menos del 30% en 1998 a alcanzar hasta el 70% en 2018 en mayores de 85 años.
En total, ha habido más de 65.000 casos de personas hospitalizadas en España por causa del herpes zóster entre 1998 y 2018. "La causa más determinante ha sido el envejecimiento de la población", explicaba la epidemióloga del ISCIII Josefa Masa-Calles a EL ESPAÑOL. "Al tener una esperanza de vida más larga, la probabilidad de que el herpes se reactive también es mayor". Hay más pacientes masculinos, apuntaba, "porque las enfermedades que se asocian con el herpes zóster son más frecuentes en ellos que en ellas".
La edad, además, aumenta las posibilidades de tener "un herpes zóster grave", y las circunstancias que afectan al sistema inmune, como estrés o ansiedad, pueden facilitar que reaparezca la erupción. Sufrir algún tipo de inmunodepresión también es un factor que aumenta la peligrosidad. "Hablaríamos de personas en tratamiento de quimioterapia, que hayan sufrido un trasplante o diagnosticados con VIH".