Cada vez más españoles recurren a la medicina estética para poner freno al avance de los signos del envejecimiento. Antes, recibir un pinchazo se consideraba como un signo de vanidad e, incluso, parecía reservado para las personas más adineradas. Ahora, se calcula que el 40% de los españoles han recurrido a esta rama de la medicina. Este dato pertenece al último informe que presentó la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) el año pasado sobre los datos de 2021. Cerca del 72% de esas personas eran mujeres y el 28%, hombres.

De todos los servicios que brinda la medicina estética, los tratamientos faciales fueron los más populares: en total, se llevaron a cabo 626.778 durante ese año. Este ámbito está fuertemente dominado por dos sustancias: la toxina botulínica, a la que todos conocemos como el bótox, y el ácido hialurónico. El tratamiento más popular de los dos es el bótox, que representa el 42% de los tratamientos faciales, frente al 32% que representan los pinchazos de ácido hialurónico. Sin embargo, esta situación no siempre ha sido así. 

"Antes de la pandemia el bótox era el producto más usado en medicina estética, excepto en España que se usaba más el ácido hialurónico", explica Petra Vera, especialista en medicina estética y miembro de la junta directiva de la SEME. "Ahora, después de la pandemia, nos hemos igualado al resto del mundo: en España el top 1 es el bótox y después el ácido hialurónico". En este sentido, más de 263.000 personas se pincharon la toxina botulínica con fines estéticos sólo en el año 2021.

Cada vez más popular

Aunque el bótox lleva entre nosotros mucho tiempo, Vera explica que todavía existe mucha desinformación a su alrededor. El bótox no hará que tus labios se vean más gruesos: "Es un medicamento que actúa relajando los músculos y se utiliza en el tercio superior facial, es decir, en el entrecejo, la frente y las patas de gallo. Simplemente relaja los músculos que generan esas arrugas. Si la pusiéramos en los labios se nos caería la baba", aclara la experta. Lo que genera volumen y ocupa espacio bajo la piel es, en realidad, el ácido hialurónico.

La toxina botulínica no se utiliza únicamente con fines estéticos, sino que los neurólogos también están familiarizados con ella: puede servir para que los fisioterapeutas trabajen mejor con pacientes con parálisis cerebral y se ha posicionado como un buen remedio contra la migraña. Pero, ¿por qué se ha popularizado tanto esta técnica en los últimos años? Vera explica que la razón no es económica: los precios del bótox están controlados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y se suele mantener estable.

"El precio del bótox viene estipulado por la AEMPS, pero los médicos podemos aumentar algo más el precio por su aplicación", explica la médico. Ponerse bótox en España ronda un precio entre los 300 y los 500 euros y, por lo general, se suele aplicar dos veces al año. "Yo pienso que el bótox se ha democratizado porque es un tratamiento muy poco agresivo, normalmente da buen resultado y no olvidemos que es un relajante y la sensación que deja le gusta a la gente". El ácido hialurónico, por su parte, sólo ocupa espacio y su precio sólo está controlado por el mercado. 

Precios reglados

De todas formas, Vera explica que la competencia en el sector hace que el precio del ácido hialurónico no sólo no se dispare, sino que a veces las marcas premium han bajado drásticamente su precio. Si en el caso del ácido es posible encontrar ofertas o descuentos, esto es imposible en el bótox, la AEMPS lo impide y, por tanto, Vera explica que debemos desconfiar de quien nos ofrezca una ganga. "Incluso la ley actual de publicidad sanitaria prohíbe literalmente anunciar la toxina botulínica a los pacientes. Todos los anuncios que veas en redes sociales del bótox son, en realidad, ilegales", destaca Vera. 

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Conseguir la toxina botulínica en España es un proceso muy reglado. Se trata de un medicamento de uso hospitalario al que sólo tienen acceso los médicos y sólo se puede aplicar de manera ambulatoria cuando el centro médico cuenta con una farmacia de hospital concertada. Sanidad debe de poder saber quién adquiere el bótox y dónde se ha administrado. "Las personas que aplican el bótox sin estar autorizados tienen que sacar la toxina botulínica del mercado negro y aquí no sabemos de dónde ha salido. Es una toxina que, aunque esté domesticada y controlada, es veneno", advierte la médico.

El bótox es, en general, una sustancia que da pocos problemas si está bien indicada y se ha aplicado bien: "Hay que tener un conocimiento muy exhaustivo de la anatomía de la cara. Piensa que la toxina se inyecta en el músculo y con ellos hacemos miles de expresiones: todas están ocasionadas por musculitos muy pequeños y como te equivoques y pinches el de al lado al que querías puedes tener efectos secundarios estéticos importantes", explica Vera. La experta explica que el bótox es muy seguro, pero aprender a administrarlo es complicado y, por eso, pone en valor acudir a un profesional autorizado.

Tratamiento igualitario

Pero, ¿quiénes son las personas que se pinchan más bótox en España? Vera explica que las mujeres deportistas entre los 30 y los 55 años son las que más recurren a él. Sin embargo, el bótox es, en palabras de esta experta, "el tratamiento facial más igualitario que hay". Aunque es más frecuente observar a mujeres recibiendo esta sustancia con fines estéticos, Vera sostiene que aquí la brecha es mejor y calcula que la proporción de hombres que se administran bótox se encuentra en torno al 40%.

Eso sí, "las personas deportistas, en general, suelen demandar más este producto por los surcos que deja la cara de esfuerzo", puntualiza. Los hombres que más se apuntan a este tratamiento cuentan con las mismas características: deportistas de entre 30 y 55 años. Uno de los fenómenos más llamativos de la medicina estética en los últimos años es que cada vez se apuntan personas más jóvenes y Vera señala que las redes sociales también han generado la atención de este colectivo en el bótox.

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En España el bótox sólo se puede administrar a partir de los 18 años, aunque en este rango de edad no suelen observarse muchas arrugas. De todas formas, Vera explica que sí que hay personas jóvenes que desde muy temprano se les marca el entrecejo. "Muchos me dicen que en las entrevistas de trabajo les echan para atrás por tener cara de mala leche, de enfado. No sólo lo he encontrado una vez", destaca Vera. "Uno de los signos principales que marcan cuándo debes recurrir al bótox es ese: cuando piensas que eres una persona divertida y agradable, pero te dicen que siempre tienes cara de enfado".

En España sólo existe una toxina botulínica líquida, las demás están liofilizadas. Poco tiempo después de aplicarse el paciente se va a casa, pero no debe maquillarse ni ponerse cremas en la cara en las siguientes 12 horas. Tampoco debe tomar el sol en 24 horas y alejarse de las fuentes de calor, porque pueden hacer que el efecto dure menos tiempo. La toxina no se debe poner antes de tres meses desde la aplicación anterior, pero lo normal es esperar seis meses, aplicando dos veces la toxina en el año.