La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) estima que la intoxicación por monóxido de carbono provoca de media 125 muertes anuales en España. Una cifra que no parece que vaya a disminuir en 2024. De hecho, sólo en el primer día del presente año ya se han producido cinco fallecimientos por este motivo.

El primer suceso se produjo en el municipio jienense de Linares, donde una mala combustión de un brasero de picón acabó con la vida de un hombre de 67 años, su pareja de 42 y la hija de esta última, de 16 años.

En Camarles (Tarragona), el galerista Xefo Guasch y su pareja, la pintora Curra, también fueron hallados sin vida en su domicilio. Aunque la investigación todavía está abierta, las primeras hipótesis apuntan a que se trata de una muerte accidental por intoxicación de monóxido de carbono.

[Qué ocurre en nuestro organismo si inhalamos los gases tóxicos de un volcán como el de La Palma]

"Desafortunadamente, todos los años se producen varios casos", lamenta el doctor Antonio Dueñas, jefe de la Unidad Regional de Toxicología Clínica del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. "Se le conoce como 'el asesino invisible' porque es un gas que no tiene color, olor ni sabor", añade en su conversación con EL ESPAÑOL.

Familias y espacios cerrados

Este catedrático de Toxicología reconoce que es frecuente fallecer por esta causa porque nadie se da cuenta de que está inhalando monóxido de carbono, un gas que pueden desprender las calefacciones cuando no producen la combustión de forma adecuada. 

Tal vez en el imaginario colectivo aparezca la imagen de un brasero cuando se publican en los medios estas fatídicas noticias, pero nada más lejos de la realidad. Al menos, en base a la experiencia de Dueñas, quien lleva 30 años tratando casos de inhalación por monóxido de carbono: "Antiguamente, sí que se producían por los braseros. Pero ahora se dan más por las calefacciones individuales".

Estima que los braseros matan a un 1,1% de los casos que ven en Valladolid, mientras que las calefacciones provocan un 70%. En cuanto al perfil se refiere, Dueñas asegura que suelen darse más en grupos familiares. Por ello entiende que la mayor parte de las veces se hable de la pérdida de dos, tres o cuatros personas. "Con la salvedad del funesto récord de La Todolella en Castellón", recuerda Dueñas, en referencia a la muerte de 18 personas que murieron en un albergue debido a la mala combustión de unas estufas.

Una mujer se calienta las manos en un brasero de picón en Sevilla Fernando Ruso

La mayoría de las intoxicaciones por monóxido de carbono se producen en el hogar. Varios estudios señalan que hasta el 80% se dan en el interior de las viviendas. Dueñas también advierte que diciembre y enero son los meses de mayor incidencia puesto que es la época en la que más encendemos las calefacciones.

Secuelas a largo plazo

Éste también hace un llamamiento a la calma: "La mortalidad de quienes llegan al hospital tras inhalar monóxido de carbono es bajísima". Los pacientes, de hecho, se recuperan pasadas las 24 horas. Aunque en los 40 días posteriores existe el riesgo de lo que se conoce como síndrome neuropsiquiátrico tardío; esto es, posibles secuelas neurológicas.

"Por eso revisamos al paciente en consulta unos 15 días después, preguntándole si tiene algún problema en el habla, cansancio o sensaciones neurológicas", explica Dueñas. La exposición prolongada —incluso a bajos niveles de monóxido de carbono— también puede tener efectos adversos cardiovasculares, como apunta este estudio, que estima que en España entre 5.000 y 10.000 personas padecen intoxicación por monóxido de carbono.

Las conclusiones del citado trabajo inciden en que el mayor riesgo se encuentra en los domicilios: el 56% de los individuos que participaron en la investigación permanecía la mayor parte del día en sus casas. Los resultados también muestran las escasas medidas de prevención con las que cuenta la población, ya que sólo uno de los encuestados tenía un detector de monóxido de carbono en su hogar.

Se trata de una herramienta que, como expone Dueñas, utilizan los profesionales sanitarios para comprobar el nivel de monóxido de carbono que hay en el hogar al que acuden: "Aun así, se suele tratar al paciente fuera del domicilio, con el fin de evitar la muerte de algún sanitario, como ha llegado a ocurrir hace años en alguna ocasión".

La influencia del frío

Dueñas cree que, pese a las campañas que se han realizado, la población no es consciente del riesgo del monóxido de carbono. Aunque no existe una evolución acerca de las muertes por inhalación de este gas en nuestro país, al especialista no le consta que se haya producido un descenso, a diferencia de lo que ha sucedido a nivel global.

Así, un estudio publicado en la revista The Lancet Public Health en octubre del pasado año reveló que las muertes involuntarias por intoxicación por monóxido de carbono se redujeron un 32,5%, pasando de 42.800 muertes a 28.900 entre 2000 y 2021.

Este último año, en Europa del Este se produjeron cerca del 19% de todas las muertes por intoxicación por monóxido de carbono en todo el mundo. Con 2,74 muertes por 100.000 habitantes, Moldavia fue el país con la mayor tasa de mortalidad en 2021, seguido de Mongolia y Rusia.

En este sentido, Dueñas incide en la influencia que tienen las bajas temperaturas ante este tipo de intoxicaciones: "En el hospital vemos alrededor de 100 casos al año, mientras que en Barcelona puede que no superen la veintena".

Según el citado informe, la tasa de mortalidad más alta se registró en las personas de 85 años o más, con 1,96 muertes por cada 100.000 habitantes. No obstante, Dueñas considera que no depende tanto de las características individuales: "Que sea leve o moderado variará en función de la cantidad de monóxido de carbono que haya en el ambiente y el tiempo que se inhale este gas".

Es entonces cuando se puede pasar del dolor de cabeza y el cansancio que deja un cuadro leve a uno mucho más grave, que supone la pérdida de conocimiento, el coma y la muerte.