La sarna es una de esas enfermedades que ligamos al pasado. Probablemente, el lector la imagine torturando a los pobladores de alguna callejuela sucia del Medievo. Nada más lejos de la realidad. Esta dolencia sigue dando guerra en nuestros días y juega con la ventaja de que a su alrededor circulan un sinfín de mitos, entre ellos, que ya no existe o que va asociada a ambientes insalubres o falta de higiene.
El último bulo a su alrededor es que para tratar un brote se debe confinar a los afectados. Así lo ha reclamado la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, en relación a un grupo de aquejados de sarna en el acuartelamiento Primo de Rivera (Alcalá de Henares), reconvertido ahora en centro de emergencia, acogida y derivación de migrantes.
"¿Nos confinaron a todos los madrileños por la Covid y ahora no van a confinar a los inmigrantes ilegales?", reclamaba este lunes la líder de Vox en Madrid. Sin embargo, como dejan claro desde el proyecto Fundación Piel Sana, de la Academia Española de Dermatología y Venereología, el protocolo ante un brote de sarna no es, ni mucho menos, el confinamiento.
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"Para acabar con un brote de sarna, debemos controlar tres frentes: el tratamiento del afectado, el tratamiento de todos sus contactos y la descontaminación del ambiente", expone el documento.
Contacto piel con piel
Respecto a los dos primeros puntos, la sarna se puede tratar con medicamentos aplicados sobre la piel o ingeridos en forma de pastilla. En España, el más usado son las cremas de permetrina, un insecticida que elimina el ácaro que provoca la enfermedad.
Al hilo del tercero, lo primero que se debe aclarar es que su forma de contagio es a través del contacto piel con piel. "Hace falta un contacto muy estrecho y prolongado", precisa Cristina Galván, vicepresidenta de la Alianza internacional para el control de la escabiosis (IACS, por sus siglas en inglés) y miembro de la Fundación Lucha Contra las Infecciones.
Aunque es "muy difícil" que se dé un contagio a través de objetos, no obstante, se recomienda hacer una descontaminación del ambiente. Para ello, basta con desinfectar la ropa que se haya usado la semana anterior al tratamiento y lavar y aspirar las superficies con las que se haya estado en contacto.
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Como ha confirmado posteriormente el portavoz del PP Carlos Díaz-Pache, los servicios sanitarios que atendieron a los afectados aplicaron este protocolo con éxito.
"Los afectados por esta enfermedad transmisible sufren situaciones de desprecio y estigmatización debido a esa concepción errónea. La sarna puede afectar a personas de cualquier país del mundo, de cualquier edad, género o etnia, condiciones higiénico-sanitarias y situación socioeconómica", denuncia Galván.
Baleares, en el foco
España es muestra de ello. Aunque no hay datos oficiales sobre incidencia de la sarna, ya que no es una enfermedad de declaración obligatoria, son habituales las noticias sobre brotes en nuestro país. Hace apenas una semana, la consellera de Salud del Govern balear, Manuela García, reconocía que la sarna es "un problema de salud pública" en la región. Según datos de la Consellería, el servicio de epidemiología detectó 44 brotes de sarna en 2023.
Mientras, las cifras que ofrece el Ministerio de Sanidad sobre consumo de medicamentos hablan por sí solas. En 2012, se registraron un total de 60.480 unidades dispensadas de cremas de permetrina. En 2022, la cifra alcanzó las 593.330. Traducido a porcentaje, supone un aumento del 881,04% en diez años.
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El confinamiento, a falta de datos, bajo percepción de los dermatólogos fue un punto de inflexión. "Notábamos el repunte antes de la llegada de la pandemia, pero durante el confinamiento, no tenemos duda de que las curvas de incidencia crecieron más y es lógico pensar que la convivencia cercana más intensa y prolongada, así como la dificultad para acudir al médico, favorecieron esta diseminación", indica la experta.
Más allá de este hecho puntual, el envejecimiento de la población es otra explicación plausible para este aumento: "Nuestros ancianos viven cada vez más años, pero sus defensas también envejecen. Son personas que pierden la capacidad de defenderse del ácaro, albergan en su piel mayor cantidad de ellos y tienen mayor capacidad de diseminar la enfermedad".
Casos similares
En esta línea, son usuales las noticias que alertan sobre brotes de sarna en residencias de ancianos. La última de ellas, saltó el 19 de enero en una residencia de mayores de la localidad toledana de Olías del Rey. Al igual que en caso de Madrid, el protocolo ha sido aplicar un tratamiento tanto a residentes, como trabajadores y contactos.
"También hay situaciones cómo los movimientos poblacionales y desastres físicos o políticos que originan grandes núcleos de convivencia en condiciones inadecuadas, cómo son los campos de refugiados, dónde estamos teniendo situaciones inaceptables de número de afectados", añade la médico.
Erradicar la sarna, de momento, parece una tarea difícil. Las estimaciones globales avisan de que la prevalencia mundial es de 200 millones de casos y la incidencia de 455 millones de personas al año. Los expertos coinciden en que lo primero y más vital para bajar las cifras es no estigmatizar a los enfermos. La vergüenza puede provocar que no acudan al médico o que no tomen medidas de precaución con sus contactos, favorenciendo su expansión.