La tosferina, también conocida como la tos de los cien días, es una enfermedad que lleva largo tiempo entre nosotros. Tanto, que algunos pueden creer que es una de esas patologías que se quedó en el pasado. Nada más lejos de la realidad. Este jueves 1 de febrero, la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha advertía que han detectado un brote en la comunidad que ha obligado a activar los protocolos de contención.
No son los únicos. Este verano, el servicio de salud vasco avisaba que la comunidad estaba viviendo una situación complicada con la tosferina. Así, hace poco más de un mes, Lleida notificaba un brote en un instituto. En Castilla-La Mancha, según informaba la Dirección General de Salud Pública, hay actualmente 124 afectados. Están en la zona de Guadalajara y se sospecha que el contagio ha surgido en ambientes escolares, un comportamiento típico de la enfermedad.
"La tosferina es una enfermedad milenaria que se conocía como la tos de los cien días. Los niños se podían pasan tres meses tosiendo durante la enfermedad, además con una tos característica, como una tos perruna, muy reconocida entre los pediatras, sobre todo en los que tenemos experiencia en épocas en las que las coberturas vacunales no eran tan importantes", explica Javier Álvarez, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y responsable del servicio de Pediatría del Hospital Costa del Sol de Marbella.
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Como apunta este experto, las vacunas han marcado un antes y un después. En España, se introdujo en la década de los 60 y desde entonces se ha mantenido un ritmo de inmunización muy exitoso, superando el 95% de la población diana. Lo afirma Álvarez y lo confirman los datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica.
El drama de 2015
El actual calendario común de vacunación recomienda cuatro dosis de vacuna de tosferina: primovacunación (dos meses, cuatro meses), un primer recuerdo (11 meses) y un segundo recuerdo (seis años). En 2016, se incluyó la vacunación en las embarazadas a partir de la 27 semana de gestación.
Este último dato es muy importante. Esta estrategia comenzó a fraguarse en 2015, año en el que los casos despuntaron hasta los 9.234. Fue el culmen de una tendencia al alza que se había iniciado en 2011, cuando los afectados pasaron de 881 a 3.124. El fenómeno se replicó en otros países europeos, así como Estados Unidos y Canadá. Una población con defectos en la inmunización fue la explicación que se dio.
En la actualidad, los datos indican también un salto muy grande entre un año y otro. En 2023 provocó 1.942 infecciones, un 737% más que en 2022 (232). Álvarez entiende este crecimiento fruto de la eliminación paulatina de las medidas de contención de la Covid, que consiguieron indirectamente poner un gran freno a la tosferina. En 2020, la cifra de afectados pasó de los 3.503 del año previo a 761. Mucho más bajo fue el dato de 2021, tan sólo 147 casos.
La tosferina es una enfermedad infecciosa que se contagia a través de las gotitas que expulsa una persona enferma al toser o al hablar, por lo que el uso de mascarillas y de distancias de seguridad consiguió bajar sus cifras hasta mínimos históricos desde que se tienen registros.
Los adolescentes, en la diana
"Uno de los problemas de la tosferina es que la vacuna que tenemos es eficaz, pero tiene una duración limitada", indica el experto. "Por eso, la Asociación Española de Pediatría viene reclamando desde hace años que se deberían vacunar también los adolescentes".
En España, esto sólo lo hace Asturias, pero hay otros países europeos que sí lo tienen implantado en toda la nación. El objetivo es renovar la inmunidad de los adolescentes, que además de ser víctimas potenciales de la tosferina, también son un reservorio relevante para la bacteria que la causa, pudiendo contagiar a niños y personas inmunodeprimidas.
Son ellos los que pueden sufrir las consecuencias más graves de la enfermedad. "Además de tos, puede tener complicaciones respiratorias. Las más importantes se dan en los lactantes más pequeños, aquellos que tienen menos de dos meses. Estos niños pueden padecer las formas graves de la enfermedad e, incluso, mortales", zanja el experto.