A Jennifer Sánchez no le preocupaban los mechones que se le quedaban en el cepillo cada vez que se peinaba. Los médicos le dijeron que la quimioterapia con la que le estaban tratando un linfoma no Hodgkin a sus 28 años le produciría la caída del pelo. Hasta que un día "el suelo de la ducha quedó plagado de mi pelo y en mi cabeza ya se veían más calvas que otra cosa. En ese momento me derrumbé y rompí a llorar".
Miguel Ángel González estaba acostumbrado a llevar el pelo muy corto pero, en cuanto empezó a notar calvas producto de la quimioterapia con que trataban su cáncer de testículo, decidió afeitarse por completo. Le cuesta verse en fotos de aquella época pero también asume que, "psicológicamente, si no llega a caerse el pelo es casi como si no me estuviera pasando nada".
La caída del cabello es un fenómeno muy común en pacientes de cáncer sometidos a quimioterapia y, hasta el momento, no hay ningún tratamiento que lo prevenga. Una empresa estadounidense, Perseus Therapeutics, ha comenzado a desarrollar el que puede ser el primer fármaco que detenga el efecto más estigmatizante del tratamiento.
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"Es un estigma porque, de entrada, es casi un diagnóstico: cuando ves a una persona joven sin pelo, lo habitual es que lo asocies al cáncer", explica Yolanda Escobar, oncóloga del hospital Gregorio Marañón de Madrid y coordinadora de la sección de cuidados continuos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
"¿Se me va a caer el pelo? Es la pregunta clásica, en todos los pacientes y en todos los tumores. Algunos lo preguntan con preocupación —sobre todo las mujeres jóvenes— pero en otros es mera curiosidad".
La quimioterapia actúa sobre las células que se dividen. Las del folículo piloso lo hacen más que el resto, por lo que la quimioterapia actúa rápidamente sobre ellas, haciendo que el cabello comience a desaparecer varias semanas después del inicio del tratamiento.
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Poco se puede hacer hoy en día ante esta alopecia provocada por la quimio. El pelo vuelve a crecer al cabo de unos meses pero hay como un 10% de los pacientes que no recupera el mismo pelo. Es lo que se conoce como alopecia permanente por quimioterapia.
También puede crecer de forma desigual, dejando calvas en algunas zonas, o con forma distinta: liso en personas que tenían el pelo rizado, o rizado en personas que tenían el pelo liso.
Existen varias opciones para ayudar a la recuperación del pelo tal y como se tenía antes. Por un lado, está el gorro frío, cuya baja temperatura evita que la sangre llegue al cuero cabelludo y, por tanto, que lo haga la quimioterapia.
Horas con frío en la cabeza
Yolanda Escobar apunta que, "suelen estar en los hospitales de día", las zonas del centro donde los pacientes acuden a recibir el tratamiento. "Se guardan en el congelador, se coloca antes de la infusión y se mantienen hasta media hora después".
Aunque, si el tratamiento es largo, pueden cambiarse durante el mismo: el gorro simplemente es una capa de neopreno aislante exterior y otra de un gel que se mantiene frío.
"No todos los pacientes lo pueden llevar. Hay personas que toleran bien esa sensación de frío en la cabeza durante dos o tres horas, pero otras que no", indica la oncóloga, que no confía mucho en sus resultados.
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La otra opción es el famoso Minoxidil, fármaco para el tratamiento de la alopecia "que hace un tiempo tenía formas financiadas por la sanidad pública pero últimamente está en desabastecimiento".
El medicamento mejora la regeneración del cuero cabelludo pero su tratamiento, recomendado durante seis meses, cuesta en torno a los 100 euros y no hay que olvidar que puede tener efectos adversos.
Para cubrir este hueco en el tratamiento de los pacientes de cáncer sometidos a quimioterapia, la estadounidense Perseus Therapeutics ha anunciado el desarrollo clínico de un nuevo anticuerpo monoclonal, una molécula que se une a una proteína específica de la superficie de las células para impedir una acción o favorecerla.
Este anticuerpo ha sido desarrollado por la Universidad de Duke, en Carolina del Norte (EEUU), cuyos investigadores revelaron el papel de una molécula, la linfopoietina del estroma tímico, en el ciclo de regeneración capilar. Perseus acaba de adquirir la licencia para desarrollarlo como medicamento.
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En un estudio con ratones, los científicos observaron como su bloqueo aceleraba o frenaba el crecimiento del pelo tras una lesión. El efecto duraba unos 45 días y, aparentemente, no mostraba problemas de seguridad.
"El mecanismo de acción es innovador", afirma el dermatólogo Sergio Vañó, experto en caída del cabello. "Esa vía molecular ha demostrado que interviene en el ciclo capilar, lo cual es algo interesante que, de superarse los ensayos clínicos, sería un tratamiento de relevancia, porque la alopecia por quimioterapia es un problema que afecta a un grupo importante de pacientes".
Vañó, que es portavoz de la Academia Española de Dermatología y Venereología, explica a EL ESPAÑOL que, aunque hay muchas líneas de investigación para tratar la alopecia, a día de hoy ninguna está muy avanzada. Esto supone un problema adicional para los pacientes de cáncer, que "si tienen una pérdida de pelo, el impacto de la enfermedad es mayor".
Sin pestañas ni cejas
Para Jennifer Sánchez, esa caída del cabello supuso un "trauma pasajero, porque al final te das cuenta de que es lo menos importante". Aún así, tras ver cómo su pelo llegaba a bloquear el desagüe de la ducha llamó a su madre y su pareja, que "me raparon el poco pelo que me quedaba". Fue más traumático, sin embargo, "verme sin pestañas y sin cejas".
Hoy en día luce una buena mata de "pelo rizado muy chulo, totalmente diferente a como lo tenía antes", y se toma con humor su calvicie transitoria: "En verano es muy cómoda pero en invierno se pasa frío".
A Miguel Ángel González le molestaba particularmente cómo dejaba la almohada llena de pelos. En principio, la preocupación por el cabello le parecía una frivolidad pero, a lo largo de las sesiones de quimioterapia, comenzó a empatizar más con quienes intentaban ocultar la alopecia, también como una forma de evitar ese "pobrecito, que tiene cáncer" al que se enfrentan, lo quieran o no.
"En el hospital de día tenía enfrente a una chica de veintipocos años, se la veía compungida. A veces llevaba peluca, a veces venía con sombrero. Cada uno lo digiere como puede y lo haces por etapas".
La oncóloga Yolanda Escobar recuerda que las mujeres jóvenes y con cáncer de mama son las que están más preocupadas por este tema. Aunque lo ve como una buena noticia y cree que, si llega a comercializarse, debería incluirse en la sanidad pública, comenta que todavía queda mucho tiempo para que este fármaco pueda ser una realidad en las pacientes con cáncer.
Perseus Therapeutics estudiará el fármaco en distintas presentaciones, como pomada aplicable sobe la piel, inyección subcutánea o infusión intravenosa, para conocer cuál es la más eficaz, tolerada y preferida por los pacientes.
Por lo general, los fármacos tienen que superar tres fases de ensayos en personas antes de que las agencias reguladoras lo aprueben. La primera se hace en solo unas pocas personas sanas para comprobar que el medicamento es seguro.
En la segunda se busca comprobar si logra el efecto deseado y se prueba en unos pocos pacientes de la enfermedad contra la que se dirige. En la última se busca conocer el verdadero tamaño de ese efecto ensayándolo en un número de pacientes suficiente como para asegurar que la eficacia es estadísticamente significativa.
De llegar a buen puerto, la idea de este laboratorio farmacéutico es probar el fármaco no solo en pacientes que se someten a quimioterapia sino en otros tipos de alopecia.