El cáncer de ovario no se encuentra entre los cánceres más frecuentes que se diagnostican en las mujeres, pero, a pesar de ello, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ha estimado que en este año se van a diagnosticar un total de 3.716 nuevos casos. Por desgracia, sí que se trata de uno de los cánceres que se han asociado con más mortalidad debido a que se suele diagnosticar en estadíos muy avanzados. Y esto sucede, en buena parte, porque sus síntomas pueden ser confundidos con algunos muy cotidianos.
La posibilidad de que a una mujer sea diagnosticada con un cáncer de ovario aumenta con la edad, pero también está implicado el factor genético. Portar hasta cinco genes —BRCA1, BRCA2, BRIP1, RAD51C y RAD51D— también se ha relacionado con un mayor riesgo de presentar este tumor. Pero, además, la Clínica Mayo también señala otros factores entre los que se encuentran el sobrepeso y la obesidad,recibir terapia de reemplazo hormonal tras la menopausia, haber tenido endometriosis o no haber estado embarazada.
El tipo más frecuente se conoce como cáncer de ovario epitelial y su supervivencia depende mucho de la prontitud a la que se diagnostique. Este estudio de la Universidad de Kansas publicado en la revista Cancer prevention research explica que la supervivencia a cinco años puede caer del 90% al 30% dependiendo de cuándo se halle. "Este es el cáncer ginecológico más letal de todos y, de hecho, es hasta cinco veces más mortal que el cáncer de mama", explican los autores en el trabajo.
Un tumor que se confunde
Una de las razones por las que este cáncer tarda tanto en ser diagnosticado es porque sus síntomas se pueden confundir con otros muy comunes del sistema digestivo. De hecho, la Asociación de Afectados por Cáncer de Ovario (ASACO) destaca que los síntomas más frecuentes son la hinchazón abdominal, el dolor pélvico y abdominal permanente, el aumento del tamaño abdominal, la pérdida de apetito y la sensación de estar lleno rápidamente. Estos síntomas son muy inespecíficos y, por eso, sólo el 20% de las afectadas es diagnosticada en fases tempranas de la enfermedad, explica ASACO.
Por esta razón, el cáncer de ovario de muchas mujeres se ha confundido en un primer momento con unos simples gases, y algunas de ellas han sido recetadas con fármacos para eliminarlos, como el Aero-Red. "Sí, por desgracia estas cosas pasan porque los síntomas se confunden con facilidad", explica Arántzazu Barquín, oncóloga médica en el Centro Integral Oncológico Clara Campal en el Hospital HM Sanchinarro. "Por esta razón, se está trabajando en concienciar sobre esto en atención primaria y en las propias mujeres".
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En este sentido, Barquín explica que el hecho de que se repita en el tiempo, su persistencia, es lo que suele alertar de que ese dolor trascienda de un simple caso de gases. El diagnóstico tardío sigue siendo una de las características de esta enfermedad que complica la efectividad del tratamiento. En cualquier caso, esta oncóloga afirma que el futuro en este cáncer es esperanzador: "Cuando asistimos a congresos vemos que aparecen tratamientos muy prometedores y destacan los buenos resultados con conjugados anticuerpo-fármaco", anuncia la experta.
Un futuro esperanzador
"De todas formas, decir que la supervivencia del cáncer de ovario no ha mejorado tanto como la de los demás es una verdad a medias", advierte la médico. "La investigación debe avanzar y se debe poner más el foco en el cáncer ovario, pero es cierto que tenemos terapias novedosas que han mejorado el tratamiento". Barquín explica que antes, hace unos veinte años, los cánceres ginecológicos se trataban todos de una manera muy similar, pero gracias al avance de la medicina molecular se ha personalizado en mayor medida.
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Una de las claves en el manejo de este tumor es la terapia de mantenimiento, debido a que Barquín explica que alrededor del 70% de las pacientes recae en los tres primeros años tras su tratamiento inicial. "Pero seguramente en los próximos años veremos cómo ese porcentaje se reduce gradualmente", explica la oncóloga médica. Estas mujeres son actualmente tratadas con quimioterapia clásica e inhibidores de la enzima PARP como terapia de mantenimiento.
¿Qué se puede hacer para mejorar la situación? La oncóloga explica que es fundamental que las mujeres se realicen un seguimiento anual en el ginecólogo a partir de entre los 40 y los 50 años y que consulten si tienen dolores sospechosos. ¿Y los retos del futuro? "Está claro que tenemos que mejorar el diagnóstico, se ha hablado de establecer programas de cribado, pero todavía no hay un consenso como lo hay con el cáncer de mama. También es importante apoyar a las pacientes a nivel psicológico, se ha visto que así aumenta la adherencia al tratamiento. Y, por último, el estudio molecular de este cáncer también debe avanzar".