“Recuerdo que, en algún momento, como a los tres meses de empezar el tratamiento, me dijeron que era indetectable. Salí de la consulta del médico que no sabía si caminaba o iba flotando”. Es un testimonio que a menudo comparten pacientes de VIH que, como Raúl Martínez, pueden llevar una vida larga y feliz gracias a los tratamientos que reducen tanto la carga vírica que hacen al virus indetectable hasta el punto de que sea intransmisible.
Desde que se identificaron los primeros casos en 1981, más de 40 millones de personas han perdido la vida debido a esta enfermedad. Cuatro décadas después, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se ha convertido en una infección crónica y los pacientes pueden alcanzar una esperanza de vida muy similar a la de la población general.
En la actualidad, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que hay alrededor de 39 millones de personas infectadas con VIH en todo el mundo, de las cuales cerca de 160.000 residen en España. Uno de los principales retos ahora es la detección precoz del virus, para evitar su propagación y proporcionar a los pacientes una mejor calidad de vida.
En los últimos cuatro años, nuestro país ha logrado reducir casi a la mitad el número de personas no diagnosticadas. Según los últimos datos publicados por el Instituto de Salud Carlos III, en coordinación con el Ministerio de Sanidad, el 92,5% de las personas que viven con el VIH en España ya está diagnosticada. De estos pacientes, el 96,6% está recibiendo tratamiento antirretroviral y el 90,4% tiene la carga viral suprimida.
Uno de los obstáculos para la detección precoz, explica el doctor Miguel de Górgolas, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, es que “la infección por VIH es una enfermedad silente durante mucho tiempo. La mayor parte de los pacientes cuando se infectan no se dan cuenta y pueden pasar muchos años sin tener ninguna sintomatología, hasta que el sistema inmunitario y sus defensas se destruyen y empiezan a aparecer todas las complicaciones asociadas a la infección”.
De Górgolas añade que, para evitar que los pacientes lleguen a un estadio más grave de la enfermedad, el sistema sanitario debe ser capaz de hacer cribados y facilitar el acceso a las pruebas. “Los métodos diagnósticos de la infección por VPH se han generalizado. Al principio estaban sólo disponibles en los centros hospitalarios, pero ahora ya disponemos de las pruebas rápidas, que son muy fiables, muy sensibles y están disponibles en cualquier farmacia”, afirma.
Diagnóstico y tratamiento de “urgente atención”
“Una vez que una persona recibe el diagnóstico de VIH, nos gusta decir que el tratamiento es de urgente atención. Es urgente porque las personas, una vez que conocen este diagnóstico, necesitan recibir información y necesitan encontrar una solución. Y esa solución está en el tratamiento”, declara la doctora Beatriz Álvarez, especialista de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
El VIH no tiene cura, pero el objetivo del tratamiento es que la persona tenga una carga viral indetectable en los análisis, porque eso significa que no transmite la infección. “Una persona bien tratada puede llevar una vida perfectamente normal”, asegura Álvarez.
“Hoy la indicación principal es empezar el tratamiento cuanto antes. Si uno puede, en la primera visita que ve al especialista, el mismo día del diagnóstico, porque no tiene sentido dejar deteriorarse el sistema inmune y que el virus avance”, afirma el doctor Alfonso Cabello, también de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Los tratamientos actuales son el resultado de “una carrera científica extraordinaria que nos ha llevado en la última década a unas terapias tremendamente eficaces, extraordinariamente bien toleradas, que facilitan mucho la toma”.
Consisten en una pastilla que se toma una vez al día o tratamientos por vía intramuscular que se administran cada dos meses. “Prácticamente todos los enfermos que la toleran bien consiguen controlar la infección y consiguen una esperanza de vida prácticamente igual que la población no infectada”, señala el doctor De Górgolas.
Para Raúl Martínez, “lo peor que hay en el VIH a día de hoy, al final, es el estigma. Creemos que nos van a rechazar, que ya no valemos lo mismo. Lo peor es la salud mental de todos por el miedo al rechazo. Y es que todavía hay gente que no sabe que indetectable es igual a intransmisible”.
Ese desconocimiento llega incluso hasta los propios pacientes, como reconoce Martínez: “Yo no tenía mucha información sobre el VIH, la que nos habían dado por la tele, que era más basado en los años 80 y 90 que en la realidad. Es verdad que tampoco existía todavía el concepto de indetectabilidad y claro, yo me sentía como un virus andante”.
No era el único en España. Según la encuesta 'Creencias y actitudes de la población española hacia las personas con VIH 2021', un 17% evitaría el contacto con alguien con VIH y un 10% dice que no tendría ningún tipo de relación. Esta encuesta también refleja que al menos dos tercios de la población desconocían el hecho de que indetectabilidad es igual a intransmisible.
Ante el estigma, la atención psicológica se convierte en un elemento esencial del tratamiento de los pacientes de VIH y es por ello que, los profesionales sanitarios, como explica María Menage, integrante de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, “lo que tenemos que hacer es asegurar al paciente que, aunque haya tenido esta infección, que no es algo letal, que con el tratamiento y con la educación que les damos, tendrá una vida buena y duradera como una persona sana”.