Llega la hora de dormir. Ha sido un largo día de trabajo y apenas has tenido tiempo para nada. Te metes en la cama y coges el móvil. Toca el episodio tres de la segunda temporada de Aquí no hay quién viva: Érase un negocio. ¡Perfecto! Has visto el capítulo miles de veces, pero lo único que necesitas es su ligero murmullo para cerrar el ojo. Si no, cuesta. El insomnio es uno de los grandes males de nuestra sociedad. Los expertos disponen de varias técnicas para facilitar el sueño, pero hay quien recurre a esto. He aquí el misterio de escuchar series y vídeos para poder dormir.
"¿Qué enfermedad tenemos los que vemos Aquí no hay quien viva para dormir?", reza la entrada de un conocido foro español. No son pocos los comentarios que responden. "Lo de ponerse Aquí no hay quien viva para dormir es algo que hacemos todos, ¿no?", tuitean otros. En los comentarios de plataformas donde está disponible la serie, cientos de miembros confiesan que es su fórmula secreta para conciliar el sueño. Ojo, que esto es sólo un ejemplo.
La cosa no va sólo con Aquí no hay quién viva. Hay personas que confiesan recurrir a películas, otras series y vídeos para dormir. Un ejemplo claro está en el ASMR. Tradicionalmente, esta categoría ha estado conformada por grabaciones de golpecitos y ruidos relajantes. Ahora, ha evolucionado hacia vídeos de rol, en los que el interlocutor finge ser un masajista, un peluquero o un maquillador.
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A diferencia de con las películas o las series, sí hay datos de consumo de ASMR para relajarse o dormir. Según las cifras proporcionadas por Google, sólo en 2021 estas grabaciones acumularon más de 65.000 millones de visualizaciones en YouTube.
Ainhoa Álvarez, coordinadora del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española del Sueño (SES), explica a EL ESPAÑOL que usar este tipo de recursos para dormir puede tener, por norma general, dos motivaciones. La primera, calmar la conversación interior.
Sobre la persona rumiante
"Muchas veces preguntamos a nuestros pacientes que cuál es el momento en el que piensan y ellos nos dicen que cuando están en la cama", continúa la experta. Si no hay problemas en el horizonte, probablemente, lo que viene a la cabeza a la hora de ir a dormir no es nada malo. Nada que quite el sueño, vaya. Sin embargo, en situaciones de estrés y ansiedad, lo más seguro es que los pensamientos no sean nada agradables. A ver cómo pasa uno la noche en vela.
Según cifra la Sociedad Española de Neurología (SEN), aunque un buen número de casos de insomnio se deben a problemas neurológicos, el 78% se debe a un estado de hiperactivación: el cerebro empieza a rumiar sobre algo sin parar. La causa principal es la ansiedad. "La salud mental y el sueño están muy relacionados. Tener depresión y ansiedad produce problemas para dormir, mientras que no dormir causa más ansiedad y depresión", comenta Álvarez. "Es la pescadilla que se muerde la cola".
La prueba de esta trampa perversa es que, según han ido aumentando los problemas de salud mental, han ido creciendo las cifras de insomnes. Así lo revela un estudio liderado por profesionales de la SES. Advierte que el número de personas con insomnio crónico se ha duplicado en los últimos 20 años. Concretamente, ha pasado de afectar a un 6,4% de la población a finales de los 90 —de cuando datan los últimos estudios sobre prevalencia— a torturar a un 14% en la actualidad. Son casi siete millones de personas.
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He aquí el momento en el que entra Aquí no hay quién viva. Para apagar la conversación interior. Si bien, como aclara Álvarez, no es la mejor idea.
Algunas investigaciones han encontrado que la rumiación es un mecanismo de nuestro cuerpo destinado a la resolución de problemas. Así lo defiende una investigación de 2013 llevaba a cabo por profesionales de la Universidad de Yale. La cuestión, como defiende la médico, es que no se ha tenido tiempo de pensar durante el día, por lo que a la noche vienen de golpe todas las preocupaciones que hayamos podido acumular. Es un aviso de que tendríamos que dedicar tiempo a asuntos pendientes.
Ser consciente del problema
"Una técnica que a mí me gusta mucho es en la que proponemos al paciente que dedique entre cinco y diez minutos al día a escribir en una libreta cosas que le preocupan y posibles soluciones. El trabajo del cerebro es pensar y no va a dejar de hacerlo, ni siquiera cuando dormimos. No obstante, dedicar un tiempo a pensar de manera consciente en lo que nos preocupa va a ayudar a que de noche logremos poner freno a los pensamientos", resume la experta.
En esta línea, una investigación publicada en la revista Journal of Abnormal Child Psychology defiende que el mindfulness es otra buena técnica para poner fin a la rumiación. Lo que implica es aceptar los pensamientos que llegan a la cabeza y dejarlos pasar.
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Otra cuestión es que dejemos la serie o el vídeo de fondo con otra motivación. La de aprovechar el tiempo al 100%. Exprimir, literalmente, cada minuto del día. Aunque sea poniendo de fondo nuestra serie favorita o el pódcast de turno. La experta lo achaca, de nuevo, al ritmo de vida.
"La cama es para dormir", sentencia al respecto con severidad. "Antes de dormir, se puede escuchar música, un pódcast, ver una serie, lo que se quiera, pero siempre fuera de la cama. Esto es un básico".
El problema de no cumplir con esto es que "el cerebro se confunde". El ser humano no deja de ser un animal de costumbres y no le conviene asociar la cama con otra actividad que no sea dormir. Puede que no sea ahora, puede que dentro de unos años, pero se corre el riesgo de incurrir en problemas de insomnio.
Decía Shakespeare en Macbeth que "el sueño calma todas las preocupaciones", "alivia al trabajador cansado y cura las mentes heridas". Abocados a una España insomne por el ritmo de vida, las tecnologías, las pantallas, etc., los expertos piden reencontrarse con aquel momento placentero de estar en la cama sin hacer nada más. Así que, recuerde el lector, la cama es para dormir. Un poquito de por favor.