Pocos misterios médicos han suscitado tanta intriga como el 'síndrome de La Habana', un nombre oficioso para un fenómeno que bien podría ser una novela de John Le Carré. Los primeros en describir a partir de 2016 los síntomas asociados -zumbido constante en los oídos, mareos, dolores de cabeza, confusión- fueron trabajadores del servicio diplomático estadounidense en la capital cubana, lo que dio pábulo a la teoría de que estarían siendo atacados por una nueva 'arma sónica' o de 'microondas' en manos de la inteligencia enemiga.
La multiplicación de casos entre los funcionarios estadounidenses en más de una docena de países -China, Australia, Reino Unido, Colombia o Austria- alimentó la teoría de un ataque coordinado con tecnología no letal pero enormemente dañina. Tras cinco años de investigación, sin embargo, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU dan carpetazo a la hipótesis novelesca. Según publican en la revista JAMA, no hay evidencias de una alteración permanente ni de daño duradero tanto en el cerebro como en el oído de las personas que sufrieron los síntomas.
Queda descartado, por tanto, que la sintomatología fuera consecuencia de un arma desconocida. El estudio ha sido "detallado" y ha incluido "pruebas clínicas exhaustivas e imágenes cerebrales avanzadas de un gran grupo de empleados federales diagnosticados con incidentes de salud anómalos" que fueron comparados con un grupo de control, explica Robert W. Baloh, profesor emérito de Neurología de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, EE.UU.) en declaraciones a Science Media Centre.
[Ocho teorías de la conspiración que resultaron ser ciertas]
"A diferencia de informes publicados anteriormente en grupos más pequeños de sujetos con Síndrome de La Habana, no encontraron pruebas de daños en el oído interno o el cerebro", explica Baloh. "Además del tamaño y la profundidad del estudio, la inclusión de un grupo de control adecuado y un análisis estadístico detallado han sido clave". El investigador señala que un reciente informe combinado de las agencias de inteligencia de EE.UU. ha descartado la existencia de "un arma sónica o de microondas", algo que debería "tranquilizar" a los afectados.
"Nuestro objetivo consistió en realizar evaluciones exhaustivas, objetivas y reproducibles para comprobar si podíamos identificar diferencias a nivel cerebral o biológico en personas que habrían sufrido Síndrome de La Habana", explica Leighton Chan, jefe científico y de medicina de rehabilitación de los Centros Clínicos del NIH. "No hemos identificado diferencias significativas, pero es importante reconocer que los síntomas son muy reales, trastornan significativamente las vidas de los afectados y pueden ser prolongados, dañinos y difíciles de tratar".
"Que las ondas cerebrales registradas mediante resonancia magnética no sean diferentes en el caso de un paciente de Síndrome de La Habana y en otro del grupo de control no significa que no ocurriera un evento adverso", añade por su parte Carlo Pierpaoli, investigador senior de los NIH. "Pero ese evento no produjo los cambios a largo plazo que solemos ver mediante neuroimagen tras un infarto cerebral o un traumatismo. Esperamos que estos resultados tranquilicen a los pacientes preocupados por los presuntos efectos neurodegenerativos".
En comparación con el grupo de control, las personas que habían padecido el síndrome informaban de síntomas de fatiga, estrés postraumático y depresión. Para el 41% de los afectados, su sintomatología concordaba con los denominados como 'trastornos neurológicos funcionales', provocados por alternaciones en el cerebro. Además, este problema se relacionó con estrés elevado y ansiedad, además de un diagnóstico de mareos y vértigos inexplicables por cualquier otra afección. Los investigadores lo asocian a la pérdida de calidad de vida vinculada al síndrome.
"Desgraciadamente, algunos médicos siguen especulando con la posibilidad de que se haya utilizado un arma sónica o de microondas en los ataques contra al menos algunos de los empleados. Esto, pese a que no se han encontrado pruebas de armas durante años de búsqueda o de que tales armas existan siquiera", deplora Baloh. "Además, hay muchos datos relativos a la exposición humana accidental a ultrasonidos y microondas, y el cuadro clínico es completamente diferente al del Síndrome de La Habana", concluye.