El magnate Elon Musk ha reconocido en una entrevista que consume ketamina cuando se encuentra ante un "estado de ánimo negativo". Aunque es la primera vez que hace púbico su consumo, Musk ya había defendido utilizar esta sustancia para la depresión. Lo hizo en X (antes Twitter) a mediados del pasado año. Ha sido precisamente en la red social de la que es propietario donde, a raíz de la noticia, han recordado al actor Matthew Perry, quien falleció por los efectos de la ketamina.
Musk, no obstante, ha asegurado al periodista Don Lemon que consume ketamina en pequeñas dosis, "una vez cada dos semanas", pues no cree que tenga una depresión prolongada: "Si abusas de ella, no puedes hacer tu trabajo. Y yo trabajo mucho, con jornadas de hasta 16 horas". Con esta 'confesión', se suma a la lista de famosos que han recurrido a la ketamina para tratar la depresión.
"En Estados Unidos se utiliza bastante porque hay cientos de clínicas privadas que la administran a pacientes con depresión explica Víctor Pérez Solá, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (Barcelona) y presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, a EL ESPAÑOL. Pese a que la ketamina es barata, Pérez Solá asegura que las clínicas han ganado mucho dinero porque han encarecido sus servicios: "Una sesión puede costar 500 dólares. Y ya se sabe que en este país todo es un negocio".
En España, en cambio, no se ha popularizado tanto esta terapia. Uno de los posibles motivos es que desde 2022 la esketamina (un derivado de la ketamina) cuenta con el visto bueno de Sanidad para tratar la depresión resistente: "Al tener una indicación oficial, es normal que se utilice éste por la vía pública".
No es la panacea
Aún no se han realizado ensayos clínicos para comparar si la ketamina es más eficaz que la esketamina. Lo que sí ha quedado demostrado es que ambos tienen un efecto mucho más rápido que los antidepresivos convencionales como, por ejemplo, el Prozac. Otra de las particularidades de estas sustancias es que actúan sobre el glutamato, un neurotransmisor que se ha relacionado con el estado de ánimo.
Con todo, Pérez no cree que vayan a sustituir a los antidepresivos clásicos; o al menos, en depresiones leves. Y es que este tipo de sustancias se recomiendan a pacientes que han fracasado con otras formas de tratamiento. "En la consulta vemos casos muy graves; algunos han intentado incluso terapia electroconvulsiva", señala el psiquiatra Joan Obiols.
Tras 16 años dirigiendo el Servicio de Salud Mental de Andorra, Obiols decidió abrir un centro en Barcelona para llevar a cabo terapias con ketamina. Advierte, en conversación con este periódico, que no es la panacea: "No es un tratamiento 100% efectivo. Pero es increíble ver cómo alguien hundido en la depresión, y que ha estado al borde del suicidio, puede hacer una vida normal".
En su clínica ofrece a quienes padecen depresión resistente un tratamiento que puede finalizar a las tres o cuatro semanas. Aunque en los primeros días ya notan el efecto de la ketamina. Esta sustancia, en realidad, era un anestésico que se usaba en intervenciones con humanos y animales. De hecho, se la conoce como 'la anestesia de caballos'.
El paciente experimenta visiones
"De entrada, la ketamina induce al paciente a un estado disociativo que altera su conciencia y con el que experimenta visiones, recuerdos y emociones muy peculiares", explica Obiols. Tras este 'viaje psicodélico', que dura unos 50 minutos, el material que emerge durante la experiencia se analiza junto con el terapeuta.
Como incide Obiols, se trata de una terapia asistida; es decir, no se limita únicamente a la inyección de esta sustancia, como parece que sucede en el caso de Musk. Éste no es el único estadounidense que se ha interesado por la ketamina: las recetas se han quintuplicado en el país desde 2017 hasta 2022, como sugieren los datos.
Su interés también se ha trasladado a la comunidad científica. Basta con echar un vistazo en Pubmed, la mayor base de datos de estudios científicos, para comprobarlo. De hecho, 2023 es el año en el que más artículos aparecen cuando se busca el término "ketamina".
Sin embargo, la industria farmacéutica, encargada del diseño de posibles fármacos antidepresivos, no parece mostrar el mismo interés. Al ser una sustancia que no tiene patente, hay pocas compañías interesadas en desarrollar nuevas versiones de la ketamina. "Los estudiantes me dicen 'si es tan barata, ¿por qué no hacen nuevos fármacos? Pero es que si encuentran rentabilidad, no los van a hacer", señala Pérez Solá.
Obiols, por su parte, opina que la ketamina también tiene mala fama por "el mundo de la noche". El consumo recreativo se encuentra en su punto histórico más alto. Según un estudio publicado en Journal of Psychopharmacology, cerca del 11% de la población mundial la había probado en 2018.
España también se está viendo afectada por el peligroso boom de la 'keta'. A tenor de los datos publicados por la última Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES), que publica bienalmente el Ministerio de Sanidad, la ketamina es la sustancia psicoactiva con mayor prevalencia de consumo, con un 0,9% de la población.
Por ello, los expertos consultados por este periódico recuerdan que siempre se debe utilizar bajo supervisión médica: "No es ninguna novedad que en la clínica se utilicen medicamentos que son también objeto de una adicción. Pero si se hace la selección de pacientes con cuidado, no debería ocurrir ningún problema", apunta Obiols.
Este psiquiatra confía en que se apruebe pronto el uso terapéutico de otros psicodélicos, como el MDMA o la psilocibina. "Estamos hablando de un problema gravísimo como es la depresión". La última Encuesta Europea de Salud cifraba en 2,1 millones los españoles que tuvieron algún tipo de depresión.