Cuando recordamos nuestras vacaciones de infancia, planeamos qué vamos a comer hoy o nos acordamos de un ser querido, nuestro cerebro procederá de forma similar: proyectando una serie de imágenes significativas en nuestra consciencia. De ahí que el propio concepto de 'imaginación' haga referencia a esta capacidad innata de fabulación visual. Sin embargo, entre el cinco y el diez por ciento de las personas sufren en diversos grados de una condición que apenas se lleva diagnosticando una década: la afantasía o incapacidad de pensar en imágenes.
Una persona con afantasía puede vivir toda su vida sin tan siquiera sospechar que su cerebro funciona de manera distinta a los demás. Es el caso de Mary Wathen, una abogada de 43 años de Newent, Reino Unido. El modo en el que descubrió su trastorno fue completamente anodino: tratando de jugar a roles con sus dos hijos pequeños. Cuando ellos insistían en interpretar papeles de pequeños cocineros o policías, ella era incapaz de interactuar. Un amigo le sugirió usar las "imágenes en su cabeza" para conectar mejor con los niños. La idea le resultó incomprensible.
"Cuando le pedí que me lo explicase mejor, quedó claro que tanto él como todos los demás eran capaces de visualizar imágenes en su mente y usarlas de trasfondo para el juego de roles. Me estallaba la cabeza. ¿De dónde sacas la imagen, qué aspecto tiene? Si no estoy viendo algo con mis propios ojos, para mí no existe imagen alguna", explica Wathen sobre su experiencia. No es un caso único: Blake Ross, creador de Mozilla Firefox, explicó en 2016 que había descubierto su afantasía a los 30 años. La idea de que los demás pudieran "ver" las caras de sus padres al pensar en ellos o "contar ovejitas" imaginándolas, confesaba, era enloquecedora.
[Estas son las únicas personas que no tienen una voz interior: el hallazgo científico]
El testimonio de Mary Wathen forma parte de la revisión de 50 estudios que publica en la revista Trends in Cognitive Sciences Adam Zeman, profesor de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y responsable de acuñar el concepto de 'afantasía' en 2015. En la última década se ha podido determinar que existen varios subtipos. En algunos casos, esta alteración conduce a una dificultad para reconocer los rostros o formar recuerdos autobiográficos. Y una pequeña muestra de estudios sugiere que la afantasía podría ser uno de los síntomas ligados a los trastornos del espectro autista.
"No pueden 'ver' a sus seres queridos en su cabeza, o reproducir una escena de una película, pero lo 'sabrán' todo sobre ellos", explica Zeman a EL ESPAÑOL. Las personas con afantasía sí tienden a soñar con imágenes, sugiriendo que el inconsciente es capaz de sortear la anomalía. Además, parece tener un componente genético, ya que tienden a darse casos hereditarios. No obstante, hay consenso en no considerarlo como un trastorno neurológico, subraya Zeman, ya que estas personas no ven impactadas ni su salud ni su calidad de vida.
La estadística apunta a que tienden a preferir carreras científicas o las ciencias exactas. "No conocemos el motivo real", matiza Zeman. "Sospecho que se inclinan más por las formas abstractas de pensamiento, menos ligadas a las experiencias sensoriales tal y cómo lo hacen las personas con una imaginación vívida". Así, Wathen considera que su afantasía le ha otorgado ventajas en la comunicación verbal y escrita. "Creo que se debe a que no me entretengo con las imágenes y me enfoco en el poder de las palabras".
"También soy muy emotiva, y creo que es como sobrecompensación: en lugar de visualizar emociones, las siento". Según explica, tiene una gran capacidad para retener conceptos básicos y fórmulas en su trabajo, pero es incapaz de retener información con base visual como gráficos y tablas. Esto no quita que el diagnóstico de afantasía le haya causado sufrimiento. "Me entristece pensar que los demás pueden ver el rostro de sus hijos con solo pensar en ellos aunque no estén ahí. Compenso sacándoles muchas fotos para poder revivir los momentos", se consuela.
El giro: la 'hiperfantasía'
La revisión de Zeman incluye la adopción de un nuevo término: la 'hiperfantasía', una cualidad directamente opuesta a la afantasía por la que el individuo manifiesta una imaginación particularmente vívida. Estas personas no conceptualizan, sino "que piensan con imágenes en movimiento" y tienen dificultades para separan los recuerdos de las fabulaciones. También se traduce en manifestaciones fisiológicas y neuronales diversas: contar una historia de terror a una persona con hiperfantasía hará que sude.
Sin embargo, Zeman se reserva una última sorpresa. Aunque una gran proporción de creadores y artistas entran en el espectro de la hiperfantasía, "hemos descubierto algo muy interesante: una importante cantidad de pintores con afantasía". El investigador remite a Extreme Imagination, una exposición de la Universidad de Glasgow con arte de personas con distintas alteraciones neurológicas. Es el caso de Elina Cerla, que plasmó en 2018 su Aphantasia: "No puedo imaginar objetos, pero puedo imaginar reconstrucciones espaciales de objetos y recomposiciones".