Dr. Rodríguez, el sabio que investiga el calvario de Cristo: "Tenía el tabique desviado y llevaba coleta"
Ángel Rodríguez es médico y coautor de 'El Dolor de Cristo. Historia clínica de Jesús de Nazaret', un libro que analiza el sufrimiento físico de la pasión.
29 marzo, 2024 01:26Cuenta el doctor Ángel Rodríguez Cabezas que las imágenes que saldrán en procesión durante estos días no reflejan fielmente el sufrimiento físico que pudo tener Jesús en sus últimas horas de vida. Este especialista en Medicina Interna es autor del libro Dolor de Cristo. Historia clínica de Jesús de Nazaret (Grupo editorial 33, 2010), junto con el psiquiatra José María Porta Tovar.
Esta obra surge por el interés de conocer la verdadera causa de la muerte de Jesús, desde un punto de vista clínico. El problema es que, en este caso, no existe información directa sobre su historia clínica, por lo que se debe buscar en los escritos que hablan de él. Para Rodríguez Cabezas, la fuente que más datos revela es la Sábana Santa de Turín, pese a que no está reconocida por la Iglesia Católica y ha sido muchas veces cuestionada.
La tela de lino que habría cubierto el cuerpo de Cristo en el sepulcro desvela, por ejemplo, por qué Jesús tenía el tabique nasal desviado, un hematoma en el pómulo derecho o incluso por qué llevaba coleta y no melena, como se representa en casi toda las imágenes. En este sentido, Rodríguez Cabezas considera que se debería revisar la iconografía.
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Rodríguez Cabezas atiende a EL ESPAÑOL tras haber presenciado el desembarco de la Legión y el traslado del Cristo en Málaga. En la ciudad andaluza sigue con la bata puesta, aunque está "oficialmente jubilado". Es oriundo de Toledo, pero estudió Medicina en Madrid, donde conoció a Salvador Dalí en un café y recibió clases de Gregorio Marañón. "No lo digo porque mis compañeros se piensan que soy muy viejo. Pero una cosa es ser viejo y otra ser anciano. Son cosas diferentes".
Dice usted que la Sábana Santa es el documento más fiable para conocer el sufrimiento de la pasión de Cristo.
Sí, sin duda. Los que somos estudiosos de este tema lo llamamos el quinto evangelio. Gracias a la Sábana Santa, podemos saber que Jesús sufrió una paliza en el interrogatorio de Caifás, que no llevaba melena sino coleta o que la coronación de espinas no fue una coronita como aparece en las imágenes. También aparece una desviación del tabique nasal, una epistaxis (es decir, que sangró por la nariz) y un hematoma en el pómulo derecho. Todo esto lo sabemos por la imagen que aparece en la Sábana Santa.
Pero la Iglesia no la ha reconocido al 100%.
Es cierto que no es un documento de fe de la Iglesia, pero el Papa se arrodilla cuando está delante de ella. No termina de reconocerlo porque, entre otras cosas, no se sabe cómo la imagen se graba en la sábana. Nadie lo ha sabido, ni la ciencia.
¿Qué heridas le produjo la flagelación?
La flagelación fue un castigo muy intenso. En la Sábana Santa se cuentan hasta 120 señalas de flagelos. A Jesús seguramente le flagelaron dos lictores con una bola de acero. Otra cosa muy curiosa es que al nivel de la nuca no hay señales de flagelación. Esto es porque Jesús no llevaba melena como se muestran en todas las iconografías, sino que llevaba coleta, como la llevaban los judíos adultos de aquella época. Era una coleta muy gruesa, y es justo donde no aparecen las señales de flagelación.
¿Por qué se evitan los azotes en el pecho?
Se evitan porque lo que se intenta es que no haya una muerte prematura. Los azotes en el pecho pueden producir estrechamiento de las arterias coronarias y producir una muerte por fallo cardiaco. En la altura de la espalda hay poco riesgo.
¿Cómo se explica que sobreviviera a la flagelación?
Es difícil saber por qué sobrevivió, pero pudo haber muerto muy fácilmente. La flagelación pudo haber causado un traumatismo torácico que produce una alteración de la función pulmonar con fallos en la ventilación. Junto con esto, pudo haber una insuficiencia renal. Aunque le den por detrás, el corazón también se puede afectar. Además, le están lesionando los grupos musculares, y a través de la musculatura, donde hay hemorragias internas. Todo esto aboca a la muerte. Pudo ser suerte o que aquellos soldados tenían muy medida la intensidad o el número de azotes.
¿Cuáles fueron las lesiones que se produjeron en el camino de Calvario?
Aquí debemos decir que la cruz no estaba montada previamente. Había muchos palos verticales plantados en el Calvario, y por eso Jesús portó el palo horizontal (conocido como patíbulo), según lo que creemos ahora. Las lesiones se producen por las caídas. Jesús no se cae tres veces como dicen los evangelios. Los evangelios apócrifos hablan de muchas más caídas. Volvemos a la Sábana Santa, hay unas lesiones en las rodillas que los médicos forenses saben muy bien que son lesiones que seguramente fueron producidas por las caídas. Jesús cae de rodillas y por esto también aumenta las lesiones en la cara, porque cae de bruces, sin poder apoyarse las manos porque las tiene sujetas al patíbulo.
¿El huerto de Getsemaní es uno de los traumatismos psicológicos más importantes de la pasión?
Sí, para mí, sin duda. Ahí es donde tiene el sentimiento grande de soledad y de abandono. Es una escena de una fuerza dramática imponente. Seguramente la de mayor fuerza de todo el evangelio. Allí es donde Jesús tiembla, tiembla como un hombre cobarde que pide ayuda. Allí trata de huir de la muerte. Es lo peor de la pasión. Tanto es así, que hay una secuencia que nos dice que Jesús sudó sangre, que tuvo una hematohidrosis. Soy médico desde qué sé yo y no he visto eso nunca, ni ningún colega mío. En los bombardeos nazis sobre Londres, por ejemplo, este fenómeno sí que está descrito.
¿Suda sangre por el estrés?
Claro, es un estrés tan importante que llega a afectar a los capilares que llegan a las glándulas sudoríparas.
¿Es un episodio de ansiedad?
Claro. En 1963, la investigadora Elizabeth Kübler-Ross clasifica estos episodios en varias fases. Y la del choque la sitúa en el Huerto de los Olivos. O sea, el estrés fue impresionante. No hay que olvidar que Jesús era un hombre y se comporta como tal.
¿Se puede comprender médicamente cómo llegó vivo Jesús a la cruz?
Desde el punto de vista humano, es difícilmente comprensible. El daño físico de la flagelación fue muy importante. El sufrimiento de Jesús se puso al límite. No podemos imaginarlo con la experiencia que tenemos por las enfermedades que nosotros vemos. La piel, por ejemplo, está arrancada por la flagelación, los músculos están destrozados.
El dolor de cada respiración es inimaginable porque para respirar Jesús se tenía que apoyar. ¿Y dónde tenía que apoyarse? No tenía otro sitio para apoyarse que en los clavos, que le estaban atravesando los pies y las manos. El dolor al apoyarse en los clavos era tan inmenso que aunque parezca una contradicción, trataba de apoyarse lo menos posible. Y eso le lleva al mecanismo de muerte que es la asfixia.
¿Por qué se sabe que se le clavó el pie izquierdo sobre el derecho, y no al contrario?
Esto es bastante curioso. De hecho, habría que revisar la iconografía, entre otros motivos, por esto. Porque a Jesús no le clavaron por la palma de la mano, fue por las muñecas. Lo de los pies lo sabemos porque en la Sábana Santa el talón izquierdo está a un nivel más alto que el derecho. Esto quiere decir que la pierna izquierda estuvo flexionada por la rodilla.
¿La coronación de espinas fue más grave de lo que se representa en la iconografía?
Los soldados romanos no estaban precisamente para tejer a mano una corona tan bonita como la que se nos representa en todos sitios. Cogieron un ramaje de una planta que se llama spina-christi, que era muy común en aquella época, y se la colocaron en la cabeza y la amarraron horizontalmente. Así es como se le coronó. La corona de espinas es insólita porque a los que se crucificaban nunca se les coronaba.
¿Qué daño le produce la coronación?
La coronación lo que hace es aumentar el daño que, en realidad, ya le había provocado la flagelación.
Desde un punto de vista clínico. ¿Cuál podría ser la causa de la muerte de Jesús?
Cuando los médicos tenemos que hacer un certificado de defunción, hablamos de causa fundamental, que es la enfermedad que ha tenido, y la causa inmediata, que es lo que le lleva a la muerte. En Jesús podríamos decir que si le tuviéramos que hacer un certificado de defunción, la causa fundamental sería un shock traumático, y la causa inmediata, la asfixia. Esto es, murió por asfixia dentro de un cuadro de shock traumático.
¿Cree que las imágenes que se ven estos días en las procesiones de Semana Santa reflejan fielmente el sufrimiento físico de Jesús?
No quiero criticar a nadie, pero la iconografía habría que revisarla. Las imágenes que nosotros vemos, tan limpias, tan maquilladas, a veces un reguerito de sangre, están muy bien si aumentan la piedad. Pero es un crucificado limpio, no está lleno de señales, como el que ha realizado el escultor Juan Manuel Miñarro. Éste sí que es un Cristo donde nosotros podemos ver lo que pasó.
¿Entiende que haya alguien a quien le choque que un médico haya estudiado esto?
¿Que lo haya estudiado esto un médico?
Sí.
Bueno, en la carrera esto no se estudia (se ríe). En mi caso, tengo muchas aficiones, y entre ellas se encuentra el estudio de la pasión. Se suele decir “pero si ya está todo dicho”, pues no. Hace unos años que se ha descubierto otro instrumento de la pasión que es el sudario de Cristo.
Jesús tuvo un entierro de una persona honorable porque no lo echan a la fosa común, sino que le buscan un sepulcro nuevo y digno. También le buscan una mortaja digna que fue la Sábana Santa, envolvía a Jesús por la espalda y le llegaba hasta los pies. Luego está el pañuelo con el que le tapan la cara. Este pañolón grande se encuentra en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. Y las señales coinciden con las de la Sábana Santa.
¿Cómo casa la creencia en Dios con algo tan racional como puede ser la medicina?
La fe no es contradictoria con la ciencia. Todo lo contrario. No es que la medicina se apoye en la fe, pero no son incompatibles, ni mucho menos. Hay muchos científicos que tienen una fe enorme. Si no, los médicos estaríamos apartados de la religión católica.
¿Entiende que haya científicos que crean en Dios?
Hombre, aquí tienes uno. Sí, hay muchísimo. Insisto en que la ciencia no es incompatible con la religión. Lo que ocurre es que la ciencia no puede explicar todo, y para eso también está la religión.
Es médico, escritor, editor...
No, soy más cosas. ¡Toco el violín!
¿Cómo lo compagina todo?
Porque el día tiene 24 horas. Se puede hacer todo. Cuando estudié la carrera pertenecía a la mejor tuna que había por aquel entonces. Éramos cuatro violines, yo era el peor. Tocábamos con Los Gemelos, que era un grupo que acompañaba a María Dolores Pradera. Ahora es cuando lo estoy retomando, lo estoy tocando con el mejor violinista que hay en España, que es Ara Vartanian, armenio como Ara Malikian.
¿Le da clases?
Tocamos juntos. Nos juntamos y, al tocar juntos, él me tapa los errores (se ríe).
¿Está ya jubilado?
Bueno, estoy jubilado oficialmente, pero todavía voy a la consulta. Aprovecho para escribir libros. Hay un par de ellos que le recomiendo. En especial el de Mi correspondencia imposible (Grupo editorial 33, 2018); es un libro del que estoy orgulloso porque son cartas que escribo a personajes que ya están en el más allá.
He visto que uno de ellos es Hitler.
Sí, es una carta en la que profundizo en la enfermedad que tuvo Adolf Hitler, que puede ser la misma que tiene Putin.
¿Cuál es la enfermedad?
La enfermedad del gobernante. También tengo una carta a Salvador Dalí. Lo conocí cuando estaba estudiando en el Café Varela de Madrid.
También ha sido alumno de Gregorio Marañón.
Sí, aunque no lo digo porque mis compañeros se quedan con los ojos abiertos, pensando “este tiene que ser muy viejo”. Aunque, como dice un amigo mío, uno llega a ser viejo, pero no anciano, que son cosas diferentes. También estudié con Jiménez Díaz, que fue un personaje importante en la medicina. Marañón me dio clases en uno de los cursos de doctorado.