Sólo tiene 30 años, pero el neurocirujano canario Jesús Martín-Fernández se ha convertido en uno de los más rompedores del mundo. Recorre el planeta operando el cerebro, con la particularidad de que sus pacientes están despiertos mientras ocurre este proceso. Esto, y un test que él mismo ha diseñado para el quirófano, le permite que sus pacientes conserven muchas de las funciones que, generalmente, no se pueden asegurar después de una estas cirugías. También le ha permitido tener un enfoque único de cómo funciona nuestro órgano más misterioso.
Pero, por si pareciera poco, Martín-Fernández también compone música y es director de orquesta, investiga y ofrece charlas. Además, ha conseguido sacar tiempo para publicar un libro, Dime qué sientes (Paidós, 2024), que él se ha planteado como un diario y ha ido escribiendo en los trayectos de sus innumerables viajes. Cada capítulo es una historia con un paciente, horas de quirófano, pensamientos y, por supuesto, música. "En todos los capítulos hay una referencia musical. Literalmente, la música me ha acompañado en todo el proceso de escribir este libro", cuenta el neurocirujano.
Una de las razones por las que elegiste la neurocirugía fue para comprender el cerebro, ¿ha cambiado mucho cómo lo ves?
Te diría que mi conocimiento del cerebro ha cambiado de un año para acá. En neurociencia hemos heredado una necesidad de localizar las funciones del cerebro en sus partes, pero este órgano no es como lo vemos desde fuera. Hay muchas neuronas formando redes conectadas que se encienden y se apagan de forma sincronizada; es un todo que se autoorganiza, es flexible y dinámico. Hemos pasado de entender el cerebro como un espacio con un montón de jaulas separadas con pájaros, que serían sus funciones, a abrir estas jaulas y entender que realmente el cerebro son bandadas de pájaros donde algunos están posados y otros están en pleno vuelo. El cerebro funciona con un orden dentro de este caos.
¿Piensas que vivirás para ver la comprensión absoluta del cerebro?
No, porque el estudio del cerebro es paradójico. El ser humano estudia el cerebro a través del cerebro, incluso filosóficamente es imposible entenderlo del todo. Lo hacemos con medidas indirectas, vamos infiriendo y extrapolando a través de diferentes modelos cómo funciona. Pienso que nunca entenderemos del todo cómo funciona, pero sí nos vamos acercando. Esa es la magia.
¿Es una de las partes que más te atrae?
Sí, y además cada vez acepto más la incertidumbre. No tengo por qué saberlo todo, lo bonito es el viaje hacia comprender el cerebro. La cirugía despierta permite algo único que no te permite ninguna otra herramienta neurocientífica: entender cómo cada cerebro es diferente y cómo vas viendo que realmente hay tanta variabilidad entre personas. El mapa que se hace de las funciones cerebrales es muy diferente de una persona a otra.
También explicas que una experiencia con tu tío te trajo hasta tu carrera…
Me impresionó que una persona saliera de una cirugía hablando y moviéndose, que no es poco. Pero mi tío no podía hacer el proceso de ver la emoción que tiene el otro, encarnarla, sentirla y luego tomar decisiones en base a esa emoción. El cerebro modifica el comportamiento según el contexto en el que estamos, aunque no nos demos cuenta, y él había perdido esa capacidad de la lectura de la emoción o, incluso, de sentir placer por la música o el sentido que tiene un abrazo.
Mi mentor, el profesor Hugues Duffau, ha conseguido llevar todo más allá, aunque ha sido ampliamente criticado. Es una persona que ha ido a contracorriente y yo me he sentido identificado con eso. Es difícil comprender cómo respetar la complejidad de las funciones cognitivas, como las emociones. Sabiendo esta complejidad, lo que he hecho es hacer neurocirugía y crear mi equipo, investigar. Ahora estamos en proceso de validar un test que es el primero adaptado al quirófano específicamente para ver las zonas críticas del cerebro que se encargan de reconocer las emociones.
¿Me puedes explicar en qué consiste este test?
Hemos aplicado sistemas complejos de inteligencia artificial con actores profesionales representando emociones. El trabajo ha consistido en recopilar muchas tomas con muchos actores que representan muchas emociones. El objetivo ha sido reunir mucha información para hacer un aprendizaje automático y generar avatares hiperrealistas que no se parezcan a nadie y afinarlos para que el pacientes vea claramente las emociones, como la nostalgia o la melancolía. Al final, las emociones se muestran de manera diferente en cada persona.
Comentabas que, tanto tú como el profesor Duffau, estáis acostumbrados a la crítica dentro de vuestra profesión, ¿os véis como unos revolucionarios?
Me encantaría estar en el mismo saco que Duffau, pero él ya ha demostrado durante 30 años que sus resultados son los mejores de la historia de la neurocirugía. Por suerte, él ha sido mi mentor y me he beneficiado mucho de estar cerca de él, pero está en un nivel inalcanzable, siempre pensaré que está en otra dimensión de conocimiento. Siempre ha sido criticado, pero al final ha demostrado que su concepto es cierto. En el libro también intento describir una nueva teoría, un nuevo modelo conceptual para entender el cerebro en cinco variables.
No queremos ser revolucionarios, sino que preferimos ser "evolucionarios" (sic.). Al final una revolución sale de un punto y acaba volviendo al mismo. Las cosas tienen que evolucionar y el ser humano tiene un comportamiento típico que es rechazar lo nuevo. A veces uno cree que por llevar 30 años haciendo algo es poco más que el dueño del cerebro, y no es así. Convivimos con la crítica y entendemos que proponemos algo novedoso, pero no nos sentimos frustrados, sino tranquilos. Cuando muera sentiré que he intentado hacer algo por cambiar las cosas.
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En neurociencia, ¿es habitual hablar de la mente, como haces tú, o más bien de la parte puramente física del cerebro? En el libro incluso hablas de la experiencia extracorpórea de uno de tus pacientes…
Sobre la experiencia extracorpóreas, he visto doctores que hablan de esto como una experiencia mística o de otra dimensión. A mí me parece que no lo es, no creo en nada de lo que tenga que ver con lo esotérico. Ante el desconocimiento es más fácil decir "esto es algo místico" que buscar las preguntas. Creo que esta experiencia es algo físico y que las respuestas están en el cerebro.
La mente es un concepto más espiritual, pero creo que las respuestas sobre ella están en el cerebro y es cuestión de hacerle las preguntas correctas. La mente es algo complejo, no tiene un punto exacto en el cerebro, tampoco la conciencia, que surge como fruto de la interacción de múltiples redes. No tiene por qué ser algo místico. Poco a poco se verá que todos estos conceptos están en el cerebro.
¿Cuándo fue la última vez que dirigiste una orquesta?
En Madrid, en noviembre del año pasado. Ya lo echo de menos, pero en unos dos meses grabaré en Budapest en vivo la última banda sonora que escribí para un guión de Raquel Trujillo sobre la muerte de Lorca. Así que volveré a tener la suerte de dirigir una orquesta, que es una experiencia increíble.
Cuando entras a operar, ¿siempre hay música en tu cabeza?
Sí, la uso como ritual. La música me permite tener un momento de introspección antes de la cirugía. Reflexiono sobre cómo me siento, pienso en el caso, en el paciente, en tenerlo todo controlado. Siempre llevo los auriculares puestos antes de una cirugía, no hablo con nadie. A la gente le llama la atención. Luego entramos en el campo de batalla.
¿Cuáles son tus compositores favoritos?
Me inspira mucho la filosofía de Al otro lado del río, de mi amigo Jorge Drexler. Viene de la película Diarios de motocicleta. También me pongo a Johannes Brahms, a Shostakovich. También a una cantante portuguesa que se llama Maro y hace un fado muy diferente, que se mueve en la melancolía y en la nostalgia, que es una emoción con la que me siento muy representado e, incluso, la disfruto. Si tuviera que decir uno, sería Drexler.
Me contaron que también hay un proyecto de un documental sobre ti planeado…
Sí, Lucas Fuica ha decidido hacer un documental sobre lo que estamos haciendo. Es un director de cine que ha trabajado con Oliver Stone y que ha grabado a Maradona, a Putin, a Lula… gente importante que poco tiene que ver conmigo (ríe). Un documental sobre mí es una cosa que me suena incómoda. Grabamos lo que hacemos y resulta que yo estoy en el centro. Me he olvidado de las cámaras que vienen con nosotros, sé que están ahí, pero no lo pensamos. Hemos integrado la cámara como parte de la aventura.
¿Cómo son las horas previas a una operación? En EL ESPAÑOL también hablaste de que dormías poco, ¿esto cambia antes de una cirugía?
Desde niño he dormido poco, tiendo a estar hiperactivo y tengo ilusión constante por las cosas. Recuerdo dormir de niño unas cinco o seis horas. Ahora viajo el triple y tenemos menos tiempo, pero creo que duermo más que hace un año. No soy una persona que disfrute especialmente de dormir y siento que estoy perdiendo el tiempo, pero es cierto que los días de cirugía tengo que dormir hasta 11 horas. O, si no duermo, me quedo en la cama mucho tiempo con música suave. El día antes de la cirugía es crucial, necesito plena fuerza porque acabo muy agotado.
¿Cuánto dura una de tus operaciones despiertas?
Lo que es la resección del tumor no puede durar más de dos horas y media porque el paciente se agota, tenemos que ser rápido. Pero hay un preparativo: tienes que abrir la piel, el cráneo, la duramadre, despertar al paciente, luego volverlo a dormir, cerrar la piel… Al final, son unas cinco o seis horas de media aproximadamente. No son especialmente largas.
Has tenido muchos hitos en tu carrera, ¿cuáles son los próximos horizontes?
Hemos creado un instituto, que se llama E-Wake, porque el equipo está aumentando mucho. Una de las mejores cosas que tiene el reconocimiento es que te acerca a personas increíbles: neuropsicólogos, ingenieros, diseñadores, neurocirujanos que quieren formar parte de esto. El eje es seguir recorriendo el mundo operando y haciéndolo sin ánimo de lucro. Obtenemos beneficios de otras cosas, pero no de la cirugía. Nos llena por completo, siento que tengo esta misión.
Hay una buena parte que son las conferencias científicas y de divulgación, los análisis de redes que nos permiten hacer estas cirugías despiertas. Trabajamos mucho con la enfermedad mental, tenemos estudios sobre cómo la terapia creativa, la arteterapia o la musicoterapia pueden llegar a influenciar a nivel físico, a cambiar esa transmisión de información entre redes y mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedad mental. Tenemos también un nuevo brazo de investigación en astronautas, sobre la percepción del tiempo tras el aislamiento y una experiencia tan intensa como la misión espacial.
El Ministerio de Sanidad ha aumentado recientemente el número de terapias que se consideran pseudocientíficas…
Nosotros buscamos generar evidencia científica o analizar terapias alternativas. Eso sí, como científico, no como neurocirujano. Todos sabemos que la música nos cambia, el tema es saber cómo puede emplearse para mejorar la cognición en los pacientes con enfermedades mentales. Tenemos que ser conscientes de que la terapia creativa tiene una evidencia limitada y en lo que trabajamos es en intentar ver si se puede generar más evidencia sobre ello.
En vez de invertir más en las pseudoterapias, se debería invertir en lo que ya ha demostrado evidencia. En el Sistema de Salud público y también en el privado a los pacientes se les reconoce en 20 minutos y así es imposible hacer un abordaje integral. Creo que se debería invertir en tener más médicos, tener más medios para tratar al paciente mejor. No es que los médicos no quieran dedicar más tiempo, es que no pueden porque tienen que ver a 50 personas. El sistema se ha deshumanizado por culpa de quienes gestionan, los médicos siguen teniendo bastante humanidad.
¿Hay una falta de motivación en la Medicina por las malas condiciones?
En mi período de formación como residente había muchas veces que tenías que estar haciendo guardias de 24 horas y luego seguir trabajando. Me gustaría preguntar a quien gestione esto si se dejaría operar por alguien que ha tenido que trabajar 24 horas. No entiendo por qué no tiene solución, ¿por qué no se hace algo para evitar esto? Los profesionales sanitarios de este país no cotizan las horas de guardia. ¡Es un auténtico desastre! Y los políticos no se merecen la calidad humana tan grande de los sanitarios que tenemos. Yo estoy fuera del sistema y, por eso, digo lo que siento.
¿La forma en la que trabajas puede ser accesible a todo el mundo?
Abogamos por usar la tecnología como recurso, pero no como guía. Si no, sería imposible ir a operar a determinados sitios del mundo donde a lo mejor no hay navegadores, que aquí en España tenemos la suerte de tener. Aunque usamos recursos tecnológicos nos basamos en que podemos hacerlo sin ninguno, y lo hemos demostrado. Creo que es importante que lo que hacemos se pueda hacer en el punto más alto de Bolivia y en el centro de Madrid. Es una de las cosas que nos motiva: saber que podemos enseñar esta técnica independientemente de los medios.