"Ni la menstruación, ni la colocación de la copa menstrual o un tampón, ni las relaciones sexuales deberían ser dolorosas para las mujeres. Si aparece el dolor, que funciona como un sistema de alarma, es que algo pasa". Cuenta Eva Zapardiel, que es fisioterapeuta uroginecológica, que el problema se suele encontrar en el suelo pélvico, una zona de nuestro cuerpo que sigue pasando desapercibida. "Normalmente este dolor tiene que ver con contracturas en el elevador del ano, el músculo encargado de la contracción del suelo pélvico".
Pero, ¿qué es el suelo pélvico? En realidad, está formado por varios músculos y ligamentos que están en la parte inferior de la cavidad abdominal: es decir, entre los genitales y el ano. Este conjunto es el responsable de sostener las vísceras de la pelvis —vejiga, uretra, recto y, en el caso de las mujeres, el útero— y también de evitar incontinencias, fecales y de orina, y de la función reproductora. A pesar de ser una encrucijada tan importante en nuestra anatomía, la fisioterapia que se encarga de ella sigue siendo desconocida.
"A muchas mujeres que entran en la menopausia y que empiezan a tener problemas de suelo pélvico, como incontinencias urinarias o prolapsos —que es cuando se descuelga algún órgano, para que nos entendamos— les suelen recomendar otras soluciones: un pañal, unas pastillas o, incluso, una cirugía", afirma Zapardiel. Al final, la fisioterapeuta lamenta que no se hable más de esta disciplina entre las mujeres porque cuando un caso se vuelve demasiado severo hay poco que hacer. "Si más ginecólogos, urólogos o médicos de atención primaria nos recomendaran, muchas de estas patologías no pasarían de la fase inicial".
Dolores evitables
Según Zapardiel, son las mujeres quienes más problemas suelen tener relacionados con el suelo pélvico. De hecho, la experta señala que se ha popularizado durante la maternidad para preparar el parto o para hacer una valoración del suelo pélvico antes y después de que suceda. "A veces quedan dolores en las relaciones sexuales asociados a desgarros o, incluso, a la cicatriz de la episiotomía, cuando se ha realizado en el momento del parto. Cuando te cosen, estos puntos pueden quedar adheridos o fibrosados y luego molesta esta zona durante la penetración, o durante la colocación de un tampón", señala Zapardiel.
En cualquier caso, la fisioterapia del suelo pélvico puede resultar interesante para otros tipos de pacientes: aparte de durante la maternidad y las molestias sexuales o al introducir la copa menstrual o el tampón, la experta destaca que muchos dolores de lumbares recurrentes pueden tener su causa en el suelo pélvico. De todas formas, también los hombres acuden a esta especialidad: "Suelen acudir aquellos a los que se les ha retirado la próstata por motivos de salud o tienen un problema en el colon que les ha dejado una incontinencia. Normalmente, vienen derivados directamente por un especialista".
"Tengo muchas chicas de entre 20 y 30 años, algunas incluso que no son madres, y tienen dolor en las relaciones sexuales. Van de un ginecólogo a otro y no les saben decir qué es lo que les pasa. Al final suele ser una contractura del suelo pélvico", cuenta Zapardiel. Según explica la experta, estos casos suelen mejorar muchas veces cuando se hace un trabajo conjunto con un sexólogo. Estos casos pueden tener que ver con relaciones sexuales en el pasado en las que no se sintieron cómodas y ahora la penetración les genera ansiedad. "Esto hace que estén contraídas, nerviosas y se creen contracturas por estrés".
El tabú del suelo pélvico
Si bien las sesiones de fisioterapia del suelo pélvico pueden ser la solución a estos dolores e, incluso, problemas de incontinencia, incluyen un tabú: el terapeuta debe entrar a través de la vagina o del ano, en el caso de los hombres, para realizar el tratamiento. "El tratamiento en las sesiones va a depender mucho de lo que le suceda al paciente. En una contractura del suelo pélvico hay que hacer terapia manual, como en cualquier parte del cuerpo. También podemos utilizar vibración o radiofrecuencia para relajar la zona. Si hay desgarros se moviliza el tejido para que quede elástico y si hay incontinencia, se hará también una reeducación", explica.
Otro de los trabajos más frecuentes en suelo pélvico es la realización de los ejercicios de Kegel, que consisten en la contracción y la relajación del suelo pélvico alrededor de los orificios perineales. "Pero sí, el abordaje intravaginal va a estar en todas las patologías del suelo pélvico", adelanta Zapardiel. "Por mi experiencia, las mujeres que vienen a consulta ya han hecho el trabajo de pensar a lo que viene, no suelen tener vergüenza. Pero yo también intento crear un vínculo de confianza. Sí puede ser que provoque rechazo en la población general que no ha oído hablar de ello todavía, que piensen ‘¡qué pereza! voy a ver si se me pasa o el médico me opera!’".
Zapardiel advierte de que el precio de estas sesiones es alto y, por eso, quien va lo hace por mejorar y suele estar concienciado. Uno de los consejos más conocidos para mejorar el suelo pélvico suele ser recomendar unas bolas chinas, pero la experta sostiene que "es lo peor que puedes decirle a una mujer que tenga incontinencia urinaria". Esta medida se suele recomendar cuando las pacientes adquieren una mayor fuerza en esta zona. "Si tu suelo pélvico casi no puede con el peso de tus propias vísceras, es absurdo que pongas unas bolas chinas. Es como si hicieras una sentadilla con 60 kilos de peso sin haber hecho nunca deporte. Probablemente, empeores".
"Hay que tener en cuenta que para muchas mujeres, mantener la contracción del suelo pélvico durante tres segundos es todo un reto", advierte Zapardiel. "Hay muchas mujeres que no saben contraer el suelo pélvico y es un problema cuando necesitas fortalecerlo. Los hombres, sin embargo, sí que saben contraerlo mucho mejor, por lo general. Pero creo que ellos tienen más pudor a la hora de ir a esta especialidad, para empezar porque tienen que reconocer que tienen un problema con sus genitales".