Ni la salmonella, temido patógeno alimentario, proviene del pescado predilecto en España, el salmón, ni las clínicas eran en origen un lugar dónde curar a los enfermos, como tampoco lo eran los hospitales. Esto es curiosísimo, el nuevo libro del divulgador Alfred López, indaga en una nueva tanda de términos que usamos a diario incluso en contextos tan precisos como la medicina, y tanto su origen como sus acepciones perdidas con el tiempo pueden resultarnos asombrosas.
"El mundo de las curiosidades es inacabable", afirma López, que saltó a la fama desde el blog Ya está el listo que todo lo sabe. "Todo tiene su curiosidad, ya sea en su origen, evolución o en cualquiera de las formas en la que las hemos recibido. Yo toco diferentes temas, ya sean etimologías, anécdotas históricas, inventos, personajes…", explica sobre su particular modus operandi.
Y la fórmula funciona: esta es la quinta obra de López en forma de florilegio de curiosidades, y afirma tener 'miles' más como para continuar la saga. ¿Necesita el público reencontrarse con las palabras del español de un modo más pausado de lo que implica la vorágine de las redes y la información online? "Muchos me han reclamado más información de la que puedo dar en redes, donde todo está más concentrado y a menudo se quedan muchos datos interesantes y sorprendentes sin explicar".
Jamacuco
El término 'jamacuco' se utiliza comúnmente para referirse a una dolencia o malestar, explica López. Aunque el Diccionario de la RAE le otorga la acepción de "indisposición pasajera", en la práctica se usa para referirnos también a dolencias más graves. Así, la Sociedad Española de Neurología (SEN), tal y cómo recogió Fernando Iwasaki en Las palabras primas, lo reconoce como sinónimo de ictus, apoplejía, embolia o trombosis cerebral.
Pero, ¿de dónde viene? El Diccionario de Autoridades de 1739 recoge "zamacuco" o "xamacuco", pero referido a una "persona tonta, torpe o borracha". No es hasta 2001 cuando se referencia como problema de salud, y su origen se remontaría al árabe clásico. Pero hay controversia entre los que sostienen que deriva de samakuk ('necio, malicioso') y los que lo atribuyen a una metátesis con maskuk, 'golpe en la cabeza', que también ha dado lugar a mazacuco.
Ungüento
Por 'ungüento' se conoce al medicamento "en forma de aceite o crema que se aplica sobre la piel", y proviene del latín unguentum, que designa a "lo que se unge" o "lo que se aplica". En este caso, el significado ha mantenido la literalidad durante miles de años, y todavía se emplea en farmacología, perfumería o en arte sacro.
Sin embargo, hay una acepción recogida en el Diccionario de Autoridades que nos puede sorprender: metafóricamente, se usa para designar "algo que suaviza o ablanda el ánimo o la voluntad". Efectivamente, suele designar a un soborno, que por entonces tenía distintos valores ('ungüento de México' para el oro, 'ungüento blanco' para la plata), y que hoy en día ha quedado reducido al más prosaico 'untar'.
Clínica
El origen etimológico de la palabra viene del griego kliniké, 'recostado', en referencia al enfermo que debe guardar lecho. Pero originalmente no se refería al lugar en el que se realizaba la cura, sino a la práctica de la medicina. La RAE lo asocia a "observar y curar las enfermedades junto a la cama" en 1822, y no recibe la definición de "hospital privado" hasta 1925.
Aquí, López nos hace notar que el 'hospital' no designaba al establecimiento sanitario en origen, sino al 'hospicio' donde "se acogía a personas con necesidades, especialmente económicas". De ahí el calificativo de 'hospitalario', y la evolución de término a medida que estos establecimientos se especializaban en la atención a los "cuidados médicos" que requería la "precaria salud" de sus residentes.
Salmonelosis
Tratándose de la infección causada por una bacteria, la Salmonella, frecuente en los alimentos en mal estado, muchos habrán supuesto que su nombre se pudo originar por un brote de salmón contaminado, puesto que este pescado de río se consume desde época inmemorial. Nada más lejos de la realidad: este microorganismo fue bautizado en honor del veterinario y funcionario jefe de la Oficina de Industria Animal del Departamento de Agricultura de EEUU a finales del siglo XIX.
Coincidencia o no, este experto en especies animales de Norteamérica se llamaba Daniel Elmer Salmon. Y no fue él quien descubrió la bacteria, sino un subordinado, Theobald Smith. Sin embargo, el microorganismo no fue catalogado hasta décadas después por el francés Joseph Léon Marcel Ligniéres. Si Salmon recibió el honor de quedar inmortalizado por el hallazgo fue porque firmó como primer autor.
Hipocondríaco
Así llamamos a quien se preocupa en exceso por padecer enfermedades, "muchas de ellas imaginarias". Y hay que remontarse a la 'teoría de los humores' de Hipócrates de Cos (460-370 a.C.) para entender su origen. Según esta hipótesis, el estado de ánimo y las dolencias estaban provocadas por cuatro sustancias -los humores- del cuerpo: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema.
Al hipocondrio, que significa 'cartílago debajo de las costillas', se le atribuía la producción de la bilis negra, el humor relacionado con "decaimiento, tristeza y depresión". Naturalmente, una persona perpetuamente doliente y de bajo estado de ánimo acabó siendo designada como 'hipocondríaca'.