Simulacro de rescate acuático en la playa de Puerto de Sagunto.

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Salud

La batalla perdida de los ahogamientos en España: por qué cuatro de cada cinco son hombres

En 2023 hubo 422 fallecimientos por ahogamiento en España. Un 80% fueron hombres. El mayor número de víctimas se da en personas de edad avanzada.

14 junio, 2024 02:50

En 2023 murieron 422 personas por ahogamiento en España. De ellas, 339 —es decir, cuatro de cada cinco— fueron hombres. Una desproporción que se mantiene a lo largo del tiempo y que se repite en los cinco primeros meses de 2024: ha habido 137 personas fallecidas, de las que 115 (el 83,9%) son varones.

"Es una pregunta que surge cada año y no hay nada que pueda respaldar una respuesta", reconoce Ana Domínguez, miembro de la dirección de prevención y ahogamientos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, que desde 2015 lleva una estadística de personas ahogadas en España.

"Desconocemos si se debe al comportamiento de los hombres, por qué esas diferencias... No hay estudios que puedan corroborar el porqué de estas diferencias".

Esta desproporción es más amplia que la que cita el Informe Mundial sobre los Ahogamientos por Sumersión de la OMS, que destaca que se producen 372.000 muertes cada año y que los hombres tienen el doble de probabilidad de ahogarse que las mujeres.

Los datos de 2023 también revelan que son las personas de mediana y avanzada edad los que más se ahogan en nuestro país. Niños y jóvenes son los menos.

El tramo de edad con mayor número de muertes fue el de individuos de entre 65 y 74 años, registrando 82 (el 19,4%) del total, seguido del de mayores de 75 años (65 muertes) y el de entre 55 y 64 años (63 muertes).

En cambio, el tramo de edad con menor número de muertes fue el de 11 a 17 años, con cinco fallecimientos. Entre los menores de edad fueron los bebés de hasta 3 años los que acumularon mayor número de fallecimientos, un total de nueve.

Nuevamente, Domínguez apunta que, en el caso de los mayores, "es una media de edad que se viene repitiendo desde que empezamos a registrar los datos y que es similar en Europa".

Pero tampoco hay estudios que puedan explicar esa mayor prevalencia, si bien apunta que "es posible que se deba a patologías previas, problemas de movilidad, por el tipo de actividad que hacen o por no tener en cuenta las propias limitaciones del individuo, pero tampoco hay nada que lo pueda respaldar".

Sin embargo, Roberto Barcala, enfermero y coordinador del grupo de socorrismo de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), lo tiene claro.

"Los hombres somos mucho más imprudentes, es algo común en todo el mundo, y nos saltamos la bandera roja; llega el turista, habitualmente masculino, ve la bandera pero dice: ¿por qué no voy a poder disfrutar en mis 15 días de vacaciones?"

Sobre los tramos de edad, Barcala recuerda que cada vez son más populares "las vacaciones en la costa de las personas jubiladas, deportes náuticos para mayores... El uso del medio acuático para disfrute de las personas mayores es cada vez más frecuente".

También, puntualiza, habría que diferenciar un ahogamiento de una muerte en el agua por, por ejemplo, una muerte súbita de origen cardiaco en el agua. "Tendríamos que hablar de incidentes en el entorno acuático".

El número de ahogamientos de 2023 es similar al de años anteriores a la pandemia. Con la llegada de la Covid, las muertes por esta causa descendieron. En los 9 años de vida del registro de la Real Federación Española de Salvamento, el año con más muertes fue 2017, cuando fallecieron 481 personas.

"Esto ocurre porque el ahogamiento no existe durante ocho meses", comenta Barcala. "Todos tenemos presente el cinturón de seguridad, el casco, etc. a lo largo de todo el año, pero el silencio sobre los ahogamientos en los meses fríos hace que reseteemos y nos bañemos en la playa sin sensación de riesgo".

El mediodía, la peor hora

Precisamente, los meses de verano acumulan más de la mitad de los ahogamientos de todo el año: junio, julio, agosto y septiembre suman 242, el 57,35% del total, por 68 muertes en los meses de invierno (el 16%).

El mayor número de muertes se produjo en la playa: 231, por 63 en ríos y 47 en la piscina (hay 81 casos en los que se desconoce el lugar), donde hay mayor vigilancia por parte de los socorristas.

La hora punta de los ahogamientos es entre las 12 del mediodía y las dos de la tarde, aunque la incidencia también es alta de 10 a 12 de la mañana y entre las 14h y las 20h.

Como no podía ser de otra forma, las comunidades que registran mayor número de ahogamientos son las costeras. Andalucía notificó 68 el año pasado, seguida de Cataluña (66), Canarias (52), Comunidad Valenciana y Galicia (ambas con 46).

Ana Domínguez explica que la mayoría de los ahogamientos en nuestro país se deben a imprudencias de los propios bañistas, como no respetar la bandera roja en la playa. Por eso, "la principal medida de prevención pasa por seguir las indicaciones y tener sentido común: bañarse donde esté permitido, que haya vigilancia y que los niños estén supervisados".

A este respecto, la portavoz de la Real Federación Española de Salvamento recuerda que "los flotadores y los manguitos no dejan de ser un dispositivo de ocio pero en ningún caso previenen el ahogamiento".

Estos objetos producen una "falsa sensación de seguridad" en los padres. "La mayoría de ahogamientos en niños pequeños se producen en piscinas privadas donde el adulto ha perdido de vista al niño".

Barcala hace hincapié en que los ahogamientos "no son como las películas; la persona no grita ni palmea en el agua, el ahogamiento es rápido, sutil y silencioso, no hay que esperar a que la persona pida ayuda". Reconocer a alguien que se está ahogando es crucial y lo más recomendable es lanzarle material flotante al que pueda asirse la persona hasta que sea rescatada.

Tras ello, la atención inmediata marcará el pronóstico de la víctima. "Si se hace en menos de cinco minutos, es favorable; entre cinco y diez minutos, el pronóstico es variable, y más de diez minutos el pronóstico es muy malo, con consecuencias neurológicas graves y permanentes".

Al ser rescatada la víctima tose y echa espuma, tiene las vías llenas de agua y es complicado ventilar. "Si está inconsciente y no respira, hay que realizar una RCP [reanimación cardiopulmonar] completa, debemos animar a todo el mundo a que la aprenda: la probabilidad de supervivencia es muy superior después de realizarla".

Iker García, coordinador del Grupo de Trabajo de Neurointensivismo y Trauma de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), explica que las secuelas dependen del "tiempo que la persona ha paado ahogada y, sobre todo, si ha sufrido un paro cardíaco por el ahogamiento".

En este caso, "las secuelas pueden llegar a ser graves, sobre todo si el paro o las maniobras de reanimación cardiopulmonar han sido prolongadas". El intensivista señala que el órgano que más sufre es el cerebro, "por falta de oxígeno (hipoxia cerebral) y riesgo sanguíneo (isquemia cerebral)".

Llegado el caso, puede llegarse a producir un daño cerebral "que puede dejar desde secuelas leves, hasta secuelas graves e incapacitantes".

Por su parte, Barcala, coordinador de socorrismo de Semes, ofrece consejos para prevenir los ahogamientos, sobre todo en niños. "Evitar el uso del móvil cuando se esté bañando, no fiarse de manguitos ni flotadores, vigilancia directa y continua, perimetrar las piscinas privadas cuando no se usen..."

Para toda la población recuerda que la forma de actuar cuando se está atrapado en una corriente de retorno es nadar paralelo a la costa para salir de ella por un lateral. Y que "la bandera roja es siempre una indicación para no bañarse. Hay que aplicar el sentido común: si una situación parece peligrosa, suele serlo".